La Comisión Europea facilitará que el hidrógeno producido a partir de energía nuclear, el rosa, se considere “hidrógeno renovable”. España y Alemania no están de acuerdo con esta postura. Sin embargo, Francia y otros ocho países sí lo apoyan. De hecho, proyectos como el hidroducto Barcelona-Marsella, peligraban sin esta consideración.
El pasado lunes, día 13, la Comisión publicó dos actos delegados definiendo los combustibles renovables de origen no biológico. El hidrógeno, los combustibles a base de hidrógeno y otros vectores energéticos son renovables si se producen con energía renovable.
Bruselas considera hidrógeno renovable el que se genere con un 90% de electricidad renovable. Además, considera el hidrógeno bajo en carbono el que:
“Deriva de fuentes no renovables que produzcan al menos 70% menos emisiones de gases de efecto invernadero que el gas natural fósil a lo largo de todo su ciclo de vida”.
Es decir, el rosa que se produce con energía nuclear.
La Comisión proporciona una metodología para calcular las emisiones en la generación eléctrica, que incluyen:
“Las emisiones aguas arriba; las emisiones asociadas con la extracción de electricidad de la red; el procesamiento y las asociadas con el transporte de estos combustibles hasta el consumidor final”.
Propuesta de Bruselas
Si la intensidad de emisión de energía eléctrica es inferior a 18 gCO2eq/MJ, no es necesario probar ese ahorro de emisiones del 70%. Por tanto, se puede tratar la electricidad extraída de la red como totalmente renovable sin estar sujeta a ciertos criterios.
Este aspecto favorece la generación de hidrógeno con energía atómica. Algo que viene muy bien a países como Francia y Suecia. La Comisión atribuye a Suecia una intensidad de emisiones de 4,1 gCO2eq/MJ y a Francia de 19,6 gCO2eq/MJ.
Pero Bruselas propone revisar el cálculo de emisiones para la nuclear con datos de Eurostat o de otras fuentes acreditadas. De esta forma, Francia podrá recalcular su umbral.
Hidrógeno renovable
Si el hidrógeno rosa se acepta como renovable queda exento del “principio de adicionalidad”. Pretende evitar que se aumente la capacidad de generación mediante fuentes fósiles para destinar esa electricidad a producir hidrógeno.
El “principio de adicionalidad” establece que los electrolizadores tendrán que:
“Estar conectados a la nueva producción de energía renovable”.
Es decir, que no podrán nutrirse de instalaciones ya existentes cuya electricidad estaba prevista para otros usos.
El objetivo es que:
“La generación de hidrógeno incentive un aumento en el volumen de energía renovable disponible para la red”.
De esta forma, se evita que el hidrógeno acapare la electricidad renovable. En esa línea, se fijan criterios para que el hidrógeno renovable se produzca sólo cuando haya energía renovable y suficiente.
Los proyectos de hidrógeno que estén operativos antes del 1 de enero de 2028 se considerarán en “fase de transición”. Pero se requerirá que los dispositivos no tengan más de 36 meses. Se espera que, para esa fecha, la producción de electrolizadores escale.
Según el Ejecutivo comunitario, hasta el 1 de enero de 2030, los productores:
“Podrán hacer coincidir su producción de hidrógeno con sus energías renovables contratadas mensualmente”.
No obstante, los Estados miembro podrán introducir reglas más estrictas desde 2027.
Producción y directiva
La definición de hidrógeno renovable para el hidrógeno rosa no está en consonancia con la postura de España y Alemania. Ambos países querían evitar la energía nuclear para producir hidrógeno, dejando como hidrógeno verde el generado sólo con fuentes renovables. Además, Alemania considera que el primer paso lógico, con respecto al hidrógeno, sería: “poner en marcha la economía del hidrógeno”.
De momento, el hidrógeno verde no es comercialmente rentable. Sin embargo, su desarrollo, se estima, llegará a los 10 millones de toneladas producidas en territorio comunitario en 2030. Eso equivale al 14% de la producción de energía de la UE, para lo que se necesitarán 500 teravatios-hora.
La Directiva de Energía Renovable de la UE (RED 3) está actualmente en trámite. Esta directiva plantea que el 42% del hidrógeno utilizado en la industria en 2030 se produzca con energías renovables. El 60% para 2035.
España no quería que se considerase el hidrógeno rosa como bajo en carbono. Pero si eso no fuera así, para Francia no tendría significado el hidroducto Barcelona-Marsella. Sin la aportación del hidrógeno nuclear, no se podría inyectar el hidrógeno necesario para rentabilizar el conducto. Por tanto, no se podría construir.
Alemania y España han reconocido como limpio el hidrógeno producido con electricidad nuclear por sus bajas emisiones de carbono. Sin embargo, la posición del Gobierno Español es clara. Indican que rechazan considerar los combustibles bajos en carbono entre las energías renovables.
Fuentes de MITECO han reiterado la voluntad del Gobierno español de seguir trabajando con Francia y el resto de socios de la UE para alcanzar soluciones compartidas en este asunto que den acomodo a las distintas realidades de los países. Eso sí asumiendo que los combustibles bajos en carbono no pueden ser equivalentes a los combustibles de origen renovable.
FUENTE: EFE-Verde.
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Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela