La actuación sobre las instalaciones de calefacción centralizadas para dotarlas de sistemas que permitan el reparto de costes entre sus usuarios no incide de manera directa sobre la instalación ni mejora su eficiencia energética, pero sí modifica la manera en la que los usuarios la utilizan. Es decir, es una medida que fomenta el ahorro de energía y de dinero en las viviendas.
El primer principio para conseguir un uso racional de la energía, es que cada usuario asuma el coste de su consumo. De este modo, cuando una instalación térmica se dota de dichos contadores o repartidores de costes que permiten distribuir los gastos de su utilización, de acuerdo con el gasto que se registre por cada usuario, se está ofreciendo el derecho a pagar en función del uso que se hace de la instalación.
Así, aquellos usuarios que gasten menos energía en calefacción, tanto por su régimen de actividad (ej.: cierre de radiadores en habitaciones sin uso o ausencias prolongadas), como por las características de su vivienda o local (ej.: pisos intermedios orientados al sur) o por las mejoras que hayan introducido (ej.: ventanas con buen aislamiento) pagarán menos proporcionalmente por los gastos de calefacción.
Ahorros del 40%
De acuerdo con las estimaciones del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), así como por las experiencias en países de Europa desde hace más de cuarenta años, el ahorro de energía para el conjunto de los usuarios con el reparto individualizado de los gastos suele ser superior al 30%.
La solución ideal para repartir gastos sería dotar a cada usuario, si fuera posible, de un contador de energía, pues es el dispositivo que contabiliza de manera exacta la energía que consume cada vecino, siendo ese el dato que se emplea directamente en la facturación o el reparto de costes.
Sin embargo, en edificios existentes que, en muchos casos, tienen la distribución del agua de calefacción por columnas (verticales) no es viable que cada usuario tenga un único contador, por lo que la solución más adecuada es utilizar repartidores de costes montados sobre los radiadores. Estos dispositivos, que no modifican la instalación de calefacción ni requieren obras para su montaje, estiman la energía que cede cada radiador, de manera que al disponer todos los vecinos del mismo sistema, teniendo en cuenta esas lecturas, se pueden repartir proporcionalmente los gastos de calefacción entre cada uno de ellos.
Evidentemente, existen ciertos gastos de los sistemas de calefacción que no dependen del uso, por lo que lo más adecuado es establecer un sistema doble de reparto, en el que un cierto porcentaje de los gastos (normalmente entre el 20 y el 40%) se destine a cubrir aquellos que no dependen del consumo individual (pérdidas de energía de generación en calderas o en las tuberías de distribución) y el resto (entre el 80 y el 60%) se reparta proporcionalmente al consumo que registran los repartidores de cada usuario (gasto en emisión de calor en radiadores).
Existen diferentes modelos de gestión de la lectura, reparto de gastos y facturación de las instalaciones de calefacción que cuentan con estos sistemas, de manera que en cada edificio se puede optar por el que más se ajuste a sus necesidades, definiendo cuestiones como: compra o alquiler de los equipos de medida y/o del sistema de lecturas; frecuencia de lecturas (diaria, semanal, mensual, bimestral, una por temporada, etc.); frecuencia de facturación (mensual, bimestral; cuota fija con regularización anual, etc.); facturación con medios propios o subcontratados.
Normativa
En edificios de nueva construcción, desde que en 1999 entró en vigor del Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) aprobado mediante Real Decreto 1751/1998, de 16 de julio, la instalación de cada usuario de un edificio con sistema de calefacción centralizada debe disponer de un contador que permita repartir los costes de acuerdo con el consumo.
En cuanto a los edificios existentes, el artículo 9 de la Directiva 2012/27/UE, relativa a la eficiencia energética impone varias obligaciones relacionadas con la contabilización individualizada de los consumos de energía, entre ellas la relativa a la energía térmica de los sistemas de calefacción centralizados. Se pretende que el consumidor tenga derecho a pagar en función de lo que gasta y a conocer su consumo de manera periódica para poder adecuar el uso que hace de la energía.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.
Alguien debería explicar,como se puede ser tan contradictorio, con la aplicación de la normativa, referente al ahorro de energía.
Como se puede estar permanentemente implantando,la obligación de instalar controladores, sobre los consumos en instalaciones centralizadas de calefacción y a su vez. Permitiendo el despilfarro,con las instalaciones de calefacción con calderas individuales,en viviendas. ¿Quien paga el consumo de calentar el edificio ó inercia? sobre todo en el caso segundo.
¿Donde esta el negocio, en los sistemas de calefacción centralizados y sus añadidos o en los sistemas con calderas individuales, en el recibo del gas?