En el artículo de opinión de esta semana, en EnergyNews, el abogado experto en energías renovables, Piet Holtrop, reflexiona sobre la etiqueta de «inteligencia artificial», erróneamente otorgada a máquinas como los contadores eléctricos y ahonda en la necesidad de mantener «la mejor bondad» del autoconsumo colectivo, la libre y flexible agregación de curvas de carga.
Durante la mayor parte de mi vida estudiantil, y otro periodo de varios años ya establecido en Barcelona no tenía reloj. Entre estos dos periodos tuve uno, pero lo perdí porque se me había roto la cadena un día sin darme cuenta en un viaje en taxi, y no lo recuperé.
Lo curioso es que durante estos dos periodos sin reloj solía ser capaz de responder con una desviación de pocos minutos si alguien me preguntaba qué hora era. En el segundo periodo conocí a mi esposa, y a veces reflexionábamos sobre cómo funcionaría esto de saber la hora. Mi explicación siempre era que en nuestro entorno urbano hay tantos relojes públicos que vamos observando sin darnos cuenta, suministrándonos la información necesaria con frecuencia suficiente para responder a la pregunta en cuestión sin pensar, que es lo que hacía.
Nunca aprendía a leer las estrellas, ni la posición del sol, combinando esta lectura con mi posición en la tierra, refiriéndola con otra geográfica cuya orientación longitudinal y lateral puedo conocer por aproximación. De este modo podría haberme capacitado para hacer una cosa que normalmente sólo sabe hacer una máquina, el reloj.
Saber determinar la hora sin la ayuda en si no es inteligente. Es saber aplicar una secuencia de reglas, un algoritmo, podríamos decir, para utilizar una palabra que está muy de moda. El reloj determina la hora con una precisión mucho más elevada que nosotros, es capaz de indicar segundos y milésimas de segundos. Hace entonces una cosa que nosotros no sabemos hacer. Según Pietro Scaruffi, científico de largo recorrido (desde los años 1980) en el campo de la Inteligencia Artificial, deberíamos ponerle la etiqueta “inteligencia artificial” a nuestros relojes, por coherencia. Lo dice con la ironía que le caracteriza, en su libro “Intelligence is not artificial Past Present and Future of Artificial Intelligence, Why the Singulartiy is not coming any time soon. Life in the coming age of incredibly stupid machines”, cuya divertida lectura recomiendo.
Según él, en la actualidad se abusa de la etiqueta inteligencia artificial definiendo cosas como tal si saben hacer una cosa que la personas no saben hacer, como un reloj. Aplicar una secuencia de reglas no tiene nada de inteligente, lo puede hacer hasta un dispositivo mecánico bien diseñado. Podemos llamarlo altamente sofisticado, pero no inteligente. En inglés podemos llamarlo “smart” pero no “intelligent”, o peor, “Artificial Intelligence”. Scarufi observa de entrada que inteligencia en sí por definición no es artificial, si lo fuera no sería inteligencia. Bastaría decir que la máquina es inteligente o no, igual como los humanos. También hay muchos humanos que no piensan, o cuyas capacidades cognitivas tienden asintóticamente a las de un reloj, es decir se acercan a cero.
Podríamos postular que si capacidad cognitiva define inteligencia, un algoritmo en sí es estúpido, sin afán de ofender a sus creadores, por supuesto, que sin duda los ubicaría en la anterior categoría. Si una máquina supiera crear algoritmos ex novo, para mí ya sería un primer inicio de inteligencia en esta máquina.
Scaruffi va más lejos, opina que estamos rodeados de máquinas que nos hacen cada vez más estúpidos, sin que estas máquinas añadieran inteligencia a la ecuación.
Otra máquina que sabe hacer algo que nosotros no podemos, o por lo menos no con precisión, ni molestias, incluso dolor o riesgo de muerte, es el contador eléctrico. Es recomendable no tocar cables eléctricos con las manos para medir la corriente que pasa por ellos. Los contadores eléctricos a menudo inteligentes, los denominan inteligentes, pero no lo son. No tienen nada de máquinas inteligentes, ni tampoco inteligencia artificial, si quisiéramos llamarlo así.
Con los años me he ido haciendo forofo de los relojes, y tengo uno que incluye sensores de mis funciones vitales, y de geolocalización. Sabe comunicarse con mi teléfono, que también sabe hacer muchas más cosas que hacer de teléfono, y se comunican entre ellos. Pero tampoco son inteligentes, ni el uno ni el otro. Los contadores pueden hacer algo parecido, y con ello se hace más sofisticado el sistema eléctrico. Lo llaman smartgrids, dentro de smartcities. Lo dicho, si entendemos smart como sofisticado, estoy de acuerdo. Estos contadores en el sistema eléctrico son capaces de aplicar discriminación horaria, comunicarse con el operador del sistema, entre ellos, y podrían aplicar algoritmos. Como cualquier maquina tonta de hoy en día.
Me ha sorprendido ver en un anexo del Real Decreto 244/2019 la obligación de que el reparto de la energía auto consumida colectiva siempre sea según una constante.Tengo entendido que esto es algo temporal, y se está trabajando en remediarlo. Menos mal, porque si esto se quedara así, nuestra regulación no estaría conforme con el también principio rector del sistema eléctrico de la no discriminación.
Esto lo podemos aplicar a la contratación bilateral de electricidad con entrega física, llamado popularmente Power Purchase Agreement (PPA). Podemos imaginarnos una instalación que produce electricidad, y varios consumidores directos en media o alta tensión que firmaron un PPA con este productor, digamos que sea un parque eólico. Con todos los contadores comunicándose entre ellos, podemos llegar para cada periodo horario al reparto que nos plazca, el más conveniente para cumplir los términos de nuestros PPA’s. Comunicaremos este reparto al operador del sistema para cada periodo horario, en jerga técnica nominamos todos los kWh para todos los periodos horarios. Podemos nominar de manera asimétrica entre nuestros dos consumidores, primero absorbiendo la curva de producción a la curva de carga de uno, y pasar lo que sobra al otro, o de manera simétrica repartirlo en partes iguales a cada uno, o una combinación de ambas reglas, o variando las reglas según periodo horario.
La única obligación que tenemos es hacer correctamente las previsiones de producción y consumo, luego nominar el flujo real de kWh, y responsabilizarnos de posibles desvíos, por ejemplo con baterías en origen de producción, o destino de consumo. La libertad de contratación de electricidad es uno de los principios centrales de la Ley del Sector Eléctrico, y como no podría ser de otra manera, de las directivas europeas que regulan el sector eléctrico. Con una regulación y dispositivos físicos sofisticados, podemos dejar fluir libremente nuestra imaginación comercial y aplicar toda nuestra inteligencia para idear soluciones óptimas para sacar adelante la transición energética.
Muy bien.
¿Porque no podemos hacer esto con el autoconsumo colectivo?
En el autoconsumo colectivo el reparto tiene que ser según una constante, y a mi francamente se me escapa el motivo por el cual esto tenga que ser así. Bueno, todos tenemos nuestras limitaciones. En mi anterior artículo en este lugar ya me había hecho yo toda mi película mental de cómo podríamos organizar estos repartos, con la contratación bilateral como punto de partida. Me ha sorprendido ver en un anexo del Real Decreto 244/2019 la obligación de que el reparto de la energía auto consumida colectiva siempre sea según una constante. Tengo entendido que esto es algo temporal, y se está trabajando en remediarlo. Menos mal, porque si esto se quedara así, nuestra regulación no estaría conforme el también principio rector del sistema eléctrico de la no discriminación. Esta limitación elimina justamente la mejor bondad del autoconsumo colectivo, que es la libre y flexible agregación de curvas de carga, para rentabilizar de forma óptima la producción de energía renovable entre varios consumidores. Por muy sofisticado que sean nuestros aparatos, en un sistema que le falta la sofisticación suficiente sirven de poco.
Esta semana participaré en el I Congreso Nacional de Autoconsumo que organiza APPA, en colaboración con AEDIVE, AEPIBAL y SOLARTYS. Haré una pequeña introducción resumiendo la regulación de la contratación bilateral, y seguidamente moderaré la mesa sobre la relación de las distribuidoras y los mercados eléctricos.
También participaré esta semana en el II Congreso Internacional de Ingeniería Energética, donde moderaré la Sesión 4 Plenaria, donde hablaremos de “Gestión inteligente de almacenamiento en redes eléctricas de distribución”, seguido por el tema “Drones, un futuro de Energías Renovables”, luego trataremos “El futuro de la Fotovoltaica: seguimiento bifacial”, para acabar con los Contratos tipo PPA (Power Purchase Agreement)”. Así las cosas, seguramente tendremos oportunidad de entrar más en el fondo de este tema en esta semana. ¡Espero saludaros a todas y todos allí!
Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.