La central nuclear de Fukushima está estudiando la posibilidad de usar un permagel -suelo congelado artificial- para impedir el filtrado del agua radioactiva, construyendo un muro de kilómetro y medio de suelo helado alrededor de los edificios tóxicos del reactor para impedir la contaminación del agua subterránea. Esto supone una inversión de 243 millones de euros por parte del Gobierno japonés.
Ante las continuas alarmas por las fugas radiactivas de Fukushima, como la anunciada hace unas semanas, una filtración de 300 toneladas de agua contaminada como incidente de nivel 3, las autoridades niponas están desesperadas por controlar uno de los peores desastres nucleares de la historia. Y es que según un informe de Tokyo Electric Power (Tepco) de abril de 2013, cada día unas 400 toneladas de agua subterránea que fluye desde las montañas cercanas entran por las grietas de los edificios del reactor dañado por las fusiones y explosiones de Fukushima en 2011.
El agua que escapa de los edificios contamina los acuíferos que siguen su curso hacia el mar, donde finalmente desembocan. Los niveles de contaminantes son peligrosamente elevados. Incluso las muestras de agua tomadas por Tepco en un lugar bastante lejano a los edificios que contenía niveles de radiación acusan radiaciones de magnitud mayores que los niveles considerados seguros por la Autoridad Reguladora Nuclear de Japón.
El muro congelado sería un método más definitivo para gestionar las aguas subterráneas. Como propuso la firma de ingeniería y construcciones japonesa Kajima Corp. en abril, y apoyó en mayo un panel de expertos de la Autoridad Reguladora Nuclear, el muro se extendería a lo largo de 1,4 kilómetros y rodearía los cuatro reactores destruidos de la central. Se perforarán tubos verticales, o se insertarán en el suelo a intervalos de un metro, creando lo que parece una serie de postes de valla subterráneos. Catorce plantas de refrigeración de 400 kilovatios bombearían refrigerante a una temperatura de -20 ºC a -40 ºC por cada tubería para absorber el calor del suelo, produciendo un cilindro de tierra congelada en expansión.
En aproximadamente seis semanas esos cilindros se fusionarían para formar una barrera continua que mantiene el agua subterránea fuera y los contaminantes dentro. El resultado sería una barrera sólida desde la superficie con una profundidad de unos 30 metros hasta dar con una capa poco permeable de arcilla y piedra. Y aunque para que durase habría que enfriarlo a largo plazo, el muro es inmune a los apagones que duren días o semanas. «Harían falta meses o incluso años para descongelar ese muro», explica Daniel Mageau, vicepresidente e ingeniero de diseño de la constructora estadounidense SoilFreeze.
Una solución definitiva
Según los especialistas más experimentados en este campo afirman que el plan debería funcionar. Pero esta intervención representa sólo una pequeña porción de los miles de millones de euros que muchos expertos estiman va a costar el desmantelamiento de la planta. El proceso llevará más de 40 años y se basan en tecnologías no probadas.
Sin embargo, las empresas japoneses involucradas en el proyecto no están pidiendo ayuda a nadie. Expertos de empresas estadounidenses y laboratorios de Estados Unidos que desarrollan los mayores sistemas de muros congelados en el mundo -y el único que se ha demostrado es capaz de contener la contaminación nuclear hasta ahora- no han sido contactados ni por Tecuco, ni por su contratista, Kajima Corp.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.