El sector gasista español considera que el gas natural para el transporte, la generación eléctrica a gas o la climatización de viviendas con gas harán posible el éxito de las medidas acordadas en París, por eso celebra el “ambicioso acuerdo” de la Cumbre del Clima. Aún más, pide que se promueva lo antes posible la inversión en tecnologías limpias ¿pero es el gas una de ellas?
El sector gasista español se congratula del “ambicioso acuerdo” alcanzado el pasado fin de semana en París en la Cumbre del Clima. Según el presidente de Sedigas, Antoni Peris, “se trata de un nuevo marco global donde el gas tiene mucho que aportar: la implantación de gas natural para el transporte terrestre y marítimo, y en puertos; la utilización de gas en generación eléctrica, en lugar de combustibles más contaminantes, y una mayor presencia de equipos de climatización a gas en nuestros edificios de servicios y viviendas, forman parte de la solución”.
Según Peris, para la consecución de los objetivos hay dos elementos que están muy interrelacionados: la mejora de la calidad del aire de las ciudades y la reducción de las emisiones de CO2. En este sentido, para el presidente de Sedigas “la mayor parte de medidas que se tomen para reducir la contaminación local, dirigidas a mejorar la calidad del aire que respiramos y la salud de las personas, también contribuirán a reducir las emisiones de CO2, principal causante de los gases de efecto invernadero”.
Peris también considera que es necesario “acelerar las medidas acordadas por la Unión Europea en relación con la fijación de un precio adecuado del carbono, que promueva la inversión en tecnologías limpias”.
El gas, ¿una tecnología limpia?
Según la asociación ecologista Greenpeace, efectivamente, “el gas natural es la opción ‘menos mala’ dentro de la quema de combustibles fósiles, pero con el tiempo debe ser sustituida por las energías renovables y la eficiencia energética”. De hecho, el último informe de la organización realizado en colaboración con el Centro Aeroespacial de Alemania (DLR) ha logrado demostrar que en el año 2050 el mundo podría prescindir completamente de los combustibles fósiles y alcanzar un sistema energético 100% renovable.
El gas natural (metano) produce menos CO2 que otros combustibles fósiles como los derivados del petróleo, de hecho, respecto al gasóleo emite casi un 30% menos de dióxido de carbono y, sobre todo del carbón pero es un gas de efecto invernadero que contribuye a aumentar el cambio climático.
La aportación del gas
Pese a todo, el presidente de Sedigas considera que “si se cumplen los objetivos europeos de un 40% menos de emisiones en 2030, el gas natural podría tener una participación en el mix de energía primaria del 26% al finalizar dicho periodo, en comparación con el 20% de 2014”.
Asegura la patronal del sector que “el gas natural vehicular es uno de los casos más evidentes de reducción ‘drástica’ de la contaminación ambiental. En este caso, reduce las emisiones de óxidos de nitrógeno en un 80%, y reduce en casi su totalidad las partículas sólidas y el azufre. Al mismo tiempo, la utilización de gas implica la disminución de los gases de efecto invernadero en un 20%”.
Y en el caso español, un incremento en la penetración del gas natural en tres puntos porcentuales en el sector transporte para 2030, supondría la reducción de las emisiones de efecto invernadero en un 1% y las emisiones de óxidos de nitrógeno en un 2%, sin ningún coste adicional para los consumidores.
¿Y la industria intensiva?
También quien se ha mostrado satisfecha pero parcialmente por los acuerdos de París en la lucha contra el cambio climático ha sido la patronal de las empresas siderúrgicas nacionales, UNESID.
Para la asociación, el acuerdo de París incluye puntos en la dirección correcta, como son la financiación por parte de los países desarrollados de al menos 100.000 millones de dólares al año para la transición con baja intensidad en carbono de las economías menos desarrolladas o más expuestas, transparencia, homogeneidad y la comparación entre los datos de cada país firmante, algo que hasta el momento parecía imposible, y además una revisión quinquenal de la ambición de los principales países desarrollados.
Sin embargo, destaca que el acuerdo adolece de bases sólidas, sus cimientos no son del todo firmes ya que las grandes economías emergentes, como China (aproximadamente el 30% de las emisiones globales), India (el 7%) o Brasil (el 2%) han rechazado aceptar por ahora compromisos formales de reducción de sus emisiones, y mucho menos para sus industrias. Por lo tanto, sus industrias gozarán de una ventaja competitiva aún mayor a la actual, lo que supone una ruptura de las reglas del juego del libre mercado y de competencia leal.
Destaca UNESID el caso de China: “incluso con elevados niveles de emisiones per cápita y en crecimiento, movilizó durante las negociaciones a una pléyade de países en vías de desarrollo para que finalmente no se le exigieran objetivos explícitos de reducción. Pese a los esfuerzos de muchos países y siendo el mayor emisor del mundo, su compromiso sigue siendo muy limitado”, dice en un comunicado de prensa.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.