“Nosotros los pueblos de las naciones unidas,…”, así de hermosa comienza la carta fundacional de las Naciones Unidas firmada en San Francisco en 1945. Sin duda tomó la inspiración para la frase inicial de “We the people of the United States…” de la Constitución de los Estados Unidos. La constitución española no empleó esta fórmula. Artículo de Abel Cedrés, experto en energía.
Los redactores de la carta magna española se inclinaron por: “La nación española en uso de su soberanía proclama su voluntad…”.
Más adelante la Constitución indica que el pueblo es la fuente de la que emanan los poderes del Estado. Pero el matiz de la versión española es importante. No se escribe desde “el pueblo” sino que “la nación” elabora un texto que luego sería ratificado por el pueblo en referéndum.
[pullquote]Hay que votar. Votar es nuestra obligación. Hay que ser motor del cambio. Todos los votos cuentan[/pullquote]
Desde aquella ratificación hasta ahora solo podemos decir que el hastío, desconfianza, desazón y hartazgo han ido en aumento ante cada nueva cita electoral. El desapego entre los políticos (me niego a asumir que son una clase) y el pueblo es manifiesto.
Las formaciones políticas han contribuido a ampliar esa distancia con la sociedad. Los partidos tienen la obligación de ser democráticos (Art. 6 de la Constitución) sin embargo son organizaciones piramidales, personalistas y cuasi dictatoriales donde presidentes designan candidatos a alcaldías, cabezas de listas, y demás cargos para rodearse de su grupo de poder. En los partidos no se discrepa, se consiente bajo amenaza de condena al ostracismo.
[pullquote]La tecnología ha puesto en las manos de los ciudadanos las herramientas para comenzar a generar en casa su propia energía de manera sencilla y el “mercado eléctrico” ha tensionado para no perder su cuota de poder.[/pullquote]
Los dirigentes políticos, escudados en su estructura de partido no democrática y amparados por la ratificación del 6 de diciembre del 78 tienen al pueblo sometido al imperio de la ley, textual. Preámbulo de la constitución: “…consolidar un Estado de Derecho que asegura el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”.
Desde 2011 el actual gobierno ha batido el record de leyes mediante decretazos, sin trámites parlamentarios. Nada menos que 73 Decretos Ley. A razón de más de un Decreto Ley por cada mes de esta legislatura.
El presidente ha reconocido que han sido medidas “impopulares”, contrarias incluso al programa electoral que presentaron para ser elegidos y tomadas por las necesidades que los mercados demandaban. Constatando de facto que el poder no reside en el pueblo y que se imponen leyes injustas porque contravienen derechos de la ciudadanía.
En el sector de la energía lo hemos sentido en primera persona. El autoconsumo ha manifestado el conflicto de intereses entre la sociedad y el “mercado eléctrico”. La tecnología ha puesto en las manos de los ciudadanos las herramientas para comenzar a generar en casa su propia energía de manera sencilla y el “mercado eléctrico” ha tensionado para no perder su cuota de poder.
El posicionamiento del Gobierno cayó del lado del “mercado eléctrico” y en contra de los ciudadanos mediante uno de esos decretazos que fue ampliamente recriminado y denunciado con más de 100.000 alegaciones. Claramente en contra de la voluntad popular. Esta situación se mostró absurda, hasta de “solemne estupidez” la llegó a calificar Dan Nica, miembro de la Comisión de Energía del Parlamento Europeo.
El término “renovable” está en todos los programas electorales. Tan manoseado como sostenibilidad, transparencia, innovación, autoempleo…, casi todo lo que tiene potencialidad en el marketing político acaba desvirtuado. La cifra mágica es 2050. Todo será posible en 2050. ¿Realmente piensan que resulta creíble un político hablando de logros en 2050? Es ridículo verlos actuar en un sentido y prometer en otro.
Ante estas situaciones injustas: ¿Cabría caer en el desasosiego y dejar que el futuro lo decidan otros? ¿Abstenerse? Ésta es precisamente la conducta preferida para los políticos que aspiran a vivir eternamente de los sueldos públicos. Los que sueñan con medrar al amparo de unas siglas. Lo saben bien. Un ejemplo de lo importante que es para ellos la abstención fue la reforma del voto exterior realizada en 2011. El voto rogado. La participación de votantes desde el extranjero cayó un 80% de un plumazo. Al mismo tiempo que puedes pagar tus impuestos vía certificado electrónico, te ponen trabas para ejercer tu derecho a participar en política por excelencia. Y te sorprendes rogando tu derecho al voto.
Para estas elecciones del 20D las cifras son aun más espeluznantes. Solo un 6% de los 1.800.000 votantes censados en el exterior han podido cumplir los trámites y han formalizado la petición de sus papeletas en el extranjero. Por tanto ya se puede conocer la cifra mínima de abstención. Un 94% de los españoles en el extranjero no ejercerá su derecho a votar.
A las urnas hay que ir a elegir políticos. No partidos. Además que hagan política y entre otras cosas, fomentar nuestro desarrollo con pensamiento estratégico, nuestro futuro más allá de los cuatro años de legislatura. No están solo para gestionar. Digo fomentar, porque soy de la opinión que el conocimiento también reside en el pueblo. La nueva ilustración se extiende por toda la sociedad a la espera de ser activada.
Las posibilidades de la conectividad en la sociedad actual elevan el potencial del progreso, interconectando las iniciativas individuales. Viendo ejemplos como el de Eric Whitacre y su “Virtual Choir” ponen de manifiesto las posibilidades que ofrece la tercera revolución industrial.
Los ciudadanos debemos empezar a tomar nuestras propias decisiones. No podemos esperar que otros las tomen en nuestro nombre porque no lo están haciendo. La demanda eléctrica bajará si somos más eficientes en casa y en nuestras empresas. Nuestras organizaciones serán más sostenibles si nuestros gerentes defienden y lideran este modelo de crecimiento. La energía verde aumentará si nos cambiamos a comercializadoras renovables. El autoconsumo será posible si votamos a quienes lo defienden sin fisuras, poniendo al ciudadano en el centro de las necesidades eléctricas.
El sistema eléctrico existe porque hay demanda. Los mercados existen porque los ciudadanos consumimos. Hasta que no tomemos conciencia de está realidad estaremos en su manos. La capacidad de mover el mercado es nuestra y la ejercemos cada vez que tomamos decisión en nuestras situaciones cotidianas.
Hay que votar. Votar es nuestra obligación. Hay que ser motor del cambio. Todos los votos cuentan, como en toda planta de energía, cada vatio suma. El trabajo realizado por cada uno se convierte al final en la suma de la energía total del sistema.
Un voto no es insignificante. Un proverbio chino dice que “el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo”. Demostrado teóricamente por la Teoría del Caos, pasó a denominarse Efecto Mariposa. Como bien dice Juan Verde, en su libro “Dare to Dream”, Tom Mboya, keniata formado en Oxford, pretendía formar la nueva generación de políticos tras la independencia del Kenia. Fomentó un programa de becas de estudiantes en EEUU. Los fondos oficiales estadounidenses le fueron negados por la influencia del Reino Unido. Sin embargo, consiguió fondos privados para llevar a cabo su programa. Varios estudiantes africanos pudieron acceder a esta formación internacional. Así fue como llegó hasta Hawái Barack Obama Sr., padre del actual presidente de los EEUU.
Quien lo hubiera dicho… Otro futuro era posible entonces. Otro futuro es posible ahora.
Abel Cedrés (@ListerAC)
Consultor en Desarrollo Sostenible
Master en Energías Renovables
Ingeniero Técnico Industrial e Ingeniero de Telecomunicaciones
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.