Las percepciones obsoletas de los costes de la energía limpia siguen siendo una barrera importante para la transición energética. A pesar de la significativa caída de los precios a través de estas tecnologías, todavía se sigue hablando de combustibles fósiles «baratos» y energías renovables «caras» en un diálogo social que ha de revertirse.
Durante 2021, el coste del gas aumentó a niveles récord, multiplicándose por diez, mientras que el coste del carbón importado desde Europa se encareció hasta tres veces más respecto a 2020. A esto último hay que añadir los crecientes costes del CO2 en el Régimen Europeo de Comercio.
Según expertos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), aunque no hay un remedio a corto plazo para bajar los precios del gas, sí que podemos evitar que esta situación se repita en el futuro haciendo uso de dos potentes herramientas: las renovables y la eficiencia energética.
Tomar nota para el futuro
Durante todo este tiempo se nos han mostrado algunas lecciones en Europa: necesitamos aumentar rápidamente la producción de energía renovable; promover una verdadera contabilidad y conciencia de los costes de la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles y los impactos ambientales de su uso; reducir la demanda de gas a través de la electrificación de la calefacción y las renovaciones de edificios; y diseñar políticas sólidas para apoyar el uso de gas verde.
Sin embargo, nuestra dependencia de los combustibles fósiles nos expone a la continua volatilidad de sus precios, que hace que las iniciativas llevadas a cabo para cumplir los objetivos mencionados anteriormente fracasen continuamente.
Desde IRENA aseguran que una mayor inversión en generación de energía renovable a principios de la última década habría ahorrado miles de millones a los países europeos y asiáticos. Del mismo modo, en la industria y los edificios, el progreso mediocre en el despliegue de energías renovables y la ampliación de los programas de eficiencia energética ahora está costando caro a las empresas y a los individuos.
La electricidad renovable es muy competitivas
Como antes comentábamos, existen percepciones de que la electricidad renovable no compite contra los combustibles fósiles, una afirmación que se demuestra falsa. De hecho, con los actuales precios del gas, el hidrógeno verde y el biometano, hasta ahora caros de producir, están empezando a encontrar nichos en los que sí resultan económicos.
Entre las múltiples ventajas que la energía limpia presenta frente a los combustibles fósiles destaca que su precio se conoce generalmente por adelantado y pueden mantenerse durante toda la vida útil de un proyecto.
La crisis energética basada en los fósiles de hoy, que es casi seguro que se repetirá en el futuro, debería cambiar fundamentalmente nuestra percepción de los gases verdes como alternativas «caras». Además, los precios atribuidos a los combustibles fósiles no reflejan algunos otros perjuicios, como los impactos en la salud, el medio ambiente y el clima.
Por ello, los gobiernos deben tener en cuenta el verdadero coste de la energía y considerar las oportunidades que nos ofrece la energía renovable para preparar nuestras economías para el futuro y aislarlas de la volatilidad y los costes a largo plazo de los combustibles fósiles.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.