La Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua, plantea un nuevo reto: no bajar la guardia en la lucha contra el cambio climático tras la crisis causada por la pandemia global del COVID-19. La idea es que las emisiones de gases de efecto invernadero no se disparen como ha ocurrido en otras recesiones económicas anteriores.
«Los esfuerzos para controlar la pandemia del coronavirus han desplomado la actividad económica y mejorado la calidad del aire en diversas partes del mundo», recuerdan desde la organización.
La OMM ha precisado que aún es «demasiado pronto» para evaluar el impacto del nuevo coronavirus en las concentraciones de gases de efecto invernadero. Pero que los niveles de dióxido de carbono (CO2) en las principales estaciones de observación han sido más altos en lo que va de año respecto de los de 2019.
La reducción de emisiones no son un sustituto de las líneas de acción
La OMM subraya que los recortes en las emisiones por la crisis económica provocada por el Covid-19 no son un sustituto de la acción climática para frenar el calentamiento global.
«A pesar de las reducciones locales en la contaminación y la mejora en la calidad del aire, sería irresponsable minimizar los enormes desafíos de salud global y la pérdida de vidas como resultado de la pandemia del Covid-19», apunta el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, quien añade que conviene considerar cómo usar los paquetes de estímulo económico para apoyar un cambio a largo plazo hacia «prácticas comerciales y personales más amigables con el medio ambiente y el clima».
«La experiencia pasada sugiere que la disminución de las emisiones durante las crisis económicas es seguida por un rápido aumento. Necesitamos cambiar esa trayectoria”, apostilló. «El mundo necesita demostrar la misma unidad y compromiso con la acción climática y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contener la pandemia de coronavirus. El fracaso en la mitigación del cambio climático podría conducir a mayores pérdidas económicas y de vidas humanas durante las próximas décadas».
Emisiones y concentraciones
Las emisiones de gases de efecto invernadero representan lo que se expulsa a la atmósfera, mientras que las concentraciones son lo que queda en la atmósfera tras un complejo sistema de interacciones entre la atmósfera, la biosfera, la litosfera, la criosfera y los océanos.
Según un análisis de Carbon Brief, las emisiones de CO2 cayeron un 25% durante cuatro semanas en China por el bloqueo y la reducción de la actividad económica para frenar el coronavirus.
El dióxido de carbono (CO2) es el principal gas de efecto invernadero de larga duración, pues permanece en la atmósfera y los océanos durante siglos. Su concentración atmosférica media fue de 414,11 partes por millón (ppm) en el observatorio de Mauna Loa (Hawái), que es el más antiguo del mundo, en comparación con 411,75 ppm de febrero de 2019.
En otra estación de referencia, la de Cape Grim en Tasmania, los niveles promedio de CO2 fueron de 408,3 ppm en febrero, frente a 405,66 ppm en ese mismo mes del año pasado, según la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (CSIRO, por sus siglas en inglés). Cerca de un cuarto de las emisiones totales son absorbidas por los océanos y otro cuarto por la biosfera terrestre, incluidos los bosques y la vegetación, que actúan como sumideros de carbono.
De forma natural, la biosfera terrestre absorbe una cantidad similar de CO2 de la que se libera en un ciclo estacional, por lo que los niveles globales medios de dióxido de carbono generalmente aumentan hasta abril o mayo.
Este efecto natural es mucho mayor que las reducciones de emisiones relacionadas con la reciente desaceleración económica. Por tanto, la OMM consideró «demasiado pronto» extraer conclusiones firmes sobre la importancia de la crisis económica derivada del Covid-19 en las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero.
Después de la crisis financiera mundial de 2008-2009, se siguió un fuerte crecimiento de las emisiones en las economías emergentes, un retorno al crecimiento de las emisiones en las economías desarrolladas y un aumento en la intensidad de los combustibles fósiles de la economía mundial, según un estudio en Nature Climate Change.
Fuente: Servimedia
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre energía y acerca de cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas.
Desde ya, la OMS, debe planificar mediante la adecuada publicidad y aportando los medios oportunos, así como forzando a los gobiernos del mundo, a evitar que pasada la pandemia, el planeta vuelva a tener la misma o parecida cantidad de contaminación, tanto por el uso de calefacciones, aires acondicionados y vehículos contaminantes como ha tenido hasta el inicio de la pandemia. De lo contrario el mundo seguirá con las muertes y enfermedades producidas por la segunda pandemia en que se ha convertido la contaminación atmosférica. No menos letal que la pandemia del Cov 19.
De todo se aprende y debemos sacar una lección de lo ocurrido, que demuestra lo frágil que es el ser humano y que debe prevenir en lugar de curar, ya que es muchísimo más caro lo segundo tanto en vidas humanas como económicamente. No debemos tropezar dos veces en la misma piedra.