Mañana, día 5 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Es un día señalado para que nos recuerden la importancia para el futuro que tiene utilizar de forma racional y responsable la energía. Sin embargo, los datos apuntan a que los españoles no nos preocupamos de la eficiencia energética, a pesar de lo que significa para el planeta. Y, además, para el bolsillo.
El Día Mundial de la Eficiencia Energética se estableció en 1998
. Se intentaba señalar la importancia de cuidar y hacer un uso consciente y responsable de la energía, fundamental para la vida.
No está muy claro por qué muchas personas piensan que “eficiencia energética” es sinónimo de falta de confort y comodidades. Y por qué no profundizamos en la idea de conseguir utilizar de forma responsable los recursos que se nos ofrecen. Quizás el problema radica en que no hemos llegado a la conclusión de que la eficiencia energética no sólo mejorará nuestra calidad de vida, sino nuestro bolsillo.
Además, la eficiencia energética es un punto fundamental en estos momentos de emergencia climática. Nuestras decisiones, aunque parezcan pequeñas, podrán ayudar en su conjunto a mejorar la vida en el planeta.
Alerta sobre pérdida de eficiencia energética global
Hemos hablado en otras ocasiones de este señalado día a nivel global. Pero en esta ocasión pesan sobre él los datos que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) daba sobre el tema hace pocos meses. La agencia tiene en la eficiencia energética una preocupación importante.
Según la AIE, los progresos en eficiencia energética en el mundo se han ido ralentizando año a año desde 2016. De hecho, 2018 apenas tuvo un avance de 1,2%, la tasa más reducida desde que comenzó la década. Por su parte, los objetivos de mejora estaban fijados en un 3%, algo que podía conseguirse perfectamente, según la agencia. Y entre las causas, según indicaba entonces el director general de la AIE, Fatih Birol, la inacción y la falta de políticas ambiciosas.
Varios factores explican la ralentización en la eficiencia energética -que mide la capacidad de aumentar la producción económica con la misma cantidad de energía consumida-. Entre ellos, mayor demanda de la industria y del consumo y el mayor uso de combustibles contaminantes.
Además, ciertas tendencias, como mayores viviendas, más dispositivos en el hogar, modos de transporte, coches más grandes, falta de diseño ecológico y mediambiental de fabricantes, etcétera.
Estudio
Además de la necesidad de políticas, a nivel global, que tiendan a dar una mayor eficiencia energética, deberíamos concienciarnos a título particular. Las acciones que tomemos pueden ayudar, ¡y mucho!
Pero parece que la eficiencia energética no es una de nuestras preocupaciones, según un estudio del comparador Acierto. Eso a pesar de que el cálculo que estima el comparador es de una ahorro que podría llegar hasta los 2.000 euros anuales. Y la fórmula no es complicada: renovar los viejos electrodomésticos, ya que contar con unos eficientes nos ahorraría alrededor de 400 euros; lavar la ropa a 40 grados en lugar de a 60; ajustar la temperatura del frigorífico; optar por bombillas de bajo consumo; apostar por el aislamiento para evitar pérdidas es otro punto clave, que supone el 30% del total.
La investigación realizada por el comparador empieza por la eficiencia energética de nuestros edificios, que deja mucho que desear. Ocho de cada diez son deficientes en ese aspecto, lo que es preocupante. Especialmente preocupante si tenemos en cuenta que los edificios son culpables del entre el 25 y el 35% de las emisiones.
Pero el problema es que más de la mitad de nuestros edificios tienen más de 40 años de antigüedad. De ahí que sean vitales las medidas y ayudas públicas.
A título particular
Pero los ciudadanos también debemos asumir un papel más activo en este tema y debemos empezar por ahondar en un mayor conocimiento sobre el tema.
En relación con la calificación energética, el estudio indica que es el factor que menos influye a la hora de comprar una vivienda. Eso a pesar de que esa elección puede suponer hasta un 40% de ahorro de energía y el consiguiente ahorro económico.
Otro punto del estudio es lo poco que queremos invertir en la conservación o mejora de nuestros edificios. Sólo 2 de cada 5 personas están dispuestas a hacerlo. Algo que va en contra de la eficiencia y el ahorro de energía.
Otros hábitos
También asombra en el estudio la cifra de personas que no miran si los electrodomésticos que compran son, o no, respetuosos con el medio ambiente o eficientes. 8 de cada 10 consumidores reconocen que no les importa en absoluto. Lo importante para ellos es el precio.
Y un par de datos más:
«No nos fijamos en el envasado de los productos y casi 4 de cada diez personas no recicla. Incluso no pensamos en los beneficios de adquirir un coche menos contaminante para el medio ambiente, en no utilizar el “standby” de los dispositivos para consumir menos, en cambiar las bombillas por las de bajo consumo o en utilizar termostatos inteligentes, como ejemplos sencillos».
Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela