Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y el Centro de Energía y Ciencias térmicas de Lyon han desarrollado un dispositivo que mejora la conversión del calor en electricidad.
La termoelectricidad permite convertir directamente el calor en electricidad, aprovechando el flujo de electrones que se crea en un material cuando este se somete a un gradiente de temperatura. Pero tiene una importante limitación: las pérdidas por conducción térmica a través de dicho material, que hacen que las eficiencias de conversión termoeléctrica se sitúen por debajo del 10%.
Con el objetivo de revertir esta situación y obtener eficiencias mayores, investigadores del Instituto de Energía Solar de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y del Centro de Energía y Ciencias Térmicas de Lyon, han propuesto un nuevo dispositivo en el que el flujo de electrones se sustituye por la emisión de fotones y electrones a través de un espacio nanométrico vacío.
De esta forma se interrumpe la propagación de un tipo de partícula denominados “fonones”, que son los principales causantes de las pérdidas térmicas en los dispositivos termoeléctricos actuales. Este nuevo mecanismo de conversión se ha bautizado como “thermionic-enhanced near-field thermophotovoltaics” y, teóricamente, permite un aumento considerable tanto de la densidad de potencia eléctrica como de la eficiencia de conversión.
“Para convertir el calor en electricidad, los dispositivos actuales utilizan el flujo de electrones a través de un sólido, que se mueven impulsados por un gradiente térmico y acaban creando un voltaje que puede aprovecharse para producir electricidad», explica Alejandro Datas, investigador del Instituto de Energía Solar de la UPM y autor del estudio recientemente publicado en la revista Nano Energy.
«A esto se le denomina efecto termoeléctrico y es el fundamento de muchos generadores que hoy se utilizan para producir electricidad a partir del calor residual o en misiones espaciales”, prosigue Datas.
“Actualmente, la mayor limitación de la termoelectricidad es que el flujo de electrones compite con el flujo de fonones, que son cuasipartículas vibratorias que se transmiten a través de la red cristalina del material. Los fonones transportan gran parte del calor y suponen la mayor parte de las pérdidas térmicas del dispositivo. Estas pérdidas explican que la eficiencia de conversión termoeléctrica raramente supere el 10%”, añade.
Transfiriendo el calor a escalas nanométricas
La investigación de UPM afirma que estas pérdidas se pueden eliminar si buscamos otros mecanismos de transferir y convertir el calor en electricidad.
Un material caliente contiene átomos en constante vibración. A parte de fonones, estas vibraciones producen también ondas electromagnéticas. Algunas de estas ondas se escapan del material y las percibimos en la forma de luz, o radiación electromagnética. Pero otras ondas no pueden escaparse y quedan confinadas en las inmediaciones de su superficie.
Las leyes del electromagnetismo establecen que la intensidad de energía electromagnética se dispara cuando nos colocamos a tan sólo unos pocos cientos de nanómetros de distancia (una milésima parte del grosor de un cabello) de la superficie de un material caliente. Este efecto se denomina “efecto túnel” y permite transferir muchísima energía electromagnética sin necesidad de establecer contacto físico con dicho material.
La clave es que esta mínima distancia es suficiente para interrumpir el flujo de fonones y eliminar, por tanto, las pérdidas térmicas asociadas a estos. Por ello, el reto fundamental radica en cómo convertir esa gran cantidad de energía electromagnética superficial en electricidad de forma eficiente.
La solución: combinar los efectos termiónico y fotovoltaico
El dispositivo propuesto propone una solución que combina los efectos termiónico y fotovoltaico.
“Consiste en poner una célula solar extremadamente cerca de la superficie del material caliente, a tan sólo unos cientos de nanómetros de distancia, explican los investigadores.
«Del mismo modo que una célula solar produce electricidad con la luz del sol, esta célula generará electricidad a partir de la radiación electromagnética que se encuentra en la superficie del material. Pero, como al estar tan cerca es muy difícil colocar un cable para sacar la electricidad, sustituimos los cables por la emisión termiónica de electrones de la propia superficie”, detalla Alejandro Datas.
De este modo, el dispositivo permite convertir en electricidad no sólo las ondas electromagnéticas (o fotones) sino que también los electrones emitidos por dicha superficie.
“El siguiente desafío consistiría en coordinar los logros de estos dos proyectos para buscar un convertidor híbrido en el campo cercano”, explican los investigadores.
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre energía y acerca de cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas.