José María González Moya tiene muy claro, y así lo argumenta en este artículo, que quien más sale perdiendo con la decisión anunciada el pasado jueves por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de abandonar el Acuerdo de París son los propios estadounidenses, que de cumplirse el anuncio, quedarán desvinculados de la revolución energética que tantos efectos positivos tiene tanto sobre la sociedad y el medio ambiente como sobre la economía y el empleo.
El abandono de la lucha contra el cambio climático por parte de la Administración Trump es una noticia que, no por menos esperada, supone un jarro de agua fría. Pero la peor parte no es para el resto de países comprometidos con la descarbonización, sino para un país, Estados Unidos, que se queda fuera de una revolución energética que está llamada a convertirse en uno de los pilares de la nueva economía.
Los riesgos de la incredulidad
Para un presidente que considera que el principal problema del cambio climático es la inversión destinada a desarrollar nuevas tecnologías, parece claro que un acuerdo contra el cambio climático es algo totalmente innecesario. Como el caso del famoso “primo de Rajoy”, la cantidad de escépticos ante un problema que nos atañe a todos es ingente. Si bien es razonable que se dude de que la actividad humana pueda influir en un sistema termodinámico tan inmenso como es nuestro planeta, resulta curioso que muchas de estas dudas se esgriman cuando hay intereses creados para con las energías fósiles.
[pullquote]»Mientras Rajoy está apostando por el impulso a una Ley de Cambio Climático y comienza a apostar por un cambio de nuestro mix energético, Trump está dando todos los pasos para que los avances dados por sus antecesores, Obama y Bush Jr, sean olvidados»[/pullquote]
Estas dudas deberían resolverse rápidamente al saberse que las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) no solo es respetado por la cantidad de países que colaboran, sino por el consenso necesario para publicar sus informes. Cuando el IPCC aumentó recientemente del 90% al 95% el grado de confianza en que la actividad humana es responsable del calentamiento global, este dato está firmado por todos los científicos, también los que provienen de países con grandes intereses en carbón, petróleo o gas. Y, por supuesto, cuando el consenso científico habla del 95% de confianza, no hablamos en sentido coloquial. El grado de certeza es extremadamente alto.
Donald Trump, a diferencia de su homólogo español, no ha rectificado. Mientras Rajoy está apostando por el impulso a una Ley de Cambio Climático y comienza a apostar por un cambio de nuestro mix energético, Trump está dando todos los pasos para que los avances dados por sus antecesores, Obama y Bush Jr, sean olvidados.
El pilar de la nueva economía
La decisión del presidente norteamericano es un grave paso atrás, no solo para los intereses del planeta sino también para la economía estadounidense. Los informes que publican no ya las asociaciones de renovables, sino los propios bancos de inversiones, certifican que las renovables están ya entrando en una nueva era. Según Lazard, el coste de la fotovoltaica ha disminuido un 85% en el período 2009-2016 y la eólica ha experimentado una reducción del 66% en el mismo tiempo.
[pullquote]»Hemos conseguido que tecnologías que no eran competitivas solo por su precio, hoy lo sean. Y todas esas externalidades positivas que tienen (medioambientales, sociales, mayor generación distribuida, independencia energética…) hoy podemos disfrutarlas sin pagar más por ellas»[/pullquote]
La reducción de costes del 85% y el 66% en 7 años se ha producido por una inversión decidida en estas tecnologías. Inversión que no se habría llevado a cabo si se hubiera limitado el desarrollo tecnológico únicamente al escenario “business as usual”. Hemos conseguido que tecnologías que no eran competitivas solo por su precio, hoy lo sean. Y todas esas externalidades positivas que tienen (medioambientales, sociales, mayor generación distribuida, independencia energética…) hoy podemos disfrutarlas sin pagar más por ellas.
Sea como fuere que se han conseguido estas reducciones de costes, hoy sabemos que es posible, por lo que podemos impulsar otras tecnologías renovables para que puedan recorrer el mismo camino. No solo esto, sino que al haberse reducido los costes, las compañías y los ciudadanos están ante otro escenario. En esas tecnologías ya no se buscan ayudas para su desarrollo, únicamente se pide que no se pongan trabas al mismo.
El impulso en renovables de los estados (California, Nueva York, Oregon…) y de gigantes empresariales como Walmart, Tesla, Google (Alphabet) o Apple no se detendrá por el anuncio de Trump.
Los empleos del futuro
Según la Agencia Internacional de la Energía, se instalan más renovables a nivel mundial que energías fósiles – el 55% de la nueva potencia fue renovable – y ese desarrollo no se limita a países desarrollados que buscan un mayor compromiso ambiental. También países en vías de desarrollo que saben que las energías renovables les proporcionan una energía a precios controlados – cada vez más bajos – y un desarrollo industrial y de empleos que no proporcionan otras tecnologías de generación.
Los empleos generados por las energías renovables no han dejado de aumentar a nivel global desde el año 2012, según los datos de IRENA. Esto se produce no solo por la mayor implantación de renovables, bien por compromisos o por decisiones estratégicas, sino también porque, al tratarse de energía dispersa y descentralizada, las energías renovables generan más puestos de trabajo por unidad de energía y ayudan a fijar empleo local en zonas
rurales.
En 2016, el empleo renovable aumentó un 2,8% superando los 8,3 millones de personas de forma directa, siendo China, Brasil, Estados Unidos, India, Japón y Alemania los principales mercados. Las grandes economías mundiales, tanto actuales como emergentes, son las que más trabajadores emplean. Por tecnologías, fotovoltaica (3,1 millones de empleos), eólica (1,2) y biocombustibles (1,7) son las grandes empleadoras. Las grandes hidráulicas contribuyen con 1,5 millones de empleos.
En España, aún sufrimos el parón renovable que, esperemos, cambiará con las subastas recientes. Unas subastas inesperadas y carentes de planificación y consenso pero que van a comenzar a revitalizar el sector. Un sector que emplea en nuestro país a más de 75.000 personas y que llegó a contar con 143.000 trabajadores.
Cuando Donald Trump se desvincula de la revolución energética para proteger sus empleos, está equivocando el rumbo. Cuando Donald Trump, huye de un compromiso firmado por 195 países, está huyendo hacia el pasado.
José María González Moya
Director General de Asociación de Empresas de Energías Renovables-APPA
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.