Extraer un barril de petróleo en Arabia Saudí cuesta entre 1 y 3 dólares. Irak e Irán declaran costes similares pero en Estados Unidos, el hidrocarburo no convencional, es decir, el que se consigue mediante fractura hidráulica, sale por más de 40 dólares, y en Canadá las arenas bituminosas cuestan 80 dólares. ¿A qué conclusión más que evidente se llega con estos números?
El precio del crudo está por los suelos, por debajo de los 35 dólares el barril, y no se espera un cambio importante al alza para 2016. Arabia Saudí no parece dispuesta a levantar el pie de la producción de crudo y prefiere perder dinero en el corto plazo para terminar con las nuevas empresas de hidrocarburos occidentales nacidas al calor del fracking.
Pero no son estas empresas de EEUU o europeas lo que más asusta a los analistas. Es la debilidad de la economía asiática, especialmente la de China. Su caída del consumo podría hundir el precio de las materias primas que compra. Ayer el banco estadounidense Morgan Stanley advertía que una mayor depreciación del yuan podría hacer caer el precio del petróleo hasta los 20 dólares por barril, y no es el único, otros analistas también lo han avisado en los últimos días, como Goldman Sachs, Citigroup o Merril Lynch. El banco de inversión UBS aseguraba en su informe de tendencias para el próximo lustro que el mundo puede llegar a ver los ‘petroyuanes’, esto es, a países productores de petróleo aceptando vender a China el oro negro denominado en la moneda asiática.
Y todo, ¿para qué?
Si Arabia Saudí, y con ella todos los países de la OPEP, no cambian de estrategia, el crudo ‘no convencional’, es decir, el que se extrae por métodos como el ‘fracking‘ o las minas de arenas bituminosas de Alberta (Canadá)- se va a convertir en un moribundo que deberá buscar alternativas para sobrevivir.
“Arabia Saudí quiere hundir el negocio de Estados Unidos que le había convertido en el primer exportador de hidrocarburos del mundo”, explica a EnergyNews Julio Barea, experto de Greenpeace en el sector energético, “la sobrecapacidad de petróleo que hay en todo el mundo y que se prevé que se mantenga por mucho tiempo tiene solo un objetivo, acabar con la competencia del fracking norteamericano”.
Pero ¿qué hace el resto de países productores de petróleo? En Oriente Medio un pozo puede dar petróleo durante décadas pero no ocurre lo mismo en Venezuela, Rusia o Argentina. Muchos de sus proyectos no son ahora rentables y sus ciudadanos están sufriendo las consecuencias de un petróleo a precios de ganga. Y mientras tanto, entra en escena Irán, con perspectivas de un millón de barriles al año más. Su estrategia es colocarlos en otros países lo antes posible. Y por eso, ayer mismo Irán anunciaba que pretende invertir en la construcción de una refinería de petróleo en España con capacidad para producir 200 mil barriles de crudo diarios, con el fin de garantizar la venta de hidrocarburos iraníes al exterior.
No hay cabida para el fracking
No salen los números. Con esa competencia tan feroz, “podría ser que los proyectos de fractura hidráulica ya en funcionamiento en EEUU o Canadá aguanten un tiempo, pero ¿qué futuro hay en España para posibles propuestas? Ninguno, ya no es rentable ni la exploración”, continúa Julio Barea, “además políticamente ningún partido político, excepto el PP, apoya esta tecnología”.
“El futuro no es de los hidrocarburos convencionales, ni siquiera del petróleo. Las grandes consultoras internacionales y muchos fondos de inversión ya están señalando como negocio invertir en renovables, un mercado que es imparable”, concluye el experto.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.
Para entender que es el fracking,
es recomendable ver el documental Gasland:
https://vimeo.com/75524062
Señor Bravo,
Ese documental que vd recomienda es un fiasco.
Déjeme decirle, entre otras, que el problema asociado al fracking que plantea no es una negligencia ya que se observa en la rueda de prensa posterior a la presentación como el problema de la difusión de gases por las instalciones de fontanería se debe a gases biogenéticos.
Muy curioso, por cierto, es ver esa parte de la entrevista por parte de otro periodista al director de documental. Muy ilustrativo también es fijarse en los créditos finales del documental: fíjense y vean quienes aparecen.