Ángel Manuel Arias analiza en este artículo las incógnitas que envuelven la trilogía que forman las energías renovables, la inversión y el empleo, que marcará el proceso de transición energética. En todo caso, como bien explica, deberán ser resueltas con la participación de innumerables protagonistas.
En su Informe Anual 2015, la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), entidad dependiente de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), estima que unos 7,7 millones de personas se encontraban trabajando a finales de año en el sector de las energías renovables, cifra un 18% superior a la que había detectado en 2014.
Por su parte, el análisis de mercado Clean Energy Investment, elaborado por Bloomberg New Energy Finance (BNE-F) calcula que en 2015 se habrían destinado a las energías renovables casi 330.000 millones de dólares. Contra posibles pronósticos pesimistas, el volumen total de inversiones no resultó afectado por la disminución del precio del petróleo -más del 60%- que se mantuvo durante un año y medio. En el desglose de las inversiones, se desvela su concentración: el principal destinatario fue China, que centralizó una tercera parte (110.000 millones); en Estados Unidos se invirtieron 56.000 millones, por lo que ambos países han acaparado más de la mitad de los flujos de capital.
Resulta, como es obvio, que al margen de preocupaciones ambientalistas, los inversores eligen los destinatarios de sus apuestas, valorando rentabilidad y riesgos. Esa debe ser la razón por la que la inversión europea disminuyó en ese año, superándose apenas los 58.000 millones, cifra en la que el Reino Unido acaparó el 40%, con 23.000 millones y siendo los sorprendentes rezagados, Alemania, que alcanzó a duras penas los 10.600 millones y Francia, que no llegó a los 3.000. Ambos países redujeron casi un 50% sus inversiones, el peor dato desde 2006.
[pullquote]Han aparecido nuevos mercados, que manifestaron su potencialidad. Por ejemplo, Sudáfrica, creció un 330%, y llegó a los 4.500 millones de dólares invertidos en 2015; México aumentó la inversión en renovables el 114%, y superó los 4.200 millones de dólares[/pullquote]
Cuando confiere a estos datos una perspectiva temporal, el Informe de la BNEF destaca que, tomando como referencia el año 2004, las inversiones se multiplicaron por seis. Han aparecido nuevos mercados, que manifestaron su potencialidad. Por ejemplo, Sudáfrica, creció un 330%, y llegó a los 4.500 millones de dólares invertidos en 2015; México aumentó la inversión en renovables el 114%, y superó los 4.200 millones de dólares, y Chile, con 3.500 millones aumentó el 157%. Marruecos, con una inversión de 2.000 millones, a partir de haber evidenciado una actividad prácticamente nula en el sector durante 2014, habría sido beneficiado por el interés de las empresas francesas por posicionarse ante el negocio futuro en su antigua colonia.
Movilización de las inversiones en energías verdes
La concentración de las inversiones en energía verde en algunos países emergentes y el análisis de los intereses específicos que pueden detectarse detrás de estos movimientos de capital, obliga a preguntarse de dónde vendrán en el futuro las inmensas cantidades que se precisan. No solo se debiera atender a limitar el calentamiento global por debajo de 2° C en el año 2100, según las intenciones puestas de manifiesto en la COP21, sino que también se tendría que proporcionar acceso a la energía a 1.100 millones de personas que aún no disponen de este recurso básico (ni agua corriente). Habrá que movilizar un ingente volumen de recursos financieros y técnicos.
Tomando como referencia la iniciativa conjunta de las Naciones Unidas y del Banco Mundial denominada SE4All, se estima que el cumplimento de ambos objetivos implicaría triplicar las inversiones en energía limpia hasta ahora anunciadas, pasando de las estimaciones anteriores que preveían una movilización de 400.000 millones de dólares, hasta superar los 1,25 billones de dólares al año.
El Informe del NCE (The New Climate Economy) redunda en estas impresionantes cifras. No son, pues, estimaciones de aficionados. El NCE es el proyecto emblemático de la Comisión Mundial sobre la Economía y el Clima, una iniciativa internacional independiente que estudia las opciones de simultanear el crecimiento económico con acciones que reduzcan los riesgos del cambio climático global. Su documento concluye que solo con una inversión total en energía limpia y mejora de la eficiencia energética superior a los 10 billones de dólares, sería factible reducir de manera consistente las emisiones anuales de GEI (gases con efecto invernadero) en 2030 por encima de las 7,5 GT de CO2e, cifra superior a la emisión total actual de Estados Unidos.
[pullquote] Solo con una inversión total en energía limpia y mejora de la eficiencia energética superior a los 10 billones de dólares, sería factible reducir de manera consistente las emisiones anuales de GEI (gases con efecto invernadero) en 2030 por encima de las 7,5 GT de CO2e[/pullquote]
¿De dónde habrán de salir tamaños recursos, y con qué garantías de rentabilidad se podrá atraer a los eventuales inversores? Esa esencial pregunta aún no está resuelta y, desde luego, no tiene una respuesta sencilla.
Conscientes de que la banca multilateral de desarrollo debiera dar ejemplo, el BM y el FMI coinciden en apuntar la necesidad de establecer convenios a largo plazo entre las entidades financieras, los gobiernos y el sector privado. Esta cooperación debería emitir un mensaje de tranquilidad respecto al riesgo de las inversiones en las energías consideradas limpias, y, por tanto, abaratando el coste de la financiación del capital y estimulando la inversión privada. Sin que existan claros antecedentes sobre la capacidad de arrastre que surgiría de estos proyectos de demostración, se pretende que el acuerdo marco multilateral movilizaría, de producirse, hasta 20 veces el capital puesto en circulación por las multilaterales.
Las actuaciones necesarias para apoyar la satisfacción del objetivo no deberían restringirse al ámbito económico. La comunidad internacional debería apoyar, con medidas de transparencia y compromiso, un mercado de bonos ecológicos que no tuviera características especulativas. Entre las medidas de estímulo sugeridas, se han apuntado algunas legales, como la de facilitar la creación de las YieldCo. Estas estructuras de gestión, nacidas por segregación de actividades en empresas y grupos empresariales, permiten concentrar inversiones en sectores de alta rentabilidad y fuerte crecimiento potencial, atrayendo inversiones ante la perspectiva de generar mayores dividendos que la media del mercado. Es el comportamiento esperado para el sector de las energías verdes, capaces de alto crecimiento, lo que mejoraría la liquidez y favorecería la rotación de capital en las empresas que se dediquen a invertir en él.
De momento, en España, esta iniciativa está reservada a los inversores cualificados, categoría definida por el RD 1698/2012, en conexión con el art. 78 de la Ley del Mercado de Valores.
Ante la reestructuración del marco energético global
La contención de la amenaza de un cambio climático global irreversible tiene, en primer lugar, una formulación técnica. Para controlar en un máximo de 2ºC el aumento de temperatura media antes de 2100, habría que reducir en 44 GTe las toneladas de carbono equivalente emitidas a la atmósfera.
A partir de esta premisa se derivan obligaciones políticas, cuya dificultad de ejecución se pone en evidencia cuando se pasa de las declaraciones a los hechos. Esta discrepancia se manifiesta incluso cuando se cuantifican las propuestas voluntarias de los países que apoyaron los acuerdos de París, porque, según las últimas informaciones, aun cumpliéndolas, se superarían las 57 GTe y la temperatura media terrestre aumentaría por encima de 3ºC.
Hace falta una concreción mayor de compromisos y hacer atractivo el mercado de las energías verdes debe ayudar. Algunos analistas apoyan la confianza en que la energía renovable se constituya en uno de los ejes centrales de generación mundial de empleo. Incluso, organizaciones ecologistas ven en el control definitivo de la amenaza de catástrofe que sería, de cumplirse, la sanción de Gea a la historia pirogénica de la Humanidad, la gran oportunidad para cambiar de paradigma energético.
[pullquote]Si se fuera capaz de crear empleo sin destruir una cantidad superior en los sectores afectados por el cambio de modelo energético, aumentado, además, la calidad del trabajo, se habría consumado el tránsito hacia una nueva época industrial[/pullquote]
Porque, si se fuera capaz de crear empleo sin destruir una cantidad superior en los sectores afectados por el cambio de modelo energético, aumentado, además, la calidad del trabajo, se habría consumado el tránsito hacia una nueva época industrial.
Desde esta perspectiva ambiciosa, las acciones ambientales que permita la evolución hacia una economía global basada en las energías verdes, tendrían que superar obstáculos que tienen una dimensión dual.
Por una parte, el aumento del consumo mundial, acelerado en los países emergentes, estará inevitablemente vinculado a la mayor producción de energía eléctrica, (en varias décadas) para cuya satisfacción se seguirá acudiendo a los combustibles fósiles allí donde estos recursos mantengan su ventaja competitiva. En aquellos países que consigan hacer efectiva su potencialidad de desarrollo, la situación generará empleo y de mejor calidad, afectando positivamente al conjunto de la economía local.
En los países desarrollados, por el contrario, el sector energético perderá empleo. Las medidas de ahorro y mejora de la eficiencia contribuirán (ya lo están haciendo) a disminuir tanto la cantidad total de energía y trabajo precisa para satisfacer la producción. También lo hará el coste por unidad de generación eléctrica, reduciendo la factura energética, incluso para aquellos países, como España, que han soportado un peso mayor de la curva de aprendizaje de las renovables. Habrá una profunda reorganización de sectores productivos.
Los datos ya existentes confirman esta lógica preliminar. La secuencia de los países que han generado, hasta el momento, más empleo de base renovable, tiene un orden previsible. Se trata de China, Brasil, Estados Unidos, India, Alemania, Indonesia, Japón, Francia, Bangladesh y Colombia.
Como se advierte, la mayor parte están situados en Asia, y casi todos, con fuerte potencialidad de
crecimiento.
Los dos países de la UE que aparecen en la lista no están por casualidad: son los detentadores de la mejor capacidad y calidad de oferta exterior, tanto técnica como financiera. No resulta difícil superar la aparente contradicción de que la participación relativa de las energías renovables en el empleo energético total interno, tanto en la UE como en Estados Unidos, se ha venido reduciendo en los últimos años, superando actualmente apenas el 25% de cuota.
Por tecnologías, el IRENA sitúa a la solar fotovoltaica como la primera fuente de empleo energético verde mundial (con 2,5 millones de empleos, una tercera parte del empleo total), seguida por los biocombustibles líquidos (1,8 millones), la energía eólica (aprox. 1 millón), la biomasa sólida (0,8 millones) y el biogás (0,4 millones aprox.). Las inversiones en solar fotovoltaica y biomasa, más sencillas de valorar y ejecutar y rendimientos más estables, seguirán siendo las preferentes en el futuro, con alta probabilidad.
Influencia sobre el empleo
La participación del coste de la masa salarial en la producción ha sido objeto de escasos análisis. La rentabilidad de las inversiones vendrá afectada por este factor, teniendo en cuenta las diferencias salariales entre países: la nómina de un operario en UE o USA puede superar en más de 10 veces la de otro realizando la misma labor en la mayoría de los países en desarrollo. Incluso aunque las tareas de supervisión, la ingeniería y el control de instalaciones fueran realizadas por personal desplazado, las cifras de negocio se verán fuertemente afectadas por las condiciones locales.
La cuestión adquiere especial significado si se tiene en cuenta que los 122GW que se instalaron en las energías eólica y solar en 2015 supusieron el 50% de la capacidad neta añadida en todas las tecnologías de generación (es decir, sumando la de las centrales de combustibles fósiles, energía
nuclear y renovables). Las tecnologías tradicionales son más intensivas en mano de obra -en instalación, y, desde luego, en mantenimiento- y la experiencia está consolidando una “regla del pulgar” por la que la energía verde generaría 1 empleo por cada 100 de referencia la economía general. Podemos afirmar, por tanto, que la evolución hacia la energía verde genera empleo, pero se está perdiendo en el conjunto del marco energético, si el proceso implica la sustitución de las energías tradicionales.
[pullquote]Las tecnologías tradicionales son más intensivas en mano de obra -en instalación, y, desde luego, en mantenimiento- y la experiencia está consolidando una “regla del pulgar” por la que la energía verde generaría 1 empleo por cada 100 de referencia la economía general[/pullquote]
Las cifras de que se dispone para realizar una valoración seria del tema controvertido del empleo generado son escasas, heterogéneas y no se descarta que aparezcan matizadas y hasta retocadas o falseadas, según la intención de los analistas.
Sumando los dos sectores clave de las llamadas comodities, energía y agua, el Statistischem Bundesamt indica que, en Alemania, país que podríamos tomar como referencia, se habrían creado hasta finales de 2014 casi 240.000 puestos de trabajo, aunque advierte que las cifras parecen abocadas a una ralentización. No es mucho para sostener el optimismo. Además, una característica común a estas empresas energéticas verdes alemanas sería su reducido tamaño relativo (del orden de 20 a 30 empleados); se trata, mayoritariamente, de empresas de ingeniería, consultoras y distribuidoras de equipos.
A nivel municipal, ya que los principales municipios alemanes se encargan tanto del aprovisionamiento energético como del abastecimiento y saneamiento y la recogida de residuos, la Unión de Empresas Comunales, Verband Kommunaler Unternehmen (VKU), asegura que los sectores no energéticos absorben prácticamente la mitad del personal -unos 250.000 empleados en total-, siendo la capacidad de crecimiento de éstos últimos, nula o negativa.
La peculiar situación española
La situación española no parece la más adecuada para propiciar un cambio energético drástico. El margen de imprecisión respecto al modelo energético, con presión de las empresas del sector, un escenario de crisis y exceso de capacidad instalada, y una carga fiscal y financiera sobre la factura energética que implica mayores precios relativos al consumidor -por no hablar de la sensación de inseguridad jurídica provocada por anteriores decisiones gubernamentales-, genera enormes cautelas a los inversores.
Sin embargo, las presiones ecologistas y la creciente concienciación ambiental, -pocas veces objetivadas con parámetros económicos-, contribuye a aumentar la sensación de inestabilidad, al amparo de antecedentes en los que no se tuvo en cuenta la rentabilidad de las inversiones sino la satisfacción de algunas demandas sociales.
En ese contexto, las declaraciones e informes responden a visiones específicas y a motivaciones particulares sospechosas de derivar de intereses gremiales. El presidente de la AEE, la Asociación Empresarial Eólica, por ejemplo, pedía un aumento de la capacidad instalada de generación eólica a 37.500 MW antes de 2030, expresando que esta medida permitiría recuperar 20.000 empleos perdidos por el sector en los ocho años últimos.
La organización más activa en la defensa de una fuerte inversión en energía verde, es Greenpeace España. A principios de 2015 difundió un informe en el que se teorizaba acerca de las consecuencias del cambio de paradigma energético en cuanto a creación de empleo. Se presentaron tres escenarios de fuertes inversiones en renovables, durante el período 2015 a 2030, en el rango de 150.000 y 550.000 millones de euros, exponiendo que se crearían entre 820.000 y
3 millones de puestos de trabajo. El informe aceptaba, por tanto, que la inversión precisa por empleo verde es de 0,55 millones de euros, sin que se ofrecieran mayores justificaciones. Siguiendo con el planteamiento imaginativo, se entendía que el 70% del empleo generado lo habría de ser en
fabricación de maquinaria y equipos mecánico y eléctrico, que el 60% de los nuevos trabajadores
tendrían edades entre 25 y 45 años y que un 50% no precisaría otros estudios que la educación
primaria o secundaria y procederían del ámbito rural.
[pullquote]Se debería reconocer que no es posible precisar si el cambio de los modelos energéticos supondrá una mayor creación de puestos de trabajo de los que se perderán en los sectores de producción con energía fósil[/pullquote]
Si se separan deseos e intenciones de los datos de la economía real, se debería reconocer que no es posible precisar si el cambio de los modelos energéticos supondrá una mayor creación de puestos de trabajo de los que se perderán en los sectores de producción con energía fósil. Como se ha puesto de manifiesto, los procesos extractivos de estas energías -ya sea en yacimientos de carbón como de petróleo, e incluso en los de producción por fractura hidráulica, resultan más intensivos en mano de obra. Incluso para las tecnologías de base renovable, el proceso de producción de los equipos se normaliza fácilmente, y el mantenimiento y supervisión de las instalaciones es fácilmente monitorizable.
Dificultad de precisar un modelo global de crecimiento
Con todo, las previsiones optimistas apuntan a que en 2050 se alcanzará, a nivel mundial, el punto
de equilibrio laboral (puestos de trabajo perdidos respecto a los ganados en el sector energético). En un entorno con tal pluralidad de agentes y parámetros, técnicos, económicos y sociales, cualquier avance a tan largo plazo me resulta pura especulación.
Porque las previsiones de capacidad de generación de empleo renovable han de someterse a dos difíciles condiciones de contorno: la instauración de medidas políticas de apoyo inmediatas y la movilización de ingentes inversiones. Tampoco puede despreciarse la capacidad de resistencia de los sectores energéticos tradicionales. Se está procediendo, y en bastantes instalaciones de los países desarrollados se ha culminado ya el proceso, a la modernización de las centrales térmicas, de las redes de suministro y se están aplicando nuevos modelos de gestión que mejoran la eficiencia tanto de la producción como de la distribución.
[pullquote]Las previsiones de capacidad de generación de empleo renovable han de someterse a dos difíciles condiciones de contorno: la instauración de medidas políticas de apoyo inmediatas y la movilización de ingentes inversiones. Tampoco puede despreciarse la capacidad de resistencia de los sectores energéticos tradicionales[/pullquote]
Si se desea hacer referencia a la necesidad de nuevos empleos cualificados, la situación ha generado necesidad de profesionales para cubrir las asesorías relacionadas con la eficiencia energética, el mejor control de los consumos, el aislamiento de edificios y la mejora de su rendimiento térmico, la revisión de las redes de distribución, el aumento del autoabastecimiento, etc…
Los ingenieros- economistas y los poseedores de conocimientos transversales son especialmente
demandados.
También se mantiene la demanda de técnicos en energía nuclear. Las empresas de Francia y Alemania -aunque este último país decidió abandonar en su territorio la energía nuclear- que acumulan una fuerte experiencia en la fabricación, mantenimiento y control de centrales nucleares, están experimentando una sensible bonanza, apoyando las inversiones extranjeras en esta energía, y contribuyendo, con sus conocimientos, a que el desmantelamiento y demolición de las centrales obsoletas o paralizadas y la gestión de los residuos nucleares se haga con garantías.
La trilogía que forman las energías renovables, inversión y empleo tiene, en fin, muchas incógnitas por delante, que deben ser resueltas con la participación de innumerables protagonistas. Todos estamos llamados a serlo.
De los grandes actores -estados con mayor liderazgo político y capacidad económica y técnica; grupos empresariales e inversores de gran entidad; entidades multilaterales, asociaciones ecologistas y de consumidores, etc…-, unos, mantendrán o adquirirán un papel principal; otros, ascenderán de niveles secundarios para ocupar el centro de la escena. Y no faltarán quienes desaparezcan por el foro, sepultados o empequeñecidos por haberse confundido de representación o exagerado la importancia de su personaje. El final de la obra está por ver y el libreto se escribe mientras se actúa.
Ángel Manuel Arias, doctor Ingeniero de Minas y licenciado en derecho, Vicedecano del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas de Centro de España, vocal del Club Español de Medio Ambiente, consultor internacional y socio director del Bufete De Diego y Arias, SC
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.