La pregunta sobre qué pasará cuando acabe el confinamiento está en el aire. Volver a la normalidad es un deseo generalizado, pero debemos conocer los riesgos que conlleva. Un artículo publicado en la plataforma The Conversation expone algunas consecuencias de la pandemia, en temas como cambio climático, contaminación, biodiversidad, economía, educación e investigación.
Alberto Sanz
, profesor e investigador en el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Ambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), y Candela de la Sota, investigadora asociada en cambio climático y contaminación atmosférica del Stockholm Environment Institute, han realizado el citado artículo.
En él, exponen que la crisis global del COVID-19 salpica todo. Y que estamos deseando una vuelta a la normalidad. Pero eso no hace menos importantes los desafíos a los que nos enfrentábamos antes del confinamiento. Cuestiones como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad seguirán estando presentes y, además, conectados con la situación que vivimos. Así lo indica el artículo al que no s referimos
Emergencia climática y COVID-19
La pandemia ha forzado al confinamiento y a la reducción de actividades comerciales y de transporte. La consecuencia, por todas partes, ha sido una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente de la industria y del transporte por carretera.
Además, se ha reducido la contaminación de las ciudades, tanto en China, como en Europa. Esto es positivo para quienes habitan en grandes núcleos de población, normalmente sometidas a altos niveles de contaminación.
Se supone que ese descenso de contaminación podría hacer descender el número de muertes que se producen al año por polución en España. (La cifra está tomada de la OMS y de sociedades médicas que recoge la Agencia EFE). Y a esa reducción, indican, se pueden sumar los fallecimientos por COVID-19 evitados por el confinamiento.
Pero cuando acabe este periodo, los desafíos con respecto a cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad seguirán presentes. Y seguirán requiriendo medidas urgentes.
El artículo propone afrontar los próximos retos teniendo en cuenta ciertos factores, relacionados con la crisis actual.
1- Problemas ambientales del efecto rebote
Si la salida del confinamiento no se produce de forma escalonada, paulatina, se producirán picos en el consumo de bienes y servicios. La consecuencia directa será más emisión de gases de efecto invernadero y compuestos contaminantes. Inevitables puesto que nuestro modelo de producción sigue basado en el uso de combustibles fósiles. Al respecto dice el artículo:
“El efecto rebote, tan deseado desde el punto de vista económico, entraña un riesgo medioambiental serio. El repunte de emisiones podría incluso compensar la reducción registrada durante la etapa de confinamiento”.
2- Concienciación y educación ambiental
Además, indican, quienes trabajan en el ámbito de la ciencia y la sostenibilidad, los políticos y la sociedad civil no deben perder esta oportunidad. Es un buen momento para acercar a la ciudadanía las consecuencias de nuestras decisiones y hábitos cotidianos. Y añaden:
“Cómo nos movemos, cómo trabajamos y cómo nos alimentamos influye profundamente en problemas medioambientales de enorme calado, tiene repercusiones socioeconómicas graves y una incidencia transversal.
Seguramente esta crisis suponga nuestra entrada en una madurez como sociedad sin demasiados precedentes cercanos en el tiempo”.
Puede que esté surgiendo una conciencia de colectividad y corresponsabilidad social que nos ayuden a enfrentar los desafíos que tenemos como sociedad para el futuro. Hay signos sobre este cambio. Así: las muestras de generosidad; el apoyo mutuo; la importancia y puesta en valor de servicios públicos esenciales como la sanidad, la educación y la investigación.
Asimismo, es importante recordar que la contaminación de las ciudades puede estar relacionada con “una mayor incidencia de enfermedades cardiorrespiratorias como el COVID-19”.
El cambio climático ya está causando mucho sufrimiento en el planeta. Pero, además, puede acelerar la llegada de enfermedades y pandemias como la presente. En esa línea, afirman:
“Habremos de recordar que, si seguimos presionando los ecosistemas naturales con un consumo exacerbado de recursos y territorio, podemos acercarnos a focos de contagio. Podemos perder la capacidad de resistir el embate de eventos climáticos extremos. Perderemos, en definitiva, nuestra resiliencia como sociedad”.
3- Cambio de sistema
Indican los autores que la presente crisis es una oportunidad para modificar hábitos, asegurar un futuro digno a nuestra especie y a nuestra relación con el planeta.
“La forma en que trabajamos y la forma en que nos relacionamos podrían dejar de ser tan sumamente presencialistas y demandantes de recursos”.
Ponen el ejemplo del teletrabajo, que podría imponerse como norma y no como excepción. En el ámbito de la investigación, sin ir más lejos, puede que los congresos y reuniones científicas en remoto sean mucho más frecuentes.
Y todo ello redundaría en el impacto positivo sobre la mitigación de los gases de efecto invernadero.
4- La investigación, imprescindible
Es de esperar que la presente crisis se cebe con la inversión en educación y en I+D, tal y como ha ocurrido ya otras veces.
Por eso, finalizan:
“Si como sociedad no evitamos que esto ocurra, el riesgo de limitar nuestra capacidad de enfrentar los desafíos medioambientales antes mencionados (y otros en otros ámbitos directamente relacionados, como el de la salud) crecerá exponencialmente”.
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Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela