La reciente subasta de 3 GW de capacidad eólica marina en Dinamarca terminó sin recibir una sola oferta, un golpe inesperado para el país que alguna vez lideró el desarrollo de esta tecnología. Este desenlace representa un obstáculo para los planes energéticos nacionales, además de afectar a los objetivos europeos de electrificación y transición hacia fuentes limpias de energía. La falta de interés en esta licitación expone debilidades en el diseño del proceso, que parece haber desincentivado a los posibles promotores.
La patronal WinEurope ha sido tajante al señalar las causas detrás de este fracaso. Según el organismo, el esquema danés incluye condiciones que dificultan la viabilidad económica de los proyectos. Entre ellas destaca la controvertida política de «oferta negativa sin límite», que pone presión excesiva sobre los desarrolladores y eleva los riesgos financieros. Esta situación obliga al gobierno a replantear sus estrategias si quiere retomar el liderazgo en energías renovables.
Historia eólica de Dinamarca: de pionera a incertidumbre
Dinamarca marcó todo un acontecimiento en 1991 al inaugurar Vindeby, el primer parque eólico marino del mundo. Este logro la posicionó como referente en energía eólica, con 3 GW de capacidad marina instalados que cubren el 24 % de su demanda eléctrica. En conjunto, la energía eólica terrestre y marina abastecen más de la mitad del consumo nacional. Sin embargo, la reciente falta de interés en nuevas subastas pone en riesgo este avance.
El impacto no sólo es local. Europa tiene la ambiciosa meta de incrementar su capacidad eólica marina de los actuales 20 GW a 88 GW para 2030. Dinamarca, como uno de los principales actores, desempeña un papel fundamental en este esfuerzo. Pero el estancamiento en el desarrollo de nuevos proyectos va a retrasar sus propios objetivos, además de comprometer el progreso colectivo del continente hacia la transición energética.
Subastas sin incentivos: el talón de Aquiles del sistema danés
El modelo de subastas de Dinamarca ha sido señalado como uno de los factores determinantes de este fracaso. A diferencia de otros países europeos que utilizan contratos por diferencias (CfD) para estabilizar ingresos, Dinamarca exige a los promotores pagar por los derechos de construcción, sumando un coste inicial significativo. Este enfoque genera un entorno competitivo insostenible que, lejos de fomentar la inversión, la desincentiva.
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Además, los promotores deben asumir los costes de conexión a la red eléctrica, una práctica que aumenta las barreras de entrada. Sin medidas de apoyo estatal ni mecanismos que equilibren los riesgos, las empresas encuentran poco atractivo participar en estas licitaciones. Según WinEurope, es imprescindible reestructurar este sistema para adaptarse a las realidades actuales del mercado global.
Dinamarca no está sola ante este desafío
El problema de subastas desiertas no es exclusivo de Dinamarca. En septiembre de 2023, el Reino Unido vivió una situación similar, donde no se adjudicaron contratos para proyectos eólicos marinos. Factores como el alza en los costes de materiales, las dificultades financieras de los fabricantes de aerogeneradores y el aumento de los tipos de interés han generado un panorama complicado para el sector.
Estos desafíos reflejan una crisis mundial en el modelo de financiamiento y desarrollo de energías renovables. Mientras los gobiernos buscan reducir su dependencia de combustibles fósiles, la falta de condiciones favorables para los inversores amenaza con frenar el crecimiento de tecnologías esenciales como la eólica marina.
El fracaso de la última subasta danesa es un recordatorio de que incluso los líderes en energías renovables deben adaptarse constantemente. Reformar el modelo de subastas, implementar incentivos financieros y equilibrar la asignación de riesgos son medidas necesarias para garantizar que Dinamarca y Europa mantengan su rumbo hacia un futuro energético sostenible.
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