En nuestro artículo del Club de Expertos de hoy, Sara Pizzinato nos habla de la misteriosa marea negra que afecta unos 3.000 km de costa en Brasil desde el pasado mes de agosto y de la inacción del gobierno brasileño. A colación del tema, también se pone de relieve la situación de la plataforma petrolera Casablanca, en la que Repsol ha conseguido una prórroga de concesión sin pasar por una Evaluación de Impacto Ambiental.
Las vacaciones de verano parecen un recuerdo muy lejano para algunos, para otros, agosto sigue siendo muy presente. En especial para todas las personas que, en Brasil, están luchando de forma voluntaria contra la misteriosa marea negra que desde hace tres meses está afectando a más 3.000 kilómetros de costa en las regiones del Nordeste y Sudeste. Lo hacen sin apoyo del gobierno y sin saber de dónde viene tanto chapapote que hoy sigue llegando al litoral.
La inacción del gobierno brasileño ha permitido que aún no se haya esclarecido ningún responsable. Un desastre ambiental que se tomó tan poco en serio que dejó pasar hasta 41 días antes de poner en marcha los protocolos de actuación pertinentes.
Mareas negras en España
En España también hemos tenido experiencias de cómo de grave puede llegar a ser un episodio de marea negra, unas más sonadas como el Prestige, otras menos, como las ligadas de forma periódica, con la única plataforma marina de explotación petrolífera activa en la península: la plataforma Casablanca, ubicada frente al Parque Natural del delta del Ebro y en plena zona Natura 2000.
Y sin embargo, la industria petrolera tanto en Brasil como aquí parece conseguir lavarse las manos de toda la responsabilidad de sus errores.
Tras la reciente decisión del Banco Europeo de Inversiones de dejar de prestar dinero para inversiones en carbón y petróleo y en un contexto de inminente Cumbre Climática mundial en Madrid, sería de esperar que el discurso sobre el cambio climático empezara a llenarse de contenidos.
Tanto es así que hace tan solo un año el Consejo de Ministros español concedió la segunda prórroga de la concesión a Repsol y otras tres compañías, de la Plataforma Casablanca sin pasar por una Evaluación de Impacto Ambiental. Permitió así que se siguieran explotando los hidrocarburos almacenados bajo el lecho marino en una zona Red Natura 2000 a pesar de su historial de accidentes y vertidos y pasando por alto las sentencias del Tribunal de Justicia Europeo en materia.
Algo aún más preocupante si se tiene en cuenta que ni la concesión inicial, ni la primera prórroga concedida en 2009, ni los pozos abiertos en la concesión a la “Casablanca” se realizaron sometidos a evaluación de impacto ambiental.
Y es más: El riesgo de vertidos es de todo menos que lejano. Repsol ya demostró, en diciembre de 2010, que no cumplía con la obligación de mantener y controlar sus instalaciones adecuadamente. El vertido que causó alcanzó una extensión equivalente a unos 1.900 campos de fútbol como el Santiago Bernabéu.
Alianza Mar Blava
Por estas razones hay quien se ha organizado para demandar la renovación de la concesión. La Alianza Mar Blava, una organización intersectorial que aúna a más de 120 organizaciones sociales del sector empresarial y administraciones públicas de las región levantino balear, ha presentado hace poco un recurso ante el Tribunal Supremo pidiendo la revocación de la prórroga.
Tras la reciente decisión del Banco Europeo de Inversiones de dejar de prestar dinero para inversiones en carbón y petróleo y en un contexto de inminente Cumbre Climática mundial en Madrid, sería de esperar que el discurso sobre el cambio climático empezara a llenarse de contenidos. Cerrar todos los proyectos de búsqueda de hidrocarburos en el territorio nacional y dejar de conceder prórrogas a las concesiones de explotación existentes sería un comienzo muy coherente por parte del nuevo Gobierno que se vaya a formar.
Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.