Hoy, en nuestro Club de Expertos, reanudamos la serie de «Mitos energéticos del eco-modernismo» de Raquel Montón. En este sexto artículo, la responsable de las campañas de Energía Nuclear y Movilidad en Greenpeace pone en tela de juicio la necesidad de ampliación de la vida útil de las centrales nucleares.
“No tenemos más remedio que ampliar la vida de nuestras nucleares”. Esta afirmación dista mucho de las necesidades del sistema eléctrico y de la realidad, y el ejemplo más cercano fue el proceso de cierre de la central nuclear de Garoña.
Los gobiernos del 2008 y 2011 decidieron extender la vida útil de Garoña, el primero hasta 2013 y el segundo hasta 2031, pero ninguno pudo llegar a hacerlo y finalmente el Ministerio de Energía en 2017 tuvo que denegar la renovación. Los motivos fueron la falta de certidumbre para operar con seguridad, la falta de interés del operador, Iberdrola y Enel-Endesa, y por el impacto nulo que supondrá en el sistema eléctrico, dando paso al desmantelamiento de la central nuclear. El primer argumento para ampliar su funcionamiento fue era que era necesaria para garantizar la seguridad del suministro, posteriormente para ayudar a bajar la factura de la luz, y al final para evitar emisiones de CO2. El primero de los argumentos no es cierto y es lo que se explica en este capítulo, respecto del segundo depende de las reglas del juego, es decir del mercado eléctrico; y del tercero hablaremos en el siguiente artículo.
La seguridad de suministro ya está garantizada
En primer lugar el propio funcionamiento de nuestro sistema eléctrico desmiente la presunta falta de garantía de suministro. Utilizando los datos de Red Eléctrica de España (REE), podemos ver que ha ocurrido en cuatro de los últimos sábados de los meses de octubre, noviembre y diciembre del año pasado, en los que estaban funcionando seis, cuatro y cinco de los siete reactores nucleares operativos que hay en España en la actualidad. Esta sencilla información ya indica que la seguridad de suministro está sobradamente garantizada
en la actualidad, aún cerrando hoy mismo tres reactores. Además, una mirada a los datos de REE refleja que a las 21:00 horas, que es el momento de mayor demanda eléctrica y en el que la aportación de las renovables solares no existe, la reducción de emisiones se consigue por el mayor porcentaje de renovables cuando la aportación de origen nuclear es semejante.
2035 como fecha límite
En segundo lugar ha quedado desmentido por el acuerdo del calendario de cierre para las centrales nucleares acordado por el Gobierno y los operadores, y que ha quedado reflejado en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC). A lo largo de los próximos años irán cerrando los dos grupos de Almaraz, Ascó I y Cofrentes antes de 2030 y permanecerán abiertas las centrales de Asco II, Vandellós y Trillo, hasta 2035 como máximo.
La energía nuclear y el carbón son sustituibles
En tercer lugar quedó demostrado por el Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) que realizó, por encargo de Greenpeace, un Estudio técnico de viabilidad de escenarios de generación eléctrica en el medio plazo en España (1), y demuestra que es viable técnicamente sustituir la potencia nuclear y de carbón en los horizontes estudiados (2025 y 2030), tanto desde el punto de vista de cobertura de demanda, como del de la estabilidad de frecuencia. La seguridad de suministro está totalmente garantizada, porque el análisis se ha realizado con todos los parámetros de seguridad y en base a la peor de la serie histórica de producción hidráulica y eólica. Existen varias opciones, que se diferencian en términos económicos y de emisiones, sin que las diferencias sean grandes. Las diferencias en términos de emisiones de CO2, si bien es cierto que las centrales nucleares no emiten CO2 en el proceso de fisión nuclear, no son inocuas a este respecto si se considera todo el ciclo completo, aunque desde luego este no es su talón de Aquiles, sino la producción de residuos radiactivos y la posibilidad de incidentes y accidentes. Por lo tanto no son de ninguna manera “la mejor opción” para mantener un sistema descarbonizado, la mejor opción son las renovables. Pero para más detalle, se puede consultar el artículo anterior de esta serie (2). Por otra parte este estudio solo cuantifica las emisiones anuales, y exclusivamente las asociadas al sector eléctrico. Pero desde el punto de vista climático y atmosférico lo relevante es la acumulación de emisiones, por lo tanto la aceleración de un sistema completamente renovable, que además pueda acelerar la descarbonización del sistema energético completo puede significar que el cómputo total de emisiones de todo el sistema en 2050 (que es lo que realmente importa) sea más favorable acelerando la implantación de renovables. No obstante ahondaremos más en el siguiente capítulo. Capítulo 7, “La energía nuclear es la forma más barata de reducir las emisiones de CO2″.(1). Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) para Greenpeace, marzo 2018. “Estudio técnico de viabilidad de escenarios de generación eléctrica en el medio plazo en España”. https://www.iit.comillas.edu/publicacion/mostrar_publicacion_informe.php.es?id=83(2). Mitos energéticos del eco-modernismo (5 de 9). La gran coartada de la energía nuclear es que “es favorable para cumplir con los objetivos climáticos”, y el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) y la Comisión Europea argumentan a favor. https://www.energynews.es/raquel-monton-energia-nuclear/
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.