El Día Mundial de la Energía se estableció en 1949. Su objetivo es promover el uso de fuentes alternativas, racionalizar el uso de energía y llegar a toda la población mundial. Aunque pase casi desapercibido, no es mal momento para reflexionar sobre los problemas de acceso a la energía que tienen muchas sociedades. Pero también sobre la necesidad de impulsar la generación a partir de fuentes limpias. Hablamos de futuro y sostenibilidad.
Parece más propio hablar de enamorados un 14 de febrero que de energía. Y también pensando en la historia, porque la relación de San Valentín y los enamorados se remonta a época romana. Como curiosidad añadida, las primeras referencias a la comercialización del día de los enamorados se remontan a 1840 en EEUU.
Sin embargo, lo uno no quita lo otro y el Día Mundial de la Energía debe ser una fecha señalada. Es un buen momento para reflexionar sobre el uso racional de la energía y su obtención de fuentes limpias.
Según uno de los informes del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), un tercio de la población mundial no tiene acceso a formas avanzadas de energía.
Futuro y sostenibilidad
La generación de energía de fuentes no renovables -petróleo, carbón y gas- es el causante de desastres naturales en todo el planeta. Y el futuro, desde esta perspectiva, es bastante incierto. Debemos tener en cuenta que todavía un 80% de la energía se produce a partir de combustibles fósiles. Algo que debe descender rápidamente si queremos contener el cambio climático.
No obstante, y más allá de lo dicho, la energía está relacionada con otros muchos aspectos de nuestro día a día. Según la Agenda 2030, la energía es fundamental para casi todos los grandes desafíos y oportunidades a los que hace frente el mundo actualmente. Ya sea para el empleo, la seguridad, el cambio climático, la producción de alimentos o para aumentar los ingresos. El acceso universal a la energía es esencial.
Por consiguiente, la jornada de reflexión debe ahondar en ambos conceptos: futuro y sostenibilidad.
Conseguir el acceso universal a la energía y hacerlo de forma sostenible ayudará a desarrollar nuestras sociedades. De ahí la importancia de la transición energética de la que hablamos frecuentemente.
ODS 7
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, el número 7 tiene que ver con la energía. De hecho, así es su título:
“Objetivo 7: Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”.
Y añade que el avance en todos los ámbitos de la energía sostenible no está a la altura de lo que se necesita para lograr su acceso universal y alcanzar las metas de este Objetivo.
Por eso, incide en aumentar el uso de energía renovable en sectores como el de la calefacción y el transporte. Y considera necesarias: las inversiones públicas y privadas en energía; mayores niveles de financiación; políticas con compromisos más audaces; y una buena disposición de los países para adoptar nuevas tecnologías en una escala mucho más amplia.
Metas a alcanzar
Tal y como establece la ONU, y en un día como hoy, es bueno recordar los objetivos a cumplir:
- 7.1 De aquí a 2030, garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos
- 7.2 De aquí a 2030, aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas
- 7.3 De aquí a 2030, duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética
- 7.a De aquí a 2030, aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia. Eso incluye las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles. Además, promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias
- 7.b De aquí a 2030, ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo. En particular, los países menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países en desarrollo sin litoral. Todo ello en consonancia con sus respectivos programas de apoyo.
Conclusión
Como conclusión, una combinación de tecnología, políticas públicas y esfuerzos del sector privado conseguiría llevarnos a un sistema energético más eficiente, sostenible y económico. Y, en consecuencia también, a una nueva clase de consumidor de energía.
De esta forma, gobiernos, ciudadanos y el propio planeta se beneficiarían de este cambio de modelo. El camino a seguir: continuar evolucionando hacia sistemas energéticos generados por fuentes limpias. Y además, conseguir una mayor eficiencia y un acceso universal
Quizás pase desapercibido un día como éste, pero no deberíamos restar importancia a estos objetivos, como ciudadanos del mundo.
Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela