Cada vez hablamos más del hidrógeno verde. De hecho, se ha convertido en un tema de rabiosa actualidad. Quizás es que ha llegado su momento y es imparable. Pero la idea del gas producido con fuentes renovables no ha surgido ahora. Para hablar de este y otros temas relacionados, hemos entrevistado a Javier Brey, presidente de la AeH2.
La AeH2 nació en el 2002. Era toda una iniciativa visionaria entonces. Ahora, más de dos décadas después, parece tener un gran significado. La rápida evolución del hidrógeno verde, incluso, llega a dar vértigo.
Puesto que Javier es una persona afable y cercana y que la conversación resultó muy interesante e instructiva, hemos decidido llevar sus opiniones a dos entrevistas distintas. En la primera, nos ocuparemos del momento del hidrógeno verde y de sus posibilidades.
-¿Es verdad que la idea del hidrógeno verde no es tan reciente como parece?
“La primera vez que se habló de una economía del hidrógeno fue en 1970. La idea que se planteó fue: ¿Por qué no producimos hidrógeno desde renovables, por ejemplo, y este hidrógeno lo utilizamos como un combustible alternativo? Sucedió en Miami, en una Conferencia Internacional del Hidrógeno, la más antigua del mundo. La española es muy antigua también, es una de las más antiguas, pero la internacional fue primero, evidentemente. Allí plantearon por primera vez este concepto.
La posibilidad, la idea de utilizar el hidrógeno como una manera de almacenar la energía, utilizarlo como vector energético, tiene más de 50 años”.
-¿Por qué, entonces, ahora parece haber llegado su momento?
“Fundamentalmente por tres motivos: descarbonización, dependencia energética y precio.
“Sobre el primero, aunque surgió hace décadas, el acento fuerte se le puso en 2019 con el Green Deal europeo y la causa fue precisamente la descarbonización. Llevamos décadas hablando de descarbonizar parcialmente algún sector. Pero el Green Deal habla de una descarbonización total, plena, de todos los sectores, para 2050.
Es un pacto europeo, que hemos firmado los Estados miembros, pero muchos otros países de fuera de Europa se han adherido. Como ejemplo, China, que ha establecido su compromiso de descarbonización para 2060; California para el año 2045, Chile también para 2050… Es decir, distintas geografías han dicho: ahora tenemos la tecnología adecuada, ahora podemos y nos vamos a descarbonizar para mediados del siglo XXI».
«Este es el primer punto. El hidrógeno es la única solución que es transversal a todos los sectores».
-Hablaremos con un poco más de detalle sobre este primer punto después, pero antes conozcamos los demás motivos. ¿Sobre el segundo?
«El segundo motivo es la dependencia energética. Qué triste que hayamos necesitado de un ejemplo tan desgraciado, como es una guerra, para darnos cuenta de una cosa que es una realidad. Europa importa el 40% del carbón; el 90% del petróleo y el 80% del gas natural. Antes de la guerra, un tercio de esas tres importaciones venían de Rusia.
La dependencia energética es un problema y está demostrado. Y hemos de tener en cuenta que hay países, como Alemania, cuya dependencia del gas era del 100%».
-¿Y el tercero?
“El tercer motivo son los precios, los precios que hemos visto del gas natural o de la gasolina. Sí, han bajado un poco, pero son mucho más caros que hace tres o cinco años. Los combustibles fósiles suben de precio y esa subida encarece todo: la cesta de la compra, ir al trabajo, el combustible que utilizas para irte de vacaciones…
El hidrógeno renovable, ahora, no sólo es que esté tecnológicamente preparado, sino que es: primero, una solución para la descarbonización; segundo, una solución para la dependencia energética; y tercero, a los precios actuales de los combustibles fósiles, incluso es competitivo en precio».
«Por eso ha llegado el momento del hidrógeno verde”.
-Háblanos un poco más de su transversalidad.
«Lo vemos en el tema de los vehículos. Podemos decir que existe el vehículo eléctrico de batería, que es verdad. Está ahí y es parte de la solución. Pero el hidrógeno puede descarbonizar todo tipo de vehículos, es decir, no sólo un pequeño coche para moverte por la ciudad. Te permite tener un gran coche, de 7 plazas, para moverte 1.00 km. El hidrógeno te da esa versatilidad.
El hidrógeno puede descarbonizar el transporte pesado, los trenes, los barcos, puede descarbonizar la industria, el sector doméstico, el sector residencial, podemos cambiar gas natural por hidrógeno. Esa migración, a todos los sectores, sólo se puede hacer gracias al hidrógeno”.
-¿Será fácil convertir la infraestructura de gas natural para que admita hidrógeno?
“¿Cuánto tiempo lleva el gas natural con nosotros? En el año 92, cuando la Expo, en Sevilla no teníamos gas natural, teníamos gas ciudad, y es un gas distinto. Y no eran compatibles. Hubo que cambiar toda la infraestructura. El gas ciudad era un gas sintético que fabricábamos en las ciudades (Catalana de Gas era la casa más famosa), que se producía y se distribuía y no tenía nada que ver la composición. De hecho, era hidrógeno en su mayoría. Y lo cambiamos. Empezamos a importar gas natural. El primer barco que llegó a España en 1967, a Barcelona concretamente. Desde allí, el gas natural empezó a extenderse por España. Pero durante un siglo entero, el mundo se iluminó con gas ciudad. Antes fue el carbón, antes los aceites y los derivados del petróleo, que se quemaban, como la nafta. Todo eso ha ido migrando y no ha pasado nada.
En concreto, el cambio al gas natural del gas ciudad es un cambio que hemos vivido, iba a decir sufrido, pero realmente no lo sufrimos. De hecho, mucha gente lo siguió llamando gas ciudad durante mucho tiempo.
Ese cambio fue muy transparente. Ahora con internet, medios de comunicación y redes sociales, hasta haríamos un debate interno sobre eso. Pero hace treinta años, llegó alguien, nos cambió el tubo, se fue y no le dimos la mayor importancia”.
-Pero, ¿sería factible una sencilla sustitución?
“Todas las personas que tienen un calentador de gas, de gas butano o de gas natural, tienen detrás una palanquita que permite seleccionar si lo vas a instalar con propano, butano o gas natural. Son calentadores que admiten diferentes combustibles.
Lo que pasará es que dentro de 10 años irás a comprar el calentador y tendrá una cuarta posición la palanquita que pondrá ‘hidrógeno’. Te dirá que, si no tienes hidrógeno, no lo toques, si es que a lo mejor sigues con butano. Pero puede ser que, si tienes ese calentador después de veinte años, te ofrezcan la posibilidad de utilizar el hidrógeno si lo hay en el barrio y no será complicado, como no lo fue el cambio a gas natural.
No pasará nada. No es que nos levantemos un día y dejen de funcionar las cosas. La infraestructura que tenemos de gas natural se cambia continuamente. Y no sólo de gas. Nos han puesto la televisión por cable, nos han quitado la televisión por cable. Nos han puesto internet, la fibra óptica… las zanjas se abren y se cierran todos los años.
La infraestructura de gas natural se cambia también. De hecho, ahora utilizamos unos tubos de plástico amarillos para llevar el gas natural por las zanjas. Esos tubos pueden funcionar ya con hidrógeno. Lo que pasa es que las bridas, las conexiones, las derivaciones a las casas… todo eso aún no es compatible con hidrógeno. Parte de la red ya es compatible. Lo que hay que hacer es que la infraestructura que vayamos desplegando en los próximos años sea compatible con hidrógeno. Y llegará un momento que dirán que una ciudad determinada ya puede funcionar con él. Y poco a poco migraremos a hidrógeno”.
-Visto así, ¿es un cambio más?
«Los cambios energéticos que hemos vivido están ahí: la gasolina sin plomo, todo un cisma, y sin existir Twitter. Las dudas sobre cómo iban a funcionar los coches, sobre las señales de repostaje…. No falleció nadie, no pasó nada. Simplemente, nos acostumbramos a ver durante varios años las señales de dos colores, nos fuimos comprando coches nuevos que ya admitían gasolina sin plomo y alguno quedará de aquellos vehículos históricos que necesitan el aditivo, pero ahora toda la gasolina que se vende es sin plomo. Y pasamos de toda con plomo a toda sin plomo. Y eso es sólo un ejemplo que también ha ocurrido con otras cosas. Y no ha pasado nada.
Las infraestructuras se cambian continuamente para mejorarlas, o porque se quedan viejas.
Con respecto al hidrógeno, lo único que ha hecho la Unión Europea es la recomendación que las instalaciones que se vayan haciendo de gas natural sean compatibles con hidrógeno. Y si ustedes van a pedir dinero a la UE, esto no es una recomendación, sino una obligación. Pero no nos han pedido que cambiemos ya los tubos, ni nada de eso. Muchas veces lo complicado no es el tubo, sino todo lo demás. Es decir, yo puedo poner un tubo que lleve hidrógeno, pero es necesario que llegue gas, sea el que sea”.
Gracias Javier y hasta pronto.
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Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela