Bornholm es una pequeña isla de 588 km cuadrados y 40.000 habitantes. En el mapa se sitúa a unos 200 kilómetros al este de Copenhague, capital de Dinamarca. Pero esta pequeña isla danesa está dando lecciones de sostenibilidad al mundo.
La pequeña isla danesa que está dando lecciones de sostenibilidad al mundo decidió reinventarse hace dos décadas. Lo más característico de su orografía son los farallones, rocas que se alzan sobre el mar , cerca de la línea de costa, originados por por la acción erosiva de las olas sobre las partes más blandas de un acantilado.
A finales de los años 90, las reservas pesqueras del mar Báltico cayeron de forma considerable. Los farallones de Bornholm se resintieron fuertemente por lo que el Gobierno de la zona decidió que había llegado el momento de iniciar un nuevo camino. Por aquél entonces, la isla recibía energía a través de un cable submarino que la conectaba con Suecia y su principal fuente de ingresos era el petróleo.
La isla danesa que cambió el petróleo por el viento
Apostaron entonces por la sostenibilidad.
Durante las dos últimas décadas, los isleños han construido más de 35 turbinas eólicas de gran tamaño, así como diversos generadores eólicos que producen electricidad que se utiliza para dar suministro a los hogares y las centrales energéticas. Como materia prima queman paja, gránulos de madera y residuos.
Los habitantes de Bornholm también han instalado contadores inteligentes que organizan sus sistemas de calefacción. Hasta los congeladores han sido empleados para equilibrar el suministro eléctrico.
“Bornholm estaba en una especie de crisis; necesitábamos encontrar la manera de generar empleo, de trabajar para ser autosuficientes, de crear valor y hacer que ese valor se quedara en la isla”, explica Winni Grosbøll, que desde 2010 es la alcaldesa de este municipio danés, en declaraciones recogidas por el diario El Pais.
Ahora el cable solo suministra un tercio de la electricidad, mientras que el viento proporciona el 40%; el vapor originado en las plantas de combustión de virutas de madera, el 20%; una central de biogás, el 4%; y la energía solar fotovoltaica, el 3%.
Además, el 80% de los hogares posee calderas cuyo sistema hidráulico está impulsado por la incineración de residuos, paja, biogás y virutas de madera.
El ejemplo que quieren imitar
Veinte años después de la instalación de los primeros aerogeneradores, Bornholm no solo es más sostenible y próspera. La pequeña isla danesa se ha convertido en referente para gobiernos y empresas que la visitan para financiar o estudiar las medidas aplicadas.
También ha sido premiada por el impulso dado al uso de energías renovables.
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre energía y acerca de cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas.