Una noticia se hacía eco de que la CNMV solicitaba a Indra, entre otras cuestiones, “información adicional sobre la evidencia que les lleva a concluir que es probable que los proyectos de desarrollo activados generen beneficios económicos en el futuro que compensen el coste del activo registrado”. Un análisis de Sara Sierra Navarro, Consultor Senior de Alma Consulting Group.
La activación de gastos de Investigación y Desarrollo (I+D) es un tratamiento contable que permite reconocer en el Balance de la empresa, aquellos gastos empleados en I+D que han dado origen a un activo del que la empresa espera obtener beneficios, contribuyendo a reflejar la imagen fiel de la misma. Además, el incremento del resultado de la cuenta de pérdidas y ganancias que conlleva la activación de gastos de I+D, no se tiene por qué traducir en un aumento en el pago de impuestos, ya que existe la posibilidad de aplicar libertad de amortización fiscal a los gastos de I+D, lo que convierte a la Activación de Gastos de I+D en una herramienta beneficiosa para las empresas, que no modifica la situación fiscal de las mismas.
En el Plan General Contable, los gastos de Desarrollo, a diferencia de los de Investigación, se deben activar obligatoriamente si se cumple una serie de requisitos. Éstos no se empiezan a amortizar hasta que no finalice el desarrollo, siendo el criterio de amortización la vida útil, con un límite de cinco años que admite prueba en contrario. A partir de los datos de empresas declarantes del Impuesto sobre Sociedades, se puede estimar que un total de 1.854 empresas realizaron la activación de gastos de I+D, por un total de 190 millones de euros de gastos activados por I+D.
9.500 millones de euros en gastos
Si tenemos en cuenta que, según el INE, las empresas españolas se gastaron en 2012 unos 9.500 millones de euros en I+D, estaríamos ante más de 9.300 millones de gasto de I+D no activado, lo que nos lleva a pensar que las empresas llevan a cabo proyectos de I+D con elevado riesgo tecnológico y existen dudas sobre su rentabilidad, o por el contrario, no se disponen de metodologías adecuadas para evaluarlas.
Volviendo al Plan General Contable, existen cinco condiciones que deben cumplir los gastos de Investigación y Desarrollo para poder activarse, siendo una de ellas el aseguramiento razonable de la rentabilidad económico-comercial del proyecto. Al igual que en el caso citado de la empresa Indra, esta condición es uno de los puntos de mayor dificultad que encuentran las empresas para dar de alta los gastos de I+D en su activo. Según la legislación vigente, cuando existan dudas razonables sobre el éxito técnico o la rentabilidad económico-comercial del proyecto, es obligatorio dar de baja los costes activados del proyecto, imputándose directamente a pérdidas del ejercicio.
El caso de Indra
En el caso de Indra, la compañía explicaba que el plazo de generación de beneficios se encuentra entre ocho y trece años. Además añadía que en todos los proyectos activados se encontraban finalizados al cierre del ejercicio, por lo que se estaban generando beneficios económicos. En este punto nos planteamos una pregunta fundamental, ¿es cierto que existe un retorno económico futuro de la innovación empresarial? ¿Cómo podemos valorarlo?
La innovación ha sido señalada, a veces sin fundamento científico suficiente, como un elemento clave de diferenciación a nivel macroeconómico. Según Porter (1990) la competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar. Es por ello que hoy en día, la innovación se entiende como un factor clave crucial en todos los niveles de la actividad económica de un país, lo que puede derivar en un aumento de su poder económico.
Si bajamos un poco de nivel y nos centramos en los sectores del mercado, la tasa media de retorno de la inversión en innovación varía bastante entre diferentes tipologías de empresas. Las empresas industriales son las que mayor rentabilidad obtienen de la inversión en innovación, sobre todo las empresas de media y alta tecnología, y menos las de servicios.
Un estudio realizado en España por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), asegura tras realizar un análisis econométrico de cuál era el impacto de la innovación en las empresas españolas, que invertir en innovación es rentable para las empresas.
A nivel microeconómico, esta relación es menos directa, ya que depende de cada empresa y proyecto, y de la gestión de los mismos, no pudiéndose afirmar que en todos los casos una inversión en I+D genere un beneficio económico futuro.
Las entidades que deseen activar sus gastos de I+D deberán realizar un análisis para evaluar el grado de certidumbre asociado al flujo de beneficios económicos futuros, que sea atribuible a la utilización del activo, a partir de la evidencia disponible en el momento del reconocimiento inicial, otorgando un peso mayor a la evidencia procedente de fuentes externas.
En este sentido, existen metodologías (tanto cualitativas como cuantitativas) para demostrar los beneficios económicos futuros o la rentabilidad económica comercial asociada a cada uno de los proyectos activados. Gracias a este tipo de justificación, las empresas que realicen inversión en I+D podrán reflejar los gastos de I+D en su balance, lo que les permite demostrar frente a terceros que poseen un activo intangible con valor económico.
Sara Sierra Navarro, Consultor Senior Financiación de la Innovación del Área Industrias Química y Automoción en Alma Consulting Group.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.