Javier Rodríguez, Director General de ACOGEN, argumenta en este artículo la necesidad de potenciar la industria en el PNIEC, llamando al Gobierno a «desarrollar de forma inminente y coordinada sus retos regulatorios poniendo el foco en la industria«.
Si hay algo que define a un buen político es su capacidad de anticipación, de adelantarse al contexto que afrontará su gobierno para ir allanando el camino y preparar las acciones clave que marcarán los éxitos o fracasos en hacer realidad su programa. Sin duda, nuestra actual ministra en funciones – y posible futura vicepresidenta- para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, es un claro exponente de ello.
Si en la pasada legislatura el anuncio de intenciones de cierre nuclear engrasó el posterior acuerdo con las energéticas sobre el calendario, y las declaraciones de que “el diésel tiene los días contados” supusieron un sonado aldabonazo que sigue retumbando y pandeando en el pilar nacional que es la industria automovilística, ahora, hace unos días, la ministra Ribera ha comenzado a pronunciarse sobre una de las claves de la transición energética española y principal escollo a salvar: la competitividad de la industria.
Negar la evidencia: electroshock a la industria
Esta vez el misil-sonda –más que un globo– ha sido para la industria electrointensiva, a la que la ministra ha aplicado todo un “electroshock” afirmando que si se comparan los precios de la electricidad en España con el resto de los países de la Unión Europea se aprecia que existe una horquilla «más o menos similar» para la industria electrointensiva, mientras que el precio es más elevado para consumidores domésticos y pequeñas y medianas empresas.
Lo declarado supone no sólo negar el diferencial de precios eléctrico de la industria nacional con sus competidores europeos –anatema para industria española-, sino cuestionar el equilibrio actual en el reparto de cargos y costes entre la industria y los consumidores domésticos/pymes. Todo un envite, precisamente, en el momento en el que tanto el debate sobre las repercusiones del borrador de Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC 2021-2030) en la industria, como sobre las metodologías del reparto de los cargos del sistema eléctrico, se encuentran abiertos y en un proceso regulatorio que supondrá todo un cambio sistémico de gran alcance estructural.
Lo cierto es que el borrador de PNIEC, una vez puestas las inversiones en el sistema eléctrico –91.000 millones de euros-, los costes, cargos, rentabilidades, mix, calendario de deuda, repercusiones sobre mercados mayoristas y otros factores, conducirá a una factura eléctrica entre un 15 y un 35% más cara de aquí a 2030. Eso siendo muy optimistas. Como en toda transición hay que soñar el futuro, pero del sueño hay que despertarse a tiempo y asumir la gestión de la realidad.
Últimamente se oye mucho lo de que “hay que acompañar a la industria en la transición energética”, pero si realmente queremos conjugar el mantenimiento de objetivos ambiciosos en cambio climático, renovables, eficiencia y economía circular con una mayor actividad, sostenibilidad económica y calidad de empleo asociada a una España más industrial, hay que hacer mucho más que acompañar: hay que aliar a la industria con la transición energética.
Confrontar la imprescindible acción por el clima y las decisiones sobre el modelo energético, sus consecuencias y sus realidades económicas, que como país todos debemos asumir, es un ejercicio de responsabilidad política, justicia distributiva y sostenibilidad que no va a ser sencillo pero que debe hacerse. Y confiar en la respuesta de ciudadanos, empresas e instituciones que es seguro que estarán a la altura de los valores y capacidades de este gran país.
España ha propuesto el PNIEC más ambicioso de toda Europa en sus objetivos y el menos acordado y consultado –por los plazos con los que contaba el Gobierno–, y también el más descuadrado con la industria manufacturera en cifras que no encajan ni técnica ni económicamente. Otros países no han puesto ni cifras. La buena noticia es la predisposición al debate del borrador que todos deseamos que sea mejorado y que esta mejora surja de la presencia de los afectados en el proceso de consultas. Un mejor PNIEC solo vendrá del diálogo y del acuerdo.
Mejorar el borrador de PNIEC
El borrador de PNIEC se equivoca con la industria calor-intensiva que emplea la cogeneración y que suministra el 20% de la energía requerida por la industria española, al contemplar el cierre de una de cada tres instalaciones para 2030, infiriendo una pérdida de eficiencia y competitividad técnica y económicamente injustificables. El giro de 180º en cogeneración frente a lo acordado por la comisión de expertos hace un año y frente al apoyo del propio Gobierno hace cinco meses –cuando amplió a dos años la vida de decenas de industrias cogeneradoras al límite por la inacción legislativa pospuesta más de siete años–, es un indicativo de la incertidumbre y la falta de realismo y orientación a resultados que aparenta la política energética y climática en referencia a la industria.
A lo anticipado a las industria electrointensiva y también a la calor-intensiva con la cogeneración, se suman los retos de todas las industrias consumidoras de gas –62% del gas del país, casi tanta energía como toda la electricidad que consume España–, que afrontan similares contiendas y argumentos y que tendrán mucho que decir en los próximos meses sobre el diferencial de precio con Europa y los repartos de costes y peajes, además de lograr desarrollos de mercados en los que se revisará la estructura regulatoria.
La energía de la industria
Podría parecer que la industria y su papel ha caído en desgracia a los ojos del Gobierno de Pedro Sánchez, pero los hechos dicen lo contrario: la competitividad energética de la industria es una prioridad de la agenda del Ejecutivo y aparece como una gran preocupación política. Precisamente por ello se anticipan declaraciones a la vez que se reanudan las reuniones en el desarrollo regulatorio del Estatuto de los Electro-intensivos o se promulga la compensación de costes indirectos. Es fundamental que se proporcionen palancas a las industrias para la transición energética, entre las que próximamente se incluirán desarrollos en las redes cerradas y la cogeneración, y también en la competitividad del gas industrial.
El próximo Gobierno debe mejorar el PNIEC y desarrollar de forma inminente y coordinada sus retos regulatorios poniendo el foco en la industria, porque eso es una condición indispensable si queremos seguir contando con industria en España y tener un plan factible para la transición. De otra forma, con menos industria, ni demanda, ni actividad, ni salarios, ni pensiones… para hacer la transición.
Últimamente se oye mucho lo de que “hay que acompañar a la industria en la transición energética”, pero si realmente queremos conjugar el mantenimiento de objetivos ambiciosos en cambio climático, renovables, eficiencia y economía circular con una mayor actividad, sostenibilidad económica y calidad de empleo asociada a una España más industrial, hay que hacer mucho más que acompañar: hay que aliar a la industria con la transición energética.
Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.