Aunque a algunos les pueda parecer extraño, en España hay yacimientos de gas natural. Son pocos los que se encuentran en explotación, como es el caso de algunos ubicados en la cuenca del Guadalquivir; y, si bien las reservas varían según la zona geológica, lo cierto es que son todavía más los que están por explotar.
El gas natural, que se ha convertido en energía de transición y ha sido reconocido dentro de la taxonomía verde de la Unión Europea, tiene un potencial innovador sobre el que cada vez más compañías y consorcios están trabajando. Y no sólo al respecto de su utilización que garantice el suministro eléctrico en la transición ecológica, sino también por el uso que se pueden dar a los recursos a los que está asociado, como es el caso de los yacimientos agotados y a los gasoductos.
Tal como destaca Julio Crespo, director general de Tarba Energía, “el gas natural nos va a ayudar no solo en el proceso de descarbonización, sino también en el futuro, por todo el desarrollo tecnológico y de infraestructuras que ya existe y se puede aprovechar”. Por ejemplo, los yacimientos depletados, es decir, aquellos que ya no tienen reservas de gas natural, podrían utilizarse como depósitos de hidrogeno verde. Como señala Crespo, se está investigando la capacidad de almacenamiento de tales estructuras.
El legado del gas natural
En cuanto a los gasoductos, constituyen un activo que va a ser fundamental para el transporte de gases renovables como el biogás, biometano y el propio hidrógeno verde.
Estos gasoductos, que hoy transportan gas natural, tienen un enorme potencial para convertirse en la plataforma por las que circulen dichos gases. Julio Crespo, explica que, “son infraestructuras que están en activo, desplegadas por el territorio nacional y se pueden optimizar con un coste muy bajo. En nuestro caso, por ejemplo, disponemos de más de 25 km de tubería, que discurren en los terrenos de las concesiones en las que operamos, y en las que podemos transportar gas natural combinado con gases renovables”. La compañía presenta estas alternativas como una forma de materializar su compromiso con la transición ecológica y la descarbonización.
En el caso de la producción de electricidad, los gases renovables son una gran aportación de la economía circular, a la que compañías como Tarba Energía quieren ofrecer recursos y experiencia; una especie de facilitadores de esta “circularidad”. Se trata de optimizar los recursos de cercanía, allí donde generan electricidad con el gas natural que extraen de sus yacimientos.
De acuerdo con Crespo, “quienes producimos electricidad hemos de pensar no solo en los hogares españoles, sino en la industria, la movilidad y transporte, y tantos otros sectores que necesitan de nuestra capacidad de innovación y de llegar a acuerdos público-privados, para mantener una generación estable que garantice el suministro eléctrico, sin importar la tecnología. Por ello, las plantas mono-tecnológicas estamos hibridando y participando en investigaciones para estar a la altura de las necesidades energéticas como país y como región”.
El gas natural es el recurso más estable que existe actualmente para abastecer de energía, por lo que “el aprovechamiento de los recursos del subsuelo español continúa siendo clave mientas se desarrollan y fortalecen las tecnologías cien por cien limpias que nos acerquen a los ODS y a la agenda 2030”, concluye Crespo.
Pero es que, además, el gas natural dejará un legado muy útil en forma de lugares para el almacenamiento de gases y CO2 y las “carreteras” por las que pueden circular otros gases renovables. Auténtica economía circular…
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.