La construcción de centros de datos y la proliferación de soluciones basadas en Inteligencia Artificial (IA) son dos temas de estricta actualidad. Sin embargo, hay algunos retos, como la necesidad de aumentar la capacidad de generación y transmisión de energía a tiempo y la estabilidad general de las redes eléctricas. En estos ámbitos, están comenzando a generarse bastantes cuellos de botella.
Según explican Mannat Chopra, analista de renta variable y recursos globales de renta variable; y Alex Monk, gestor de fondos, recursos globales de renta variable, el crecimiento de los centros de datos está influyendo de forma negativa en las redes, llevando a algunos operadores a cancelar nuevas incorporaciones. Por ejemplo, en Irlanda, los centros de datos ya consumen el 18% de la electricidad generada en el país. Por ello, hasta 2028, no se podrán incorporar nuevos centros a la red. También en Países bajos se ha restringido la construcción de nuevos centros de datos en dos ubicaciones, y Singapur ha establecido una moratoria de cuatro años para la construcción de nuevas instalaciones de este tipo.
El reto de la adaptación de cadenas de suministro
Otro de los retos es la adaptación de las cadenas de suministro. Chopra y Monk señalan que existe una escasez de transformadores, que son complejos equipos que ajustan el voltaje de la electricidad para permitir su transporte a largas distancias y su uso a niveles seguros en los centros de datos. En este sentido, Wood Mackenzie señala que, actualmente, se tarda dos años en obtener un transformador. En 2022 se tardaba solo uno. Dado que este reto requiere un aumento de la producción y no un avance tecnológico, podría seguir siendo sólo un cuello de botella a corto plazo.
Retrasos en la conexión de energía renovable a la red, otro reto para los centros de datos
Por último, la conexión de la generación de energía renovable a la red eléctrica está experimentando retrasos por causa de las colas de conexión de red. Para contextualizar: en Estados Unidos se tarda cuatro años en evaluar el impacto de una nueva central renovable en la red.
Por ello, sumando los tres o cuatro años que se tarda en ubicar y autorizar un nuevo proyecto, más los cuatro años de construcción y el proceso de puesta en marcha, el funcionamiento de una central renovable puede tardar en hacerse realidad un total de ochon años.
Sin embargo, a diferencia de los problemas en la cadena de suministro, el retraso en la conexión puede resolverse con medidas gubernamentales. Ambos expertos señalan que, dado el tiempo que se tarda en lograr cambios en ese frente, parece probable que estos cuellos de botella persistan y sigan limitando el crecimiento de la capacidad.
Algunas de las soluciones que proponen tienen que ver con opciones alternativas, como la compra de una fuente de energía fuera de la red. Por ejemplo, Amazon ha comprado un centro de datos en Estados Unidos que obtiene su energía de una central nuclear.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.