La transición climática es un imperativo ético y una oportunidad; debemos adaptarnos y adaptar nuestra forma de producir, de consumir, de vivir y así proteger la vida y el planeta ahora y para las generaciones venideras. Si lo hacemos bien, nos vamos a beneficiar todos, pero en los ajustes necesarios para lograrlo nadie ni nada debe verse apartado. La transición deberá ser una transición justa. También para la industria electrointensiva, porque no debemos olvidar que este es un proceso en el que la industria juega un papel clave que precisa que la política energética y la industrial vayan coordinadas y en paralelo.
Reto para la industria electrointensiva
El reto de la transformación energética e industrial que abordamos es enorme y en ella los electrointensivos españoles (siderurgia, metalurgia, gases industriales, química, y otros) seguiremos trabajando en la mejora de nuestra eficiencia energética, en la reducción de las emisiones y apoyando la integración de las renovables. En todo ello, nuestras empresas profundizarán y continuarán optimizando sus procesos industriales, invirtiendo en innovación y en digitalización. Porque este camino hacia una economía descarbonizada supondrá fuertes inversiones que precisarán de materiales básicos, que son precisamente los que nosotros producimos, y también en nuevas tecnologías como el secuestro de carbono o el almacenamiento de energía o de hidrógeno.
Desventaja competitiva con Europa
La contribución de la industria electrointensiva es fundamental para el desarrollo de todos estos ambiciosos planes. Es una gran oportunidad para España en la que debemos y queremos seguir produciendo aquí y no vernos desplazados por otros competidores con mayor apoyo de sus legisladores o con menores exigencias medioambientales. Pero en España, los industriales electrointensivos pagamos la electricidad mucho más cara —hasta 20 o 25 €/MWh según estudio Monitor Deloitte 2019— que lo que pagan esos industriales competidores de Alemania o de Francia, por lo que esa diferencia nos genera a nosotros una pérdida de competitividad a pesar del esfuerzo que hemos hecho y seguimos haciendo por elevar la alta eficiencia en nuestros procesos.
La competitividad de la industria básica que produce en España está comprometida por ese diferencial en su factura eléctrica, un problema de enorme magnitud dada nuestra extrema sensibilidad al coste eléctrico, que supone entre el 10 y el 50% de todos nuestros costes de producción, marcando la viabilidad o no de nuestra actividad.
Nuestras industrias, además de su gran aportación al PIB, mantienen empleo estable y de calidad, exportan, generan riqueza para el país —y especialmente en las zonas donde estamos implantados—, y cuentan con un patrón de consumo eléctrico que favorece la integración de las energías renovables, a este respecto recuérdese que el Plan Integrado de Energía y Clima PNIEC (2021-2030) prevé para esta década la integración de grandes contingentes de energías renovables no gestionables que, junto al cierre de parte del parque de generación térmica, hará indispensable la contribución de la industria electrointensiva que, con su gestión de la demanda, aportará la flexibilidad necesaria para lograr el éxito de esa integración.
La retribución al servicio de interrumpibilidad servía en el pasado para paliar en parte el gran diferencial de precio eléctrico, pero para 2020 es tan mínima que, o se aprueba el Estatuto de Consumidores Electrointensivos con medidas como las que ya disfrutan nuestros competidores europeos, o nos veremos en una situación realmente crítica. Todos recordamos que el RD 20/2018 de medidas urgentes para mejorar la competitividad de la industria reconocía ese coste eléctrico mucho más caro que el de nuestros competidores europeos y su merma de nuestra competitividad y para solventarlo daba un mandato al Gobierno para elaborar en 6 meses el citado Estatuto.
Medidas necesarias para igualar las condiciones de producción
Desde AEGE hemos defendido que el Estatuto debe incluir medidas, acordes con las normativas comunitarias, al igual que tienen desde hace tiempo nuestros competidores alemanes y franceses, como la compensación de los cargos de financiación de las energías renovables y la cogeneración de alta eficiencia, la exención de los peajes del transporte eléctrico, promoción de contratos PPAs con renovable a precios competitivos y con garantías del Estado, etc., además de la compensación del CO2 indirecto autorizada por la Comisión Europea. Pues bien, la situación se agrava cada día, máxime con una retribución mínima a la interrumpibilidad en 2020, y donde algunas plantas de nuestros asociados están a punto del colapso. En las últimas semanas varias de estas plantas han presentado ERTES ante la incierta situación por la que atraviesan, muy impactadas por el coste del suministro eléctrico.
Confíamos en que el Estatuto para industrias verdaderamente electrointensivas se apruebe más pronto que tarde, con medidas y presupuesto para reducir sustancialmente el diferencial de 20-25 €/MWh de precio eléctrico final. Necesitamos con urgencia un precio eléctrico competitivo, estable y predecible de forma que podamos mantener inversiones, actividad y empleo. Precisamos certidumbre y seguridad jurídica como una industria que es motor de la economía española y confiamos, al igual que la vicepresidenta Ribera, en el compromiso con la España que quiere tener oportunidades. Nuestras industrias también forman parte de ella y muchas de nuestras plantas están ubicadas en la España vaciada.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.
… la cogeneración de alta eficiencia…No sé a lo que se refiere. Porque ¿A qué llama usted cogeneración? ¿Al hecho de concectar una tubería de gas a una turbina y «cogenerar» energía eléctrica? Porque eso es lo que están haciendo las papeleras desde tiempo inmemorial. ¿Jugamos limpio?