En nuestro artículo del Club de Expertos de esta semana, Fernando Soto, Director General de AEGE, pone de manifiesto la importancia que ha tenido la industria electrointensiva con la fabricación de productos sanitarios básicos en los peores momentos de la crisis y hace un llamamiento a estimular su competitividad como herramienta de reactivación económica.
En tiempos de una crisis nunca conocida, como la que vive el país a consecuencia de la COVID-19, la industria básica continua siendo un motor clave para el país, sostén del empleo estable y de calidad e impulsor del tejido industrial en muchos territorios de nuestro país.
En estas inesperadas circunstancias, la industria electrointensiva colabora eficazmente con la fabricación de productos básicos para los sectores de sanidad, farmacia, alimentación, químico y otros, apuntalando además el mantenimiento de la economía en tan dramático contexto. España, para salir adelante, necesita con urgencia impulsar la actividad industrial por su efecto tractor sobre la economía y el empleo y para ello el Gobierno debe adoptar medidas que estimulen la competitividad de las empresas, reduciendo sus costes energéticos y favoreciendo un suministro eléctrico competitivo.
Ahora, más que nunca, hay que estimular la industria, impulsar su competitividad y garantizar futuras inversiones, y hacerlo no supone ningún misterio inalcanzable, para mejorar la competitividad del coste eléctrico solo hay que seguir las mismas prácticas que realizan nuestros competidores europeos: compensaciones del CO2 indirecto, retribución del servicio de interrumpibilidad y compensaciones de los costes regulados (peaje de transporte y cargos de financiación de las renovables), medidas factibles y necesarias en el marco actual.
Desde AEGE, estamos seguros de que el Gobierno es consciente de esa necesidad y valoramos que el Ministerio de Industria abra la puerta a que se materialice cuanto antes su compromiso de llegar al máximo permitido de 275 millones de euros —menos del 25% de los ingresos de las subastas de derechos de emisión que son 1.240 millones de euros—, tal como lo están recibiendo ya nuestros competidores europeos.
Confiamos plenamente en que este compromiso se cumplirá, pero junto con esta medida sería necesarias otras que ya fueron identificadas por el Monitor Deloitte, en su informe de 2019 para AEGE, donde se evidenció que los precios eléctricos finales en España (promedio de 2017 y 2018) para la industria electrointensiva fueron de 20 a 25 €/MWh más caros que los de Francia y Alemania, debiéndose en un 50% a la diferencia de precio en los mercados eléctricos y el otro 50% a los costes regulados y las compensaciones existentes en cada país.
No hay que inventar nada, solo quitar los palos de la rueda y el tractor tirará para adelante. Eso es lo que hacen otros países europeos que ya potencian su industria básica con ese tipo de medidas para recuperar la economía.
El palo en la rueda que perjudica la competitividad
En lo que llevamos de 2020, la caída de los precios en los mercados eléctricos en Europa ha hecho que la componente de energía en la formación de precios se haya reducido con respecto a 2019. Según nuestro Barómetro Energético, el precio medio previsto del mercado diario en 2020 estaría en 32 €/MWh. En estos primeros meses los precios eléctricos de Alemania y Francia han sido inferiores a los nuestros por lo que seguirá habiendo un gran diferencial que supone una enorme desventaja competitiva.
Este año, los costes regulados —peajes y cargos del sistema— no han variado, al igual que en los últimos años, pero sí los servicios de ajuste que se han encarecido, en particular los de las restricciones técnicas. Además, la industria electrointensiva española, a falta de aprobarse su Estatuto, no disfruta de las compensaciones de los peajes de transporte eléctrico ni de la de los cargos de financiación de las renovables, que sí tienen Alemania y Francia. Todo ello hace que el diferencial de precios estimados a fin de año esté de nuevo en 20 €/MWh más caros que estos países.
Por este motivo es esencial que el Gobierno adopte con celeridad medidas en línea con las que existen en los países de nuestros principales competidores europeos. En este sentido, y dada la premura en actuar, desde AEGE se proponen a corto plazo dos acciones concretas:
- Compensación del CO2 indirecto del ejercicio de 2019, en la cuantía máxima permitida por la Comisión Europea. El dinero ya existe y sería el 22% de los ingresos de las subastas de derecho de emisión.
- Convocar una subasta de interrumpibilidad para el segundo semestre de año, con una potencia a subastar de 2.000 MW.
España se enfrenta a una dura etapa de reactivación económica en la que estas dos medidas son esenciales para impulsar la competitividad de la industria electrointensiva. Creemos en la voluntad del Gobierno de España para impulsar su industria básica, de la que dependen miles de empleos como pilar básico de la economía. No hay que inventar nada, solo quitar los palos de la rueda y el tractor tirará para adelante. Eso es lo que hacen otros países europeos que ya potencian su industria básica con ese tipo de medidas para recuperar la economía.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.