Johan Steelant, ingeniero de la Agencia Espacial Europea, estima que en 2020 se podrá realizar el primer vuelo de prueba.
Bruselas-Sydney en cuatro horas sería realidad gracias a una velocidad mach 8 (ocho veces la velocidad del sonido, que es 343,2 m/s.) Eso significa volar diez veces más rápido que la media de los actuales aviones comerciales, cuya velocidad es de mach 0,8.
Sin embargo, para que este proyecto se haga realidad se necesita voluntad política, ya que actualmente la producción de hidrógeno por electrolisis es más cara que la de los combustibles derivados del petróleo, y se deben crear economías de escala. Esto depende en gran medida de los políticos. La tecnología avanza a la velocidad que los gobiernos deciden.
Hablamos de aviones limpios, sostenibles: un enorme avance contra el cambio climático, porque no usarían combustibles fósiles, sino hidrógeno, una tecnología ya madura y totalmente comprobada en el programa de la Agencia Espacial. “Tenemos, de hecho, una planta de fabricación en la Guayana francesa.” Un kilo de hidrógeno produce casi tres veces más energía que el fuel, y ya se utiliza rutinariamente con los cohetes y lanzaderas de satélites europeos (hay más de 300 geoestacionarios operativos ahora mismo).
“Por eso, deberíamos elegir a políticos comprometidos con una Europa fuerte y unida, decidida a progresar y a no contaminar. Y frenaríamos el cambio climático. La tecnología ya existe y la demanda, también. Todos los vuelos entre Europa y Australia se llenan y hay listas de espera de tres meses. Además, podríamos conseguir duraciones de trayecto parecidas en las rutas entre la Unión Europea y Los Ángeles, Tokio, Pekín, o Shanghai: una gran cantidad de interesantísimos destinos asiáticos.”
Aunque la hoja de ruta es alcanzar primero un mach 2 en un avión privado pequeño de hasta 20 plazas, se prevé llegar hasta 300 pasajeros en aviones comerciales, que serán cada vez más integrados, formando un solo bloque el fuselaje, el motor y las alas, que estarán más pegadas al fuselaje. Las hélices de las turbinas tendrán un enorme diámetro… de hasta cuatro metros y los aviones se fabricarán con más composites (plásticos y nuevos materiales) ligerísimos y no por ello menos resistentes y fiables. Hoy ya más de la mitad de un avión son esos composites, pero ese porcentaje aumentará. En cuanto a la adaptación de los aeropuertos para poder alojar, repostar, servir a los nuevos aviones de hidrógeno, entraría de lleno la inversión pública, que además crearía puestos de trabajo.Johan Steelant, ingeniero de la Agencia Espacial Europea, estima que en 2020 se podrá realizar el primer vuelo de prueba.
Bruselas-Sydney en cuatro horas sería realidad gracias a una velocidad mach 8 (ocho veces la velocidad del sonido, que es 343,2 m/s.) Eso significa volar diez veces más rápido que la media de los actuales aviones comerciales, cuya velocidad es de mach 0,8.
Sin embargo, para que este proyecto se haga realidad se necesita voluntad política, ya que actualmente la producción de hidrógeno por electrolisis es más cara que la de los combustibles derivados del petróleo, y se deben crear economías de escala. Esto depende en gran medida de los políticos. La tecnología avanza a la velocidad que los gobiernos deciden.
Hablamos de aviones limpios, sostenibles: un enorme avance contra el cambio climático, porque no usarían combustibles fósiles, sino hidrógeno, una tecnología ya madura y totalmente comprobada en el programa de la Agencia Espacial. “Tenemos, de hecho, una planta de fabricación en la Guayana francesa.” Un kilo de hidrógeno produce casi tres veces más energía que el fuel, y ya se utiliza rutinariamente con los cohetes y lanzaderas de satélites europeos (hay más de 300 geoestacionarios operativos ahora mismo).
“Por eso, deberíamos elegir a políticos comprometidos con una Europa fuerte y unida, decidida a progresar y a no contaminar. Y frenaríamos el cambio climático. La tecnología ya existe y la demanda, también. Todos los vuelos entre Europa y Australia se llenan y hay listas de espera de tres meses. Además, podríamos conseguir duraciones de trayecto parecidas en las rutas entre la Unión Europea y Los Ángeles, Tokio, Pekín, o Shanghai: una gran cantidad de interesantísimos destinos asiáticos.”
Aunque la hoja de ruta es alcanzar primero un mach 2 en un avión privado pequeño de hasta 20 plazas, se prevé llegar hasta 300 pasajeros en aviones comerciales, que serán cada vez más integrados, formando un solo bloque el fuselaje, el motor y las alas, que estarán más pegadas al fuselaje. Las hélices de las turbinas tendrán un enorme diámetro… de hasta cuatro metros y los aviones se fabricarán con más composites (plásticos y nuevos materiales) ligerísimos y no por ello menos resistentes y fiables. Hoy ya más de la mitad de un avión son esos composites, pero ese porcentaje aumentará. En cuanto a la adaptación de los aeropuertos para poder alojar, repostar, servir a los nuevos aviones de hidrógeno, entraría de lleno la inversión pública, que además crearía puestos de trabajo.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.