Sedigas
ha aclarado en un extenso y claro documento cuestiones sobre la Directiva europea recientemente aprobada. Entre ellas, que la misma no prohíbe las calderas de gas. Tampoco establece la obligatoriedad de sustituirlas por bombas de calor. Eso, indican, iría en contra de una transición justa, dado el precio de esta tecnología, inasumible para muchas familias. Además, no todas las viviendas tienen las características que requiere una bomba de calor.
La publicación de la Directiva refundida de Eficiencia Energética (UE) 2023/1791 (publicada el 20 de septiembre en el Diario Oficial de la UE) ha generado opiniones de todo tipo. Ante ellas, la Asociación Española del Gas, Sedigas, ha querido aclarar ciertas cuestiones:
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No se prohíben las calderas
Dicha directiva no determina, en ningún caso, un escenario de prohibición de las calderas de gas. Tampoco la obligatoriedad de la sustitución de éstas por bombas de calor.
– La directiva establece un plazo de dos años para su transposición. Indica que desde el 1 de enero de 2026 no se permitirán nuevas medidas de eficiencia energética que contemplen: el uso directo de combustibles fósiles; subsidios para su uso en edificios residenciales. Es decir, pone límites a cualquier tipo de subvención o ayuda directa para la adquisición o renovación. Pero no prohíbe su instalación.
– Una eventual prohibición de las calderas de gas tendría un efecto adverso en la transición energética. Además, incluiría las de condensación de alta eficiencia, preparadas para funcionar con energía renovable. Sedigas señala que hay hogares con dificultades para acceder a otras opciones de calefacción renovable por limitaciones financieras y técnicas. Por tanto, podrían seguir utilizando aparatos que funcionan con combustibles intensivos en carbono el mayor tiempo posible. Entre ellos, el carbón, el fuel o el fuel-oil).
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No todo deben ser bombas de calor
Fiarlo todo a las bombas de calor va en contra de la idea de una transición justa. Resultaría económicamente poco realista para muchas familias.
– El cambio completo de instalación por bomba puede alcanzar el 50% de la renta media anual de un hogar español. El cálculo procede de los datos disponibles de la Agencia Tributaria y están incluidos en el Informe: “Demanda de calor en los hogares: una transición energética eficiente”. Lo ha elaborado Arthur D. Little para la Fundación Naturgy.
– Ocho de cada diez españoles están preocupados por el gasto que supondría cambiar sus sistemas de calefacción por uno eléctrico. Así se desprende de una encuesta elaborada por 40dB, a petición de la Asociación de Gas Licuado (AGL) y Sedigas. El objetivo de la encuesta fue conocer la actitud de la ciudadanía ante las medias de eficiencia energética. Y, además, su impacto económico sobre los hogares.
– Casi el 70% de los hogares invertiría en ello un máximo de 1.500 euros. Sólo el 8% destinaría más de 3.000 euros. Ambas cuantías son muy inferiores al coste de instalar bombas de calor eficientes.
Un artículo de septiembre de la OCU tasaba el coste de las bombas de calor aerotérmicas entre 3.600 – 12.700 euros. A eso hay que sumar el coste de la instalación, de entre 2.000 y 8.000€ (más IVA). Más elevado es el precio que indicaba un estudio de la Organización Europea de Consumidores BEUC, publicado en julio. Recoge presupuestos para instalar bombas de calor agua-agua de entre 6.400 y 28.500€, sin IVA. Cuantías, en definitiva, muy superiores a la que los hogares españoles están en disposición de afrontar.
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Calderas de condensación de alta eficiencia
Sedigas señala que las calderas de condensación de alta eficiencia son una solución para la descarbonización.
– Consideran preciso desterrar la falsa percepción de que solo existe una forma de descarbonizar la calefacción de los hogares. A ello se suma: “la dicotomía interesada e inexacta entre bombas de calor y gases renovables, biometano o hidrógeno renovable”.
– La bomba de calor individualizada no permite alcanzar el cumplimiento con los objetivos de descarbonización propuestos por Bruselas. Sedigas señala:
“De hecho, la utilización de las bombas de calor en momentos del día en que la generación renovable no satisface la demanda implica el uso de fuentes de energía más contaminantes para su suministro. Recordemos que el promedio de aportación de las energías renovables a la generación eléctrica nacional, en los últimos cinco años y a pesar de su rápido despliegue, es de tan solo un 45%, aproximadamente”.
– La disponibilidad de múltiples vectores energéticos debería favorecer todas las alternativas renovables que posibiliten:
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- Optimizar el consumo de gas;
- Obtener ahorros económicos;
- Garantizar la autonomía energética y la seguridad de suministro.
– Además, las fuentes de energía ni las alternativas de calefacción son iguales en todos los Estados miembros. Por eso, donde haya una infraestructura de gas operativa, se cuenta con la oportunidad de utilizarla con gases renovables.
– El sector residencial en España consume menos energía que la media europea (un 17% del total del consumo de energía frente al 40%). De ese porcentaje, aproximadamente el 40% corresponde al consumo energético asociado a la calefacción. Es decir, que el sector residencial es responsable de alrededor del 12-15% del total de las emisiones. Y esa cuota es muy inferior a la del resto del continente (36%).
4- Calderas actuales compatibles con gases renovables
También señala Sedigas que las mismas calderas de las que disponemos actualmente son perfectamente compatibles con gases renovables. Entre ellos, el biometano o el hidrógeno (en una mezcla de hasta el 20% de hidrógeno renovable).
– El carácter renovable del sistema de calefacción no depende de la tecnología, sino del combustible. No se pueden alcanzar los objetivos de descarbonización sólo con la electrificación. Por ello, los gases de origen renovable son una solución tecnológica madura. Además, aportan una producción continua y estable y cuentan con la elevada capacidad de almacenamiento y distribución.
– El sector gasista español siempre ha defendido el principio de neutralidad tecnológica. Vería como un error la exclusión del mercado de las calderas de alta eficiencia preparadas para las energías renovables.
– El biometano se posiciona como una de las mejores opciones para la descarbonización del parque de edificios de la UE. No requiere ningún tipo de adaptación de la infraestructura gasista, del transporte ni de distribución hasta nuestras casas. Además, es 100% compatible con los equipos con los que ya contamos.
– Este vector energético puede beneficiarse de una red de gas que se extiende por toda la península. Y está preparada para el uso de combustibles descarbonizados. Por tanto, con ~35 TWh de biometano sería posible abastecer y descarbonizar el consumo del 70% de los hogares. Eso, sin necesidad de que estos tuvieran que realizar ningún tipo de inversión adicional en sus equipamientos. Esa cifra de TWh es el objetivo mínimo por el que aboga la asociación para su inclusión en el PNIEC 2023-2030.
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El sector reivindica la renovación de aparatos
El sector viene reivindicando desde hace tiempo la necesidad de impulsar la renovación de aparatos de calefacción para la descarbonización.
– Nuestro parque de viviendas cuenta con alto potencial de mejora. Y tanto en materia de eficiencia energética, como en reducción de emisiones contaminantes. Existen diversas líneas de rehabilitación que buscan reducir el consumo de energía primaria.
– La renovación de equipos por nuevos de condensación cuenta con la ventaja de que se pueden instalar en el mismo lugar en el que se encontraban los antiguos equipos sin necesidad de hacer obras y con una inversión mínima para el cliente, mejorando la eficiencia de los equipos y, por tanto, la factura energética de los hogares.
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Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela