El director de Estudios y Apoyo técnico del Foro Nuclear, Antonio González, define el parque nuclear español como un objetivo estratégico para el cumplimiento de los objetivos de la transición energética. En su artículo de opinión de esta semana para EnergyNews, González argumenta las razones por las que no considera amortizadas las centrales nucleares, y explica las inversiones recurrentes y extraordinarias que se realizan en las centrales, el coste de las pruebas de resistencia desde el accidente de Fukushima y la sobrecarga fiscal que soportan.
La energía nuclear es una tecnología esencial en el sistema eléctrico español y debe cuidarse para alcanzar los objetivos de la transición energética que el Gobierno español está poniendo en marcha.
Desde el comienzo del verano se ha producido un importante incremento en el precio de la electricidad en el mercado mayorista. Este aumento viene motivado por razones ajenas al sector nuclear. Tratándose de un mercado marginalista, derivado de este incremento se está interpretando que las instalaciones nucleares están recibiendo una sobre retribución extraordinaria que no les correspondería –los denominados windfall profits-, ya que se esgrime que las centrales nucleares están amortizadas. Sin embargo, la realidad es que no lo están y que los precios mayoristas fluctúan en el tiempo, por lo que, según los distintos escenarios, no siempre se garantiza su viabilidad económica.
Tecnología intensiva en capital
La nuclear es una tecnología muy intensiva en capital. La inversión inicial para la construcción y puesta en marcha de una central requiere miles de millones de euros y, en consecuencia, se necesita un largo plazo para recuperar dicha inversión y ser amortizada. Pero, además, para mantener los altísimos niveles de seguridad y fiabilidad de los reactores españoles –que producen cada año más de una quinta parte de la electricidad que consumimos en el país- en condiciones óptimas (la seguridad es la prioridad esencial de los propietarios), a lo largo de la vida operativa del parque nuclear español se dedican más de 250 millones de euros anuales tanto para inversiones recurrentes como para inversiones extraordinarias.
Las primeras permiten la actualización tecnológica permanente de las plantas, con la implantación de los últimos desarrollos y la sustitución de algunos equipos y componentes de forma programada, evitando con ello la obsolescencia de los mismos y permitiendo la adaptación permanente a la nueva normativa, al tratarse de una tecnología altamente regulada. Las segundas se dedican a la sustitución de grandes componentes, como generadores de vapor o tapas de vasijas, para mantener una muy alta fiabilidad y disponibilidad de las centrales. El conjunto de ambas inversiones supone un importantísimo esfuerzo económico para los operadores de las centrales nucleares que, ejercicio tras ejercicio, se ha de abordar y amortizar en los plazos establecidos.
Adicionalmente, desde 2011 y tras el accidente de Fukushima, las centrales nucleares europeas han tenido que realizar pruebas de resistencia frente a sucesos externos extremos –más allá del diseño original-, que han derivado en inversiones de cientos de millones de euros para el parque nuclear español, inversiones recientemente completadas en el año 2017.
Por tanto, argumentar que las centrales nucleares españolas están obteniendo una altísima rentabilidad por el hecho de estar amortizadas es un concepto alejado de la realidad.
La fiscalidad del parque nuclear español
Por otra parte, las centrales nucleares españolas están sometidas a una sobrecarga fiscal que penaliza sus cuentas operativas, lo que puede poner en riesgo la continuidad de la tecnología líder en generación eléctrica en nuestro país y que más contribuye a evitar emisiones en el sistema eléctrico y, por tanto, a luchar contra el acuciante problema del cambio climático –tal como destaca el reciente informe del IPCC-, objetivo clave de los acuerdos medioambientales europeos e internacionales.
No se puede olvidar que en los últimos ejercicios el conjunto del parque nuclear español destina del orden de 1.000 millones de euros anuales a tributos, cánones y tasas, cerca del 40% de la facturación por la producción de electricidad.
Las centrales nucleares funcionan en base, ofertando su producción al mercado mayorista a precio cero; por tanto, no presionan en la formación de los precios en el mismo. La Ley de medidas fiscales para la sostenibilidad energética de diciembre de 2012 estableció impuestos específicos a la tecnología nuclear que habría que revertir para obtener una adecuada rentabilidad.
Además, hay que destacar la gran cantidad de empleo, estable y de altísima calidad y cualificación, que generan las centrales nucleares: como ejemplo, las más de 1.000 personas que cada unidad nuclear contrata, de media, en cada parada de recarga de combustible y mantenimiento.
En definitiva, no se puede prejuzgar una determinada fuente de generación sin conocer su realidad. La energía nuclear en España es la que más horas funciona, más electricidad produce y más ayuda a evitar las emisiones contaminantes. Deben existir unas reglas de juego equilibradas y neutras para todas las tecnologías y una retribución razonable para las centrales nucleares, por lo que lo más sensato es establecer mecanismos adecuados que permitan la viabilidad económica de las mismas.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.