114 años después de la expedición Discovery del Capitán Scott a la Antártida, nuevas técnicas aplicadas a las muestras de cianobacterias que el explorador tomó han revelado interesantes datos que ayudarán a comprender el efecto que la actividad humana ha tenido en el fenómeno del cambio climático.
La Expedición Discovery (1901-1904) fue la primera expedición oficial realizada por los británicos en la Antártida en el siglo XX. Robert Falcon Scott fue el encargado de capitanear la expedición, cuyo objetivo era efectuar investigaciones científicas y exploraciones geográficas en lo que, para esa época, representaba un continente aún por explorar.
Ahora, un siglo después de la aventura científica en la Antártida, el análisis publicado en el «European Journey of Phicology», elaborado por científicos del Museo de Historia Natural de la Universidad de Dundee, en Reino Unido, y Brain Chemistry Labs, en Estados Unidos, ha evaluado la presencia de cianotoxinas en las muestras tomadas por el Capitán Scott. Estas cianotoxinas son las toxinas producidas por bacterias llamadas cianobacterias.
La cuestión es que estas muestras tomadas hace más de un siglo fueron extraídas en una época en la que la Antártida todavía no había sufrido los efectos de la actividad humana, al contrario que su situación actual, en la que el continente helado ha sufrido aumentos drásticos de temperatura que afectan a su ecosistema, una situación que se agrava cada vez más con el tiempo.
El hallazgo es que las muestras de cianobacterias estudiadas por los investigadores resultaron ser una pieza elemental para los niveles de cianotoxinas en el agua dulce antártica. Gracias a tener en posesión unas muestras que se separan por 114 años de la actualidad, los científicos podrán comparar con muestras actuales el efecto que la actividad humana ha tenido durante todo este periodo y determinar los efectos del cambio climático sobre las algas verdeazuladas y sus toxinas en la Antártida.
Otra contribución científica que podría hacer el Capitán Scott para el estudio del cambio climático podría darse gracias a la recolección que el explorador hizo de briozoos, pequeños animales coloniales que habitan el lecho marino de la Antártida.
Según un estudio publicado por la revista Current Biology, tras comparar las muestras tomadas por Scott entre 1901 y 1904 y las recogidas por otras expediciones a lo largo del siglo XX, se ha detectado un gran aumento de la presencia de zoarios, colonias formadas por miles de briozoos, lo que puede suponer que desde esa fecha los briozoos han estado absorbiendo más carbono del océano, indispensable para su supervivencia. Esta hipótesis abre una nueva pista para los científicos planteando si realmente las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera pueden ser contrarrestadas mediante la actividad de determinadas especies animales de los océanos.
Fuentes: Europa Press
Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.
Scott, un hombre casi olvidado y eclipsado por Amundsen en su carrera por llegar al polo sur. Solo hay que leer sus diarios para entender su trabajo y ver que no solo fue el segundo en llegar al polo sur sino que se dedico en cuerpo y alma a su fauna, su geografía. Mientras que a Amundsen sólo le interesaba ser el primero, Scott tomaba datos, muestras, cartografiaba el continente.
Lástima de llevar ponnies en lugar de perros para su expedición. Aún asi, cien años despues, su legado aún es válido.
Muchas gracias por el reportaje señor López Benito.