En el artículo del Club de Expertos de hoy, José María González Moya, Director General de APPA Renovables, habla de los desafíos que se presentarán en esta década para el sector renovable, así como de los hitos conseguidos en los últimos años, motivados en gran parte por la seguridad y estabilidad regulatoria.
Tras un período de interinidad y dos elecciones generales, contamos por fin con un nuevo Gobierno que afrontará el cambio de década y los principales retos que tiene por delante nuestro país: retos económicos, retos demográficos y, por supuesto, retos energéticos.
El Gobierno en funciones ha realizado una importante labor, dentro de las limitaciones propias de la interinidad, para evitar que los plazos se nos echaran encima en el sector energético. La rentabilidad razonable, que debía abordarse antes de final de año, se aprobó sin votos en contra, algo que las empresas del sector renovable agradecen profundamente: tras una década de incertidumbre e inestabilidad, comienzan a ponerse los mimbres necesarios para dotar de seguridad al sector.
Porque la seguridad de un sector no debe depender de la voluntad de impulso de un determinado Gobierno. Tenemos por delante una cifra de inversiones realmente ambiciosa: 101.636 millones de euros. Esa es la inversión necesaria para el período 2021-2030 si queremos alcanzar los objetivos de energía renovable que nos lleven a la descarbonización comprometida a nivel europeo e internacional. La cifra que señala el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima implica más de 10.000 millones anuales solo en energías renovables. También ha de completarse con eficiencia energética, ahorro, redes y electrificación…
Récord de instalación
Las empresas del sector renovable están preparadas para el desafío de esta nueva década. Como en las pruebas automovilísticas, donde se da la aceleración de 0 a 100 km/h, las tecnologías renovables han pasado de instalar 102 MW en 2017 a 4.846 MW en 2019, cifra contabilizada hasta noviembre y que, a final de año, se acercará a los 6.000 MW. Hemos pasado de cuatro años de parálisis (2014-2017) a un récord de instalación. Y todo ello sin necesidad de incentivos económicos, todos esos megavatios nuevos no encarecerán nuestra factura sino que, al contrario, la abaratarán.
Debemos entender esta Transición como una oportunidad para nuestro país en términos de desarrollo industrial y creación de empleo. IRENA estima que, a nivel global, duplicar la participación de las renovables permitirá incrementar el PIB mundial en un 1,1%. Más renovables no significa menos riqueza, todo lo contrario.
Muchas de las tecnologías renovables no necesitan incentivos porque, gracias al desarrollo industrial y tecnológico conseguido en el pasado, hoy son competitivas. Debemos hacer este mismo ejercicio con aquellas que aún no lo son, para poder disfrutar de energía barata en el futuro. Tratar a las tecnologías según su grado de madurez y apostar porque conseguirán reducir sus costes. Como hemos visto con eólica y fotovoltaica, es una apuesta sobre seguro.
Hemos pasado, por tanto, de la inactividad al frenesí, y no han hecho falta como decíamos primas ni incentivos, solo seguridad y visibilidad de los ingresos, algo que gracias al Real Decreto-ley 17/2019 y la Orden de Parámetros Retributivos que el Ministerio para la Transición Ecológica ha elevado a consulta pública, estamos consiguiendo.
Cómo mantener el buen ritmo
¿Qué falta para mantener este nivel de actividad? A nivel de tecnologías, que existan subastas específicas, reconociendo la necesidad de algunas tecnologías de recorrer su curva de aprendizaje y aprovechando que otras ya la han recorrido. A nivel regulatorio, que las normas nazcan del consenso.
La aprobación del RDL 17/2019 sin votos en contra nos llena de esperanza. La energía es un bien tan básico, tanto en su acepción de necesario para la supervivencia como en su influencia en la estructura de costes de cualquier actividad productiva, que no deberíamos dudar sobre la sostenibilidad y seguridad de nuestro sistema energético. Y los objetivos nacionales, europeos e internacionales, de renovables y reducción de emisiones, dibujan una senda muy clara de descarbonización, electrificación y uso de renovables. Por ello, es necesario que el marco regulatorio que dirija nuestra transición energética sea fruto de un consenso político. En la Transición Energética no deberíamos tener dudas.
Renovables como oportunidad de desarrollo
Por último, debemos entender esta Transición como una oportunidad para nuestro país en términos de desarrollo industrial y creación de empleo. IRENA estima que, a nivel global, duplicar la participación de las renovables permitirá incrementar el PIB mundial en un 1,1%. Más renovables no significa menos riqueza, todo lo contrario.
En 2018, 11 millones de personas trabajaban en el mundo en el sector renovable. En España, según el Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables, los empleos aumentaron en 2018 hasta los 81.294. Una cifra que aún tiene un gran potencial de mejora en la próxima década. Pongamos el contador a cero, aprendamos de los errores y abordemos los retos que marca 2030 con la seguridad de que el sector renovable responderá desde la experiencia y la profesionalidad.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.