Un informe con el que trabaja el Gobierno de Rusia recoge que es probable que el nivel de producción de petróleo antes de la pandemia no se iguale en los principales yacimientos rusos. También que la transición energética puede ser una amenaza para rusia, pero también una oportunidad
Antes de la pandemia, un tercio de los ingresos del Gobierno de Rusia provenían de las exportaciones de energía. Este número aumenta al 40 % cuando se incluyen los ingresos fiscales de otros sectores, como los minerales.
Un documento con el que trabaja el gobierno ruso y del que se ha hecho eco Oil Price calcula que la producción de petróleo de Rusia crecerá después de la pandemia a 11,1 mbpd en 2030. No es mala cifra, pero queda por debajo de los 200.000 barriles que marcaron récord en 2019. Después, disminuirá gradualmente a 9,4 mbpd en 2035. En el escenario más probable en el que los precios y la demanda sea alta: la producción podría aumentar a 12,8 mbpd en 2030.
El futuro está en el Ártico
Desde el descubrimiento del primer campo petrolero en el Cáucaso, el sector petrolero de Rusia se ha estado moviendo más al norte, poniendo el foco en Siberia en busca de nuevos recursos.
La mayoría de los campos sin explotar se encuentran actualmente en el Ártico. Por la dureza del clima, este emplazamiento resulta bastante caro de desarrollar. Aún así, la región podría contener el 16 % del petróleo aún por descubrir del mundo, según el Servicio Geológico de EEUU.
Moscú ha puesto grandes esperanzas en el desarrollo de su región ártica. En su búsqueda por el dominio de la energía, las empresas reciben importantes exenciones fiscales para reducir los costos y atraer a los empresarios adecuados al norte. El gigante energético Rosneft, por ejemplo, ha anunciado el enorme proyecto Vostok que creará 130.000 puestos de trabajo y permitirá el acceso a alrededor de cinco mil millones de toneladas de petróleo. Rosneft tiene la intención de producir 30 millones de toneladas para 2024 y, finalmente, 100 millones para fines de la década solo con este proyecto.
La transición energética, amenaza y oportunidad
Una gran amenaza para la posición de Rusia es la transición energética y la electrificación de las sociedades. Aunque el hidrógeno se está infiltrando lentamente en la estrategia de Moscú, la mayor parte de los esfuerzos de la industria energética rusa sigue siendo con combustibles fósiles.
Sin embargo, la transición energética también es una oportunidad para la industria rusa de combustibles fósiles. Compañías energéticas occidentales como Shell y BP están aumentando gradualmente sus inversiones en tecnologías neutrales en carbono y disminuyendo lentamente el gasto en petróleo y gas. Esto significa que incluso en una situación en la que la demanda se está reduciendo, Rusia podría mantener su participación y posición como superpotencia energética.
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre energía y acerca de cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas.