Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), junto con el premio Nobel Carlo Rubbia del Instituto de Estudios Avanzados sobre Sostenibilidad (IASS) de Potsdam (Alemania) y la Universidad Rey Abdul Aziz (Arabia Saudí), desarrollan una tecnología basada en el dióxido de carbono para mejorar la producción de energía en las plantas termosolares.
Dentro de la energía termosolar existen cuatro tecnologías disponibles a nivel comercial, con diferentes costes y eficiencias de conversión: colector cilindroparabólico, torre central, disco solar y sistema Fresnel. Si bien las dos primeras han sido desarrolladas desde los años ochenta del siglo pasado -las dos últimas han tenido un desarrollo mucho menor-, ninguna en realidad ha conseguido una rentabilidad y una progresión parecida al aerogenerador de tres palas dominante en la energía eólica, y aún menos si se deja de contar con las primas o subvenciones a su desarrollo.
La coherencia térmica
Por eso, en la búsqueda de la tecnología que más rentable pueda resultar, los investigadores que han llevado a cabo este trabajo han tomado como punto de referencia la coherencia térmica, que evita temperaturas excesivas o uso innecesario de material.
Cuando llegaron a este punto, vieron necesaria la observación de otros ámbitos de la ingeniería energética como el campo nuclear, donde multitud de centrales funcionan con temperaturas características moderadas (300 grados centígrados). Esto hace ver que la tendencia del sector solar de tratar de alcanzar las mayores temperaturas posibles puede no ser acertado.
Además, los elevados costes de producción asociados frenan el desarrollo de las tecnologías existentes, con lo que se debía buscar una vía de solución, y la encontraron en el dióxido de carbono.
Dióxido de carbono
El uso del dióxido de carbono como fluido en energía solar ya se ha probado por el grupo de investigadores de la UPM en la Plataforma Solar de Almería, obteniendo muy buenos resultados: campo solar barato y fluido que, además, resulta amigable para el medioambiente.
Con la energía termosolar es posible almacenar la electricidad producida y con ello mejora la gestión de la energía renovable obtenida, de modo similar al de una presa que almacena agua para una central hidroeléctrica.
El desarrollo de estas ideas conduce al concepto de Fresnel mejorado, utilizando como fluido de trabajo el dióxido de carbono (desecho en multitud de procesos industriales), que puede utilizarse en aplicaciones térmicas severas como la refrigeración de reactores nucleares de alta temperatura. Además, el uso de dióxido de carbono en energía solar puede servir para confinar este fluido y, a su vez, evitar emisiones, sustituyendo otras plantas termoeléctricas que utilicen combustibles fósiles.
Proyecto Futuro Solar
La tecnología desarrollada en esta investigación, y otras previas de la UPM, se está explotando a día de hoy mediante el proyecto Futuro Solar a través de un convenio entre esta universidad y OHL Industrial.
El proyecto se presentó en el marco de la segunda convocatoria de proyectos de investigación y desarrollo cofinanciados por el Mecanismo Financiero del Espacio Económico Europeo (EEA-Grants), constituyendo un prototipo avanzado en cuanto a la curva de aprendizaje respecto del estado actual de la tecnología termosolar. Actualmente en construcción, se prevé que comience a operar en la primavera de 2016.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.