En el artículo de opinión de esta semana, el director general de Acogen, Javier Rodríguez, realiza un exhaustivo y crítico análisis del trato que el PNIEC otorga a la cogeneración y, en consecuencia, de la ausencia total de sensibilidad con las necesidades de la industria calor-intensiva y electrointensiva. Rodríguez insiste en el papel decisivo de la industria, no sólo como motor económico y generador de empleo, sino como actor principal en una transición energética justa. Rodríguez recuerda: la pervivencia de la industria está sujeta a políticas energéticas concertadas, coordinadas y dialogadas.
La industria debe ser el “ojito derecho” de cualquier país que aspire a mantener equilibrada su economía, empleo y bienestar social. Los países con mejor y más industria son más resilientes a las crisis que en ciclos cortos aparecen en la economía globalizada, como la que se avecina. Basta ver el celo que prestan a sus industrias gobiernos como Alemania, Italia, Francia, Estados unidos, China o Japón. Es una cuestión de Estado.
España tiene sectores industriales líderes que compiten en mercados globales y a los que debemos potenciar para que lleguen a ser ese 20% del PIB
Aquí en España, a fuerza de dolernos el paro en la reciente crisis, hemos aprendido que la industria es clave para la prosperidad. Somos un país de turismo, de servicios, y con potencial, pero también tenemos sectores industriales líderes, potentes y competitivos que compiten en mercados globales y a los que debemos mantener y potenciar para que lleguen a ser ese 20% del PIB. Hay consenso de boquilla pero poca eficacia al hacer los fundamentos para retener y atraer industria.
La pesadilla del industrial: su energía y la transición energética
De los inputs de la industria –materias primas, costes laborales y energía– el más preocupante hoy es la energía. Las materias primas cotizan en mercados globalizados igual para todos, los salarios no, pero la energía es el factor local que mina nuestra competitividad industrial. Necesitamos una electricidad sistémicamente competitiva y un calor industrial igualmente competitivo, electricidad y gas competitivos y amigables climáticamente.
En España no se priorizan estructuralmente las necesidades industriales en las políticas energéticas y climáticas. Muchas directrices de los gobiernos de turno y pocas políticas que aterricen en la realidad. Así es imposible generar la confianza a largo plazo que requiere el inversor industrial.
Con la convocatoria de elecciones, los temas energéticos urgentes para la industria van contra reloj
Con la convocatoria de elecciones, los temas energéticos urgentes para la industria que lideraba el Ministerio de Industria –estatuto de industria electrointensiva, redes cerradas y cogeneración– van contra reloj, ojalá se regulen eficazmente con este Gobierno y se logre la continuidad con el siguiente, hechos y señales que falta hacen para muchas industrias y empleos.
La propuesta del Marco de Energía y Clima y del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) también han venido marcadas por las prisas, por el contexto electoral, sin consenso alguno y poca astucia de posicionamiento nacional en la UE, con desequilibrio evidente entre lo más climáticamente ambiental y eléctricamente renovable, a costa de la sostenibilidad económica de la energía.
Alinear el marco de energía y clima con la política industrial requiere más cogeneración
Claro exponente de la nula consideración del PNIEC con las necesidades de la industria es el tratamiento a la cogeneración
, un tiro al pie en contra de los objetivos europeos de cambio climático y eficiencia energética y contra la competitividad de la industria española.
Este Gobierno había venido hasta ahora apoyando la cogeneración en consenso con todo el arco político, dada su relevancia para lograr industrias eficientes. Reducir el peso de la cogeneración supone un error estratégico, cuando en Alemania, por ejemplo, en su plan equivalente se incrementa más de un 15%.
Este PNIEC cerraría una de cada tres plantas de cogeneración asociadas a industrias calor-intensivas
Este PNIEC cerraría una de cada tres plantas de cogeneración asociadas a industrias calor-intensivas, generando una gran pérdida de competitividad a más del 5% del PIB industrial. Si nuestro Gobierno aspira a mantener e incrementar su industria y a lograr los objetivos de descarbonización y eficiencia, no puede quedarse a la cola de Europa en cogeneración.
Hace diez meses, el informe del Grupo de Expertos del entonces Gobierno apoyaba un crecimiento de la cogeneración del 34% a 2030. El PNIEC plantea decrecerla, precisamente, el 34%. No se entiende semejante bandazo. Si queremos tener industrias, España necesita dotarse de políticas energéticas concertadas, coordinadas y dialogadas.
Las industrias intensivas en calor que emplean cogeneración (papeleras, alimentarias, cerámicas, químicas, refino, automóvil, farmacéuticas, automovilísticas, etc.), para fabricar el 20% del PIB industrial, consumen grandes cantidades de energía en forma de calor y electricidad: el 25% de la energía final de toda la industria española o lo que es lo mismo el 5% de la energía del país, incluyendo el 6% de la demanda nacional de electricidad.
La cogeneración genera el 11% de la electricidad nacional y todo el calor que necesitan sus industrias asociadas
Si queremos seguir fabricando productos en España, es evidente que -se produzca con cogeneración o con otras tecnologías menos eficientes-, la demanda de electricidad y calor de la industria seguirá ahí. Y si queremos que estas demandas sean eficientes y competitivas, solo podremos hacerlo con cogeneración que genera el 11% de la electricidad nacional y todo el calor que necesitan sus industrias asociadas.
El calor industrial no puede electrificarse
Me pregunto si sabe el Gobierno que razones técnicas y económicas impiden electrificar el calor industrial pues se multiplicaría por tres su coste energético
. La electricidad producida con cogeneración –con garantía de potencia y la más estable del sistema con >8000 horas/año-, tampoco puede reemplazarse con electricidad renovable (i.e. solar <1.800 o eólica <2.500 horas horas/año). Por eso, retroceder en cogeneración es despilfarrar emisiones, recursos económicos y energías que necesitan nuestras industrias.
Más cogeneración es menos CO2, más ahorro de energía y más industria
Mientras necesitemos generación térmica con garantía de potencia no renovable (léase gas natural en el mejor de los casos), la cogeneración seguirá siendo la tecnología que ahorra más energía y más emisiones, con toda una serie de beneficios asociados a su generación distribuida, ahorros en redes, flexibilidad y calidad de suministro.
Desde el prisma energético y desde la perspectiva industrial, ningún gobierno realista perjudicaría a sus industrias intensivas en calor más eficientes cerrando sus cogeneraciones. Y además, la cogeneración y sus industrias asociadas están en una posición privilegiada para aprovechar a escala comercial los desarrollos del gas renovable (biogás, biometano e hidrógeno) que tanto pueden aportar al país.
La propuesta de PNIEC comete un gran error con la cogeneración e ignora las necesidades de las industrias que mantienen más de 200.000 empleos directos
La propuesta de PNIEC comete un gran error con la cogeneración e ignora las necesidades y aportaciones de las industrias que mantienen más de 200.000 empleos directos. Y el error es doble porque deja de aprovechar los mayores ahorros de emisiones y de energía que se logran con la cogeneración. Europa debería recriminar que España plantee cerrar cogeneraciones en lugar de aprovechar su potencial.
Para las industrias que emplean la cogeneración lo acertado es acometer la transición energética de todas las cogeneraciones existentes que alcancen el final de vida útil entre 2021-2030 (2.589 MW frente a 1.200 MW que contempla el borrador del PNIEC), sin discriminaciones y potenciando una transición justa para todas las tecnologías y actividades industriales. También hay que aprovechar el potencial técnico y económico evaluado y comunicado a la UE para implantación de nueva cogeneración, desarrollando 1.838 MW nuevos en diez años.
Confío en que el proceso de consultas abierto y el imprescindible consenso tras las elecciones, logren equilibrar industrial y económicamente este marco estratégico a 2030. Y creo que no debería caer en balde el trabajo que hace diez meses realizó la comisión de expertos de transición energética. Hay un punto intermedio entre la preocupación economicista y el necesario ecologismo. Confiemos en que el próximo Gobierno acierte a concertar el marco de energía y clima con una mayor integración de su sector industrial como garantía de acertar con lo que el país necesita: hay que mirar a los ojos a la industria.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.