Arias argumenta cómo la tendencia previsible será que los precios de la energía suban y expone, entre otras cuestiones, las perspectivas de crecimiento en el uso de biomasa como recurso para reconvertir algunas centrales de carbón hacia la combustión de pélets. También habla de la seguridad para la energía, las renovables y la transición energética, y las vincula a un concepto: la solidaridad, o su ausencia.
Varias personas (la mayoría de edad avanzada) tomaban el sol, apretados en los bancos de la plaza de la población en la que me encontraba aquel día, y tuve un pensamiento simple: “Están aprovechando la energía solar, como la inmensa mayoría de los animales”. Todos disfrutamos tomando sesiones de ese calor natural, fuente también de luz y alegría.
Claro está que en un artículo destinado a su difusión técnica no parece haber lugar para lo poético. Mi elemental reflexión abre paso a otra más provocadora: la utilización de las llamadas aún energías alternativas, a las que se atribuye casi como un apriorismo, el carácter de limpias, supone, al fin y al cabo, una vuelta a los orígenes. Viento, sol, ramas y vegetales secos, estaban allí desde mucho antes de la aparición del hombre sobre la Tierra y fueron aprovechados, conscientemente o no, por los animales.
¿El fin de la era de los recursos fósiles?
Entre los argumentos ecologistas, ha pasado a ser un tópico con falsa médula mediática referirse a que la era de los recursos energéticos fósiles se está acabando. Técnicamente, no se puede compartir este argumento -existen reservas para cientos de años-, aunque debe tenerse en cuenta que, en relación con las alternativas energéticas, aumenta el número de yacimientos tradicionales para los que la extracción no es rentable, o lo es, a expensas de que la fluctuación de precios se les vuelva favorable.
La preocupación por el aumento de la temperatura media superficial de la Tierra ha proporcionado un nuevo argumento en contra de los hidrocarburos, lo que debería haber vinculado su uso a la masiva captación del CO2 producido en su combustión, pero la imposible implementación de este criterio de forma generalizada, ha introducido márgenes de tolerancia de tal magnitud que el resultado conjunto es, previsiblemente, catastrófico.
[pullquote]»Para los países occidentales, se terminaron los tiempos de la energía barata, y que la seguridad de suministro obliga a replantearse fuentes tradicionales y actuar con oportunismo y cautela en relación a cualesquiera alternativas»[/pullquote]
Porque, además, desde la imprescindible perspectiva global, las disparidades en cuanto a disponibilidad de los recursos energéticos y las diferentes posiciones económico-financieras de los Estados y sus poblaciones para asumir los costes de la energía que necesitan, plantea múltiples interrogantes que no hacen sino poner más énfasis sobre la necesidad de acuerdos generales que no son, desgraciadamente, viables en un contexto de insolidaridad.
Admitamos que, para los países occidentales, se terminaron los tiempos de la energía barata, y que la seguridad de suministro obliga a replantearse fuentes tradicionales y actuar con oportunismo y cautela en relación a cualesquiera alternativas. La tendencia previsible será que los precios de la energía suban y que, para el usuario final, especialmente si se incorporan todas las externalidades, la electricidad y el combustible para el transporte, serán consistentemente más caros.
Ahorro como consecuencia del precio
El ahorro de energía es imprescindible en cualquier tiempo y lugar
. Paul Krugman en “El gran engaño” (que recopila artículos suyos anteriores) pone de manifiesto que, después de la crisis energética de la década de los 70, las personas corrientes empezaron a gastar menos energía en Estados Unidos. No lo hicieron como un signo de virtud personal (en alusión a una frase de Cheney, vicepresidente con Bush en la época) sino porque necesitaban ahorrar dinero.
Ahorrar energía es parte de la solución. La incorporación acelerada de formas más eficientes de producir bienes y servicios, la necesidad de reducir costes empresariales, está teniendo efectos sobre el consumo energético relativo (ya se mida por unidad de producción, en relación con el PIB o con el índice de satisfacción). Pero el consumo general de energía, como consecuencia del legítimo deseo de mejorar la calidad de vida en los países menos avanzados, subirá, y es difícil prever en qué medida.
[pullquote]»Cada Estado independiente elegirá el mix energético que mejor convenga a sus planeamientos. Ni el precio, ni la presión exterior, técnica ni mediática, será capaces de controlar la tensión social para que se agoten todas las opciones al alcance de cada gobierno»[/pullquote]
Cada Estado independiente elegirá el mix energético que mejor convenga a sus planeamientos. Ni el precio, ni la presión exterior, técnica ni mediática, será capaces de controlar la tensión social para que se agoten todas las opciones al alcance de cada gobierno. El control de la temperatura global será solo un elemento más que afecte a la incorporación al mix energético de las fuentes primarias a disposición. Es muy posible que ni siquiera sea el principal.
Existen recursos naturales y técnicos que se descartan en algunos sitios, atendiendo a valoraciones sobrevenidas. La apuesta por la energía atómica, que fue saludada como gran solución desde los 80 del pasado siglo, encuentra hoy serios impedimentos -al menos, en los países con organizaciones más concienciados por el riesgo nuclear-. Con argumentos menos contundentes, pero utilizando una movilización popular bien dirigida y magnificada
mediáticamente, también encuentra oposición social en muchos lugares toda extracción minera y cualquier tipo de instalación de incineración, ya sea de residuos domésticos, de carbón o de ciclo combinado.
El mercado de producción se posiciona, claro está, en relación con las dificultades que detecta, seleccionando oportunidades. Los grandes productores de electricidad occidentales han tomado buena nota de la necesidad de orientar sus intereses hacia las energías menos contaminantes. No ha detenido ese avance la evidente falta de continuidad en la producción derivada de ambos recursos, que hace necesario arbitrar potentes sistemas de almacenamiento o disponer de fuentes alternativas en las horas de inactividad.
La energía solar disfruta de lo que se ha dado en llamar la tercera edad solar, aplicando sobre ella nuevos conocimientos. Un camino menos contundente (no sopla el viento en todos los sitios) ha seguido la reconsideración de la energía eólica como energía primaria competitiva, que ha derivado hacia el aprovechamiento del viento en la plataforma continental, abandonando crestas interiores de baja productividad y sustituyendo los viejos aerogeneradores de menor potencia en las zonas más favorables.
El cambio del mix energético y las consecuencias sociales
Los cambios en la orientación global del mercado tienen lógicas consecuencias, con ganadores y perdedores
. La pérdida de competitividad de ciertos recursos energéticos trajo como consecuencia el deterioro de la bonanza económica en las comarcas que se habían beneficiado de su extracción y aprovechamiento. Fue, además, un fulgor que duró apenas dos siglos.
Tomo solo un par de ejemplos, bien conocidos. El carbón de Reinosa, fue descubierto en 1838 por el párroco de Salcedillo, durante un atento paseo por Barruelo. El hallazgo de este combustible en Siero (Asturias) se sitúa hacia 1735, debido a un incendio fortuito que duró varios meses y, a partir de entonces, se inició una explotación elemental de las vetas superficiales. En ambos casos, como en tantos otros, la tecnificación en la extracción de esos recursos zonales dio nacimiento a una potente industria local, cuya solidez quedó puesta en brutal entredicho cuando no pudo soportar la competencia exterior, al abrirse fronteras y quitarse subsidios.
[pullquote]»Frente a esas comarcas perdedoras, con destrucción masiva de empleo, aparecen otras regiones que se benefician, bien de la producción de bienes y servicios para la industria eólica y solar»[/pullquote]
En el reciente homenaje (octubre 2016) a los ingenieros de minas Jerónimo Ibrán y Luis Adaro y Magro, que ejercieron su actividad en Asturias entre 1850 y 1910, organizada por la Real Academia de Ingeniería, se recordó el auge de actividad de la extracción carbonífera en las cuencas del Nalón y del Caudal, que se prolongó hasta los años 80 del siglo pasado. Hoy, los rescoldos, sostenidos por una drástica reducción de empleo y pozos, junto al empleo de nuevas técnicas de explotación (y el apoyo adicional de subsidios), aún arden.
Frente a esas comarcas perdedoras, con destrucción masiva de empleo, aparecen otras regiones que se benefician, bien de la producción de bienes y servicios para la industria eólica y solar en los países más desarrollados, bien de la puesta en explotación o la extracción acelerada de grandes yacimientos de hidrocarburos en países en desarrollo. Una situación también inestable.
Capítulo aparte, la Biomasa
De entre las energías de antigua tradición y nuevo esplendor, la biomasa es la que tiene un futuro más enigmático, debido al coste y dificultades para recogerla y transportarla hasta los centros de tratamiento y consumo. También hay que registrar en su contra la resistencia de algunos sectores para reconocer que su combustión merezca el apelativo de energía limpia.
Las raíces de su empleo también son antiguas. Cuando no había consciencia del valor del carbón ni del petróleo para la producción de electricidad, es decir, hasta el siglo XIX, la biomasa fue el principal combustible usado por los humanos. Paja, leña y excrementos secos, junto a otros residuos y aceites, fueron la fuente energética para cocinar, calentarse e iluminarse. En zonas rurales muy pobres, aún se usan y, si no se produce una revolución en la solidaridad internacional, se seguirán utilizando por mucho tiempo.
[pullquote]»Cuando no había consciencia del valor del carbón ni del petróleo para la producción de electricidad, es decir, hasta el siglo XIX, la biomasa fue el principal combustible usado por los humanos»[/pullquote]
El Joint Research Centre publicó en 2015 un Informe que estimaba la potencialidad de la producción de biomasa en la UE en 1.604 mill. de T de materia fresca. Realizando diversas deducciones para eliminar aquella parte del combustible potencial que debía permanecer en los campos como abono natural o cuya recolección resultaría inviable, el organismo concluye que de los 611 mill. de T de biomasa útil (convertibles en 304 T de materia seca) solo se utiliza el 31%.
Para atender ese consumo, además, la Unión Europea debe importar pélets, demandados tradicionalmente para calefacción doméstica en los países nórdicos. Las perspectivas de crecimiento en el uso de biomasa son muy atractivas si se prosigue con la intención de reconvertir algunas centrales de carbón hacia la combustión de pélets.
[pullquote]»La gigantesca central de carbón de Drax (3.600 MW), que suministra aproximadamente el 10% de la energía eléctrica al Reino Unido, y que ha sido n gran parte adaptada para quemar pélets, en una actuación reformadora que incluye captar el CO2 producido para su almacenaje profundo»[/pullquote]
El ejemplo paradigmático de esta reconversión, no exenta de dificultados, lo representa la gigantesca central de carbón de Drax (3.600 MW), que suministra aproximadamente el 10% de la energía eléctrica al Reino Unido, y que ha sido en gran parte adaptada para quemar pélets, en una actuación reformadora que incluye captar el CO2 producido para su almacenaje profundo.
La dificultad de gestionar el crecimiento de las empresas innovadoras
A nivel empresarial, es preciso advertir de los riesgos que entraña embarcarse en un proceso de adaptación energética cuyas variables, e intereses, no son claros o están ocultos en centros de decisión alejados.
España cuenta en Gamesa con una historia de éxito internacional. Si bien la producción de electricidad a partir de energía eólica comenzó a implantarse en la Europa del Norte hacia 1980, la actividad de la empresa en el sector se inició en 1994, con la instalación de aerogeneradores de 600 KW en Aragón y Navarra. Ante el crecimiento de la demanda, se consorció para la fabricación de torres eólicas en 2007 con el grupo asturiano Daniel Alonso, y los generadores fueron aumentando su potencia hasta los 4,5 MW (el G128 4,5 MW es el más potente de los actuales generadores terrestres). La fusión de los negocios eólicos con Siemens en 2016 dio nuevo músculo financiero y comercial al desarrollo, que ya había recibido un impulso especial con el acuerdo con Iberdrola, que en 2011 se comprometió a adquirir al menos el 50% de la flota on-shore (es decir, tierra adentro) entre 2012 y 2023.
La historia de Abengoa parece nacida para ofrecer un lamentable contrapunto. El crecimiento exponencial de la empresa en el sector de tecnología solar, tanto termosolar como fotovoltaica, la arrastró a un grave desajuste de liquidez, que las entidades financieras vieron como riesgo inasumible. El grupo andaluz se vio al borde del concurso de acreedores, que se salvó en última instancia -según la información más reciente- con una importante quita, y la drástica reestructuración financiera y accionarial. Abengoa fue, durante décadas, un ejemplo de empresa dedicada a la investigación, que le había llevado a disfrutar de éxito y reconocimiento internacionales. La Plataforma solar de Almería era uno de sus buques insignia, así como la colaboración en el proyecto de la torre solar del Instituto Weizmann, entre otros logros notables.
Sin interés en interferir en una situación que ha sido ampliamente comentada, y discutida por la prensa económica, el caso Abengoa se presenta como un ejemplo complejo de las consecuencias de un crecimiento excesivo, alimentado paradójicamente en una dedicación a la investigación puntera que no se pudo rentabilizar a tiempo. También sirve de advertencia a la necesidad de valorar la propia fortaleza y apoyos ante los efectos de tensiones en el sector de
las renovables para hacerse con cuotas de mercado preferentes, espacio en el que las grandes empresas norteamericanas y centroeuropeas, en especial, tienen largo recorrido.
Oportunidades en el mercado internacional
Los ejemplos de fracasos vinculados a éxitos iniciales han de servir de advertencia para navegantes. La evolución del mercado internacional de las materias primas energéticas tiene demasiadas incógnitas y agentes como para pretender una estimación fiable a medio plazo. Lo más significativo, en mi opinión, es el desplazamiento de los centros de producción y consumo energético hacia países que hoy se consideran con potencialidad de desarrollo.
Las empresas de ingeniería y de bienes de equipo españolas, incluso de tamaño pequeño o medio, tienen en la cobertura de las necesidades técnicas y de equipamiento que han eclosionado de forma brutal, oportunidades que deberían aprovechar. Algunas lo están haciendo. Otras, deberían asociarse para dar el salto internacional, cuando aún se está a tiempo de conseguir puntuales contratos interesantes, ya que no la continuidad.
Es preciso correr riesgos y apuntar hacia direcciones que anteriormente se habían desechado. La negativa experiencia del pasado no debiera jugar como lastre disuasorio. Para la Unión Europea, si se puede hablar de un planteamiento conjunto que disminuya la incertidumbre, sirve como provocación para la reflexión, la pregunta que formula Martín Schulz, presidente del Parlamento Europeo, en su libro “Europa: la última oportunidad”. En una de sus reflexiones colaterales al argumento principal de defensa de la unidad europea, se interroga: “¿Por qué se
gastan millones de euros en comprar gas a Rusia y se vacila a la hora de realizar inversiones con
las que explotar energía solar en el norte de África?” El propio parlamentario argumenta que ese “proyecto magnífico” generaría crecimiento y empleo a ambas orillas del Mediterráneo, y serviría de elemento estabilizador en los países africanos, generando esperanza para esas poblaciones.
La decepcionante respuesta que cabe indicar es que la ausencia de solidaridad, manifestada a nivel local como global, se ha convertido en una rémora para el crecimiento colectivo, y una amenaza para la paz.
Ángel Manuel Arias, doctor Ingeniero de Minas y licenciado en derecho, Vicedecano del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas de Centro de España, vocal del Club Español de Medio Ambiente, consultor internacional y socio director del Bufete De Diego y Arias, SC
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.