Según el último informe «World Energy Transitions Outlook 2022» de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), las intervenciones a corto plazo que abordan la actual crisis energética deben ir acompañadas de un enfoque firme en los objetivos a medio y largo plazo. Existe una necesidad cada vez más apremiante de avanzar en la transición energética como consecuencia de los altos precios de los combustibles fósiles, las preocupaciones sobre la seguridad energética y la urgencia del cambio climático.
Francesco La Camera, Director General de IRENA, ha señalado: «La transición energética está lejos de estar en marcha y cualquier cosa que no sea una acción radical en los próximos años disminuirá o incluso eliminará las posibilidades de cumplir con nuestros objetivos climáticos. Hoy en día, los gobiernos se enfrentan a múltiples desafíos de seguridad energética, recuperación económica y asequibilidad de las facturas de energía para los hogares y las empresas. Muchas respuestas están en la transición acelerada. Pero es una opción política poner en marcha políticas que cumplan con el Acuerdo de París y la Agenda de Desarrollo Sostenible. Invertir en nueva infraestructura de combustibles fósiles solo bloqueará prácticas antieconómicas, perpetuará los riesgos existentes y aumentará las amenazas del cambio climático».
Además, ha agregado: «Ya es hora de actuar. Los acontecimientos recientes han demostrado claramente que los altos precios de los combustibles fósiles pueden resultar en pobreza energética y pérdida de competitividad industrial. El 80% de la población mundial vive en países que son importadores netos de combustibles fósiles. Por el contrario, las energías renovables están disponibles en todos los países, ofreciendo una forma de salir de la dependencia de las importaciones y permitiendo a los países desacoplar las economías de los costos de los combustibles fósiles al tiempo que impulsan el crecimiento económico y los nuevos empleos».
Perspectivas del informe
El documento de IRENA prevé necesidades de inversión de 5,7 mil millones de dólares anuales hasta 2030, además de 0,7 mil millones de dólares para reacondicionar los activos varados de los combustibles fósiles.
Como consecuencia de esta inversión, se crearán 85 millones de empleos en todo el mundo hasta 2030, una cifra de puestos que compensaría significativamente los 12 millones de empleos que se perderán en las industrias de los combustibles fósiles. Según el informe, los países experimentarán mayores beneficios en la senda de la transición energética que en el negocio convencional.
Por otra parte, las renovables habría de crecer de forma masiva en todos los sectores, pasando del 14% de la energía total actual hasta alrededor del 40% en 2030.
Las perspectivas del informe consideran que la electrificación y la eficiencia son factores clave de la transición energética, habilitada por las energías renovables, el hidrógeno y la biomasa sostenible. La descarbonización del uso final ocupará un lugar central con muchas soluciones disponibles a través de la electrificación, el hidrógeno verde y el uso directo de energías renovables.
Marcos políticos estables
Sin embargo, se necesita un conjunto completo de políticas estructurales transversales que abarquen todas las vías tecnológicas y los objetivos de transición justa para alcanzar los niveles de despliegue necesarios para 2030.
En particular, los mayores consumidores de energía y emisores de carbono del mundo deben mostrar liderazgo e implementar planes e inversiones ambiciosos. En concreto, tendrían que apoyar el suministro global de 65% de energías renovables en la generación de energía para 2030.
Fuente: IRENA.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.
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