Pese a que Bruselas anuncia el compromiso a reducir la dependencia energética año tras año, las cifras son elocuentes. Solo en 2014, se situó en un 53,4% según la oficina de estadística Eurostat, lo que significa que la UE necesita importar más de la mitad de la energía que se consume. España ocupa el dudoso puesto de ser el octavo más dependiente de los 27 países miembros.
Detrás de Malta (97,7%), Luxemburgo (96,6%), Chipre (93,4%), Irlanda (85,3%), Bélgica (80,1%), Lituania (77,9%), Italia (75,9%), se encuentra España, que depende en un 72,9% de las importaciones de energía. Son datos publicados por la agencia de estadísticas de la UE Eurostat. Por el contrario, los mejores de la clase son Estonia (8,9%), Dinamarca (12,8%) y Rumanía (17,0%), seguido de Polonia (28,6%), la República Checa (30,4%), Suecia (32,0%), los Países Bajos (33,8%) y Bulgaria (34,5%). Pero, ¿a cuánto sale esto en su conjunto?
Siempre grandes dependientes
La dependencia energética de la UE fue mayor en 2014 que en 1990, pero ligeramente inferior a su punto más alto registrado en 2008. La evolución de la dependencia energética de la UE no ha sido constante entre 1990 y 2014, sin embargo, se ha mantenido constantemente por encima del 50% desde 2004.
La dependencia energética varía ampliamente entre los países de la UE, con la mitad de ellos basándose principalmente en las importaciones para su consumo de energía en 2014, mientras que para la otra mitad, la tasa de dependencia energética se situó por debajo del 50%.
Entre los cinco países de la UE que consumen las mayores cantidades de energía, los menos dependientes de las importaciones de energía fueron el Reino Unido (45,5%) y Francia (46,1%), en contraste con Alemania (61,4%), España (72,9%) e Italia ( 75,9%).
¿De quién dependemos?
A nivel europeo, Rusia se lleva la palma. La empresa petrolífera Gazprom es el principal suministro de gas del continente europeo. Además, seis países europeos tienen dependencia total del gas que procede de Rusia: Bulgaria, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia. Pero no sólo eso, sino que desde República Checa hasta Países Bajos, con una dependencia del 5,8%, casi todos los países de Europa tienen una necesidad energética con Rusia.
Sólo Chipre, Dinamarca, Irlanda, Malta, Portugal, España y Reino Unido no dependen en absoluto de la entrada de gas desde el territorio ruso.
En el caso español, el mayor porcentaje del petróleo que importamos proviene de Rusia, seguido de Irán, Arabia Saudí, Nigeria y México. Y las importaciones de gas provinieron, principalmente, de Argelia (32%), Nigeria (20%) y Qatar (20%), con datos de 2012.
Europa no puede permitirse el lujo de desperdiciar energía. Los compromisos adoptados para 2020 incluyen la reducción de las emisiones de efecto invernadero en un 20%, además de un 20% de ahorro energético y el desarrollo de las renovables hasta que alcancen la cota del 20% en el cómputo total. Estos objetivos además, fueron presentados y valorados en la Cumbre del Clima de París del pasado mes de diciembre.
Una de las claves podría ser la eficiencia energética, que es la forma más rentable para reducir las emisiones, mejorar la seguridad energética, mejorar la competitividad y hacer que el consumo de energía sea más asequible para todos los consumidores. La eficiencia energética es también uno de los factores clave para lograr nuestros objetivos energéticos y climáticos a largo plazo.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.