La pandemia ha cambiado nuestra vida, la percepción de nuestro entorno y del lugar en que vivimos. Las viviendas pequeñas han sido un hándicap para muchas personas durante el confinamiento. El teletrabajo y la situación ha hecho que muchas personas se planteen cómo viven. Hemos hablado con Jaime Salvá, del despacho mallorquín Jaime Salvá Arquitectura & Interiorismo, sobre tendencias, eficiencia, sostenibilidad y situación actual.
En cuanto a la trayectoria del propio Jaime Salvá, tras acabar su carrera de arquitectura, se trasladó a San Francisco, en Estados Unidos. Allí trabajó en Korth Sunseri Hagey Arquitectos, donde colaboró en el diseño de varios proyectos. Entre ellos, la residencia privada del célebre director de cine George Lucas o edificios de oficinas en Silicon Valley.
Al volver a España, abrió su estudio en Mallorca. Ha realizado numerosos diseños para muy diferentes sectores, en las islas y en la península. Y ha abierto su expansión internacional con proyectos en Berlín o Dehradun (India).
Su éxito, explican desde el despacho, se basa en: “entender las necesidades de los clientes y analizar su forma de habitar la vivienda, con el fin de crear una vivienda única que refleje el alma del cliente”.
Aquí están algunos de los puntos de vista de Jaime Salvá.
-¿Hacia dónde crees que va esa tendencia de salir de las ciudades para vivir de forma más natural?
-Hasta ahora, vivir lejos de la gran ciudad podía suponer, entre otras cosas, un paso atrás en el desarrollo profesional de una persona. Los grandes negocios suelen estar en las grandes ciudades.Sin embargo, el aumento del teletrabajo hará que no sea imprescindible vivir en las grandes ciudades para poder trabajar en empresas punteras. Ya sea viviendo de manera permanente, o alargando las estancias en segundas residencias ubicadas lejos de la ciudad, que pasarían a convertirse en primeras residencias.Los nuevos negocios relacionados con la tecnología permiten ampliar al mundo la clientela, y comunicarse a través de videoconferencias. Creo que la tendencia a desplazarse a lugares más alejados, con mayor espacio, y con una vida más relajada irá en aumento. Y más teniendo en cuenta el elevado precio del alquiler en las grandes ciudades.
-¿Tú piensas que el desarrollo de viviendas en altura, con zonas comunes y amplios espacios, es la dirección lógica?
-Cada tipología tiene su momento y es difícil generalizar; pero lo que es una realidad es que el desarrollo en vertical es más sostenible que en horizontal. El crecimiento en horizontal, como la “ciudad jardín”, en donde en una misma calle aparecían decenas de viviendas iguales habitadas por familias numerosas: consume más territorio; precisa conectar instalaciones que recorren una mayor distancia; y hace que dependamos del transporte, ya sea privado o público, con todo lo que ello conlleva. Para conseguir una misma densidad de población, se necesita alterar una extensión de territorio mucho mayor.
Sin embargo, en el crecimiento vertical, todo ello se concentra en puntos más concretos, y permite respetar el territorio a su alrededor sin modificarlo. En el desarrollo de nuevas ciudades, como se está haciendo en Asia, se tiende a buscar la vida de barrio; así, a una distancia peatonal o en bicicleta puedas tener todo lo que necesitas, sin necesidad de coger el coche. Este desarrollo pasa por edificios en altura, los cuales se diseñan: con un carácter más humano; creando zonas verdes en altura, cada ciertas plantas; zonas comunes; restaurantes; comercios, etc.
En sí mismo, el edificio es un barrio. Se les llama ciudades inteligentes, y se controlan: las emisiones de CO2; el abastecimiento energético; la planificación del tráfico, fomentando el peatonal, la seguridad, etc.
-Los pueblos ya tienen las viviendas construidas ¿Pueden ser los pueblos una solución para quienes buscan una forma de vida diferente?
-La remodelación, reforma, rehabilitación, etc., de los pueblos sería la manera más sostenible de salir de las ciudades. Evitando con ello ocupar nuevos territorios para crear nuevos núcleos de población.
-¿Crees que cualquier casa de un pueblo se puede reformar utilizando soluciones de arquitectura bioclimática?
-La arquitectura vernácula contiene soluciones sostenibles que a día de hoy no siempre son fáciles de encontrar; entre ellas: el buen aislamiento a través de muros de gran espesor, estudiadas orientaciones respecto al sol; ventilaciones naturales cruzadas; reutilización del agua de lluvia, etc.Se tiene que estudiar cada caso en particular. Pero me atrevo a decir que es más fácil actualizar una vivienda de hace 100 años que una construida hace 30 o 40 años, época en la que la especulación inmobiliaria dejó construcciones con calidades muy bajas y sin considerar aspectos sostenibles, ya que una máquina de aire acondicionado podría compensar cualquier error de diseño de la vivienda. Sin embargo, en la actualidad nos hemos dado cuenta de que no podemos depender del consumo energético para mantener confortable un espacio.
-En ese caso, ¿Cómo propone un arquitecto una reforma para que una casa de esas consiga mayor eficiencia y sostenibilidad?
-Lo más importante es actualizar la envolvente de la vivienda para que el consumo energético necesario para climatizar el interior no se escape al exterior por no estar bien aislada. Se tienen que detectar cualquier punto débil. Como ejemplo, las carpinterías de una casa antigua constituyen un gran puente térmico por donde se pierde energía. Por ello, una de las primeras acciones sería sustituirlas por otras con rotura de puente térmico, doble acristalamiento, etc. El uso de paneles fotovoltaicos podría ayudar a dotar a la vivienda de elementos para que sea sostenible.
-¿Crees que la pandemia ha marcado un punto de inflexión para cambiar nuestra forma de ver las ciudades y el lugar donde vivir?
-Seguramente va a afectar en diferentes aspectos. Va a concienciar a los usuarios de las viviendas de la importancia de la buena arquitectura.Sin embargo, todos los elementos de los que se está hablando deberían haberse considerado siempre, no únicamente porque haya habido una pandemia. Entre ellos, el buen aislamiento, los espacios exteriores, la ventilación natural, etc.Por ejemplo, en el pasado, muchos balcones de viviendas pequeñas fueron cerrados para ampliar el espacio interior; eso dejó la vivienda sin opción para estar en el exterior. Durante la pandemia, seguramente muchos de quienes lo hicieron, modificando el diseño inicial de la vivienda, se arrepintieron de haber perdido la posibilidad de salir al balcón.Hemos tenido mucha suerte de estar confinados durante los meses de primavera, los cuales tienen una temperatura óptima. Pero, si hubiéramos estado confinados en agosto o en un mes frío, seguramente nos hubiéramos dado cuenta de lo mal aisladas que están muchas viviendas.A nivel funcional y de usos, quizás la necesidad de trabajar en casa sí que supondrá un cambio. Ya no basta tener un espacio para poder apoyar el ordenador portátil; la pandemia ha demostrado que necesitamos un espacio adecuado por ejemplo para hacer videoconferencias, que esté bien aislado acústicamente para no entorpecer la dinámica familiar.
Gracias por tus respuestas, Jaime, buena suerte y hasta siempre.
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Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela