McKinsey
ha elaborado su nuevo informe Global Energy Perspective 2022 (Perspectiva Mundial de la Energía). Según señala dicho informe, la transición energética sigue ganando fuerza. En el escenario actual, la adaptación a sistemas energéticos con bajas emisiones de carbono está experimentando un fuerte impulso. Entre las previsiones, el techo de demanda de petróleo, entre 2025 y 2027, el liderazgo de las renovables y las tecnologías de descarbonización.
El informe presenta perspectivas específicas por cada combustible, como el gas natural, el petróleo, el carbón o el hidrógeno. Asimismo, una visión del papel que juega la tecnología de captura, almacenamiento y uso del carbono (CCUS) en la descarbonización del sector energético.
Entre las principales conclusiones del informe de McKinsey, y más allá de la citada del techo de demanda de petróleo: el papel de liderazgo de las energías renovables en la transición energética. Las previsiones apuntan a que se multiplicarán por tres de aquí a 2050. Por tanto, el 50% de la generación mundial en 2030 será de fuentes renovables; el 80 o 90% en 2050.
Además, la demanda de hidrógeno crecerá entre 4 y 6 veces hasta 2050. Su impulso principal partirá del transporte por carretera, marítimo y aéreo. Para mediados de siglo, representará el 10% del consumo mundial de energía final.
Igualmente, calculan que la economía mundial crecerá, como la población, hasta dos mil millones de persona. Sin embargo, el crecimiento del consumo de energía se reducirá, aumentando sólo en un 14% para 2050. Esta continua reducción de la intensidad energética del PIB es un factor clave, impulsado por una mayor eficiencia de uso final en: edificios, transporte e industria.
Previsiones de McKinsey
Según David González, senior partner de McKinsey y líder de la práctica de Energía y Materiales en España y Portugal.
“En los últimos años hemos visto cómo la transición energética se va acelerando. La publicación anual de este informe nos permite observar cómo el pico de demanda de petróleo se ha ido aproximando en el tiempo. Considerando nuestro escenario de referencia, el pico máximo podría ocurrir en un plazo de tres a cinco años, debido principalmente al incremento en la adopción de vehículos eléctricos”.
Con respecto a las inversiones en energía en el futuro, el informe de McKinsey señala que se dirigirán a renovables y tecnologías de descarbonización. Por otro lado, la CCUS se posiciona como una de las palancas más adecuadas para la descarbonización, a partir de una penetración casi inexistente hoy. Y con oportunidades de inversión que superan a los mercados de gas natural licuado (GNL) actuales. Según David González:
“Será necesario capturar de dos a cuatro gigatoneladas de CO₂ mediante CCUS para el 2050. Es decir, el equivalente al 10% de las emisiones actuales. Así se podrá descarbonizar las industrias pesadas en las que los combustibles fósiles siguen desempeñando un papel importante”.
Otro tipo de energías, como solar o eólica, también se han visto impactadas por el desarrollo tecnológico y la optimización de la cadena de suministro. De hecho, el coste de la energía solar ya se ha reducido a la mitad; mientras, los costes de la energía eólica han disminuido en casi un tercio.
Como consecuencia, el 61% de la nueva instalación de capacidad renovable ya tiene un precio más bajo que las alternativas de combustibles fósiles.
Compromiso global
Los mercados energéticos mundiales se enfrentan a un escenario incierto cargado de retos sin precedentes en el sector. Tanto es así que se espera que la proporción de energías renovables en la generación de energía mundial se duplique en los próximos 15 años.
Sin embargo, los planes de emisiones cero de los gobiernos y el impulso de los vehículos eléctricos no permitirán bajar el calentamiento global de 1,7° en 2100. Una cifra que excede la planteada como objetivo en la COP26.
Para conseguir ese objetivo, según McKinsey, las reformas y transformaciones deberían ser más ambiciosas.
En el contexto de la COP26, 64 países que representan el 89% de las emisiones mundiales de CO₂ han hecho compromisos de cero emisiones. Por su parte, las empresas del sector privado siguen aumentando sus objetivos de descarbonización.
Sin embargo, para poder mantenernos en el camino hacia los 1,5°C parece necesario que el sistema energético mundial acelere de forma significativa su transformación. Es decir, que paseo del uso de combustibles fósiles hacia la eficiencia, la electrificación y nuevos combustibles de manera más rápida.
Para ello, será necesario un importante aumento en inversiones en todos los sectores. Además, que las regulaciones que exigen una mayor proporción de energías renovables, CCUS, o combustibles sostenibles, den el soporte necesario para estimular estas inversiones a corto plazo.
Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela