El sector energético deberá lidiar en los próximos años con el problema de agua existente en el mundo.
Actualmente, un 25% de la población mundial no tiene acceso a agua potable y casi la mitad carece de servicios de saneamiento adecuados. Además, casi un 33% experimenta una grave escasez de agua durante al menos un mes al año. El cambio climático solo agravará esta situación.
En este contexto, el sistema energético mundial utilizó cerca de 370 mil millones de metros cúbicos (bcm) de agua dulce en 2021, lo que supone el 10% del total de las extracciones mundiales de agua dulce. El agua es esencial para casi todos los aspectos del suministro de energía, desde la generación de electricidad hasta la producción de combustibles fósiles y el cultivo de biocombustibles.
Cómo evolucionará la demanda
En el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS) de la Agencia Internacional de Energía (IEA), el escenario más conservador del organismo, en el que solo se tienen en cuenta las medidas de transición energética ya implementadas o en desarrollo, la demanda de agua del sector energético continúa aumentando y alcanza casi 400 bcm para 2030. Esto se debe al crecimiento de las extracciones de agua para refrigerar las plantas de energía nuclear y para irrigar materias primas de bioenergía. Sin embargo, parte de este aumento se compensa con la transición de los combustibles fósiles a la fotovoltaica y la eólica.
Por otro lado, en el escenario de cero emisiones netas para 2050 (NZE), el escenario más ambicioso de la IEA, las extracciones de agua por parte del sector energético disminuyen en cerca de 20 bcm para 2030. Las mayores reducciones ocurren en el sector eléctrico, donde las extracciones caen casi un 15% a medida que la generación de energía a carbón es reemplazada rápidamente por energía solar fotovoltaica y eólica.
El agua en el futuro de la energía
El agua está involucrada en todas las vías energéticas hacia un futuro de bajas emisiones.
Algunas tecnologías, como los biocombustibles, la energía solar, la captura de carbono o la energía nuclear, tienen altos requisitos de uso de agua.
Según apunta IEA, si estas tecnologías no hacen esfuerzos por reducir el uso de agua, el camino de la transición energética podría aumentar el estrés hídrico de algunas regiones del mundo.
Por ejemplo, la producción de hidrógeno verde en regiones ricas en energías renovables pero con estrés hídrico requiere una evaluación cuidadosa, y en estos lugares el uso de plantas de desalinización podría ayudar a limitar el agotamiento de los recursos de agua dulce.
La disponibilidad de agua es una medida cada vez más importante para evaluar la viabilidad física, económica y ambiental de los proyectos energéticos. Algunos productores de energía están recurriendo a fuentes alternativas y reciclaje de agua para ayudar a reducir las limitaciones de agua dulce. También hay un margen significativo para reducir el uso de agua mediante la mejora de la eficiencia de la flota de centrales eléctricas y el despliegue de sistemas de refrigeración más avanzados para la generación térmica.
Fuente: IEA.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.