La pandemia mundial provocada por el COVID-19 prometía y ya hace notar la profunda marca que dejará en la civilización humana. Con todos los ojos puestos en la elaboración de la vacuna que acabe con la enfermedad, el gran impacto que el virus ha tenido en la economía ya se nota en todas sus formas y expresiones. En este contexto de gran convulsión y expectativa de cambio existe una fórmula en la que pueden combinarse los esfuerzos por hacer un planeta mejor y las acciones llamadas a transformar nuestro sistema: la integración de energías renovables y la descarbonización de la economía.
En el debate público acerca de las renovables, así como de otros ámbitos estrechamente vinculados con ellas como la movilidad eléctrica, es común escuchar aquello de que “son el futuro”, como si la amplia generalización del uso de estas energías estuviera pasando de puntillas y sin efectos sobre los sistemas energéticos de las naciones. Por ello, y volviendo a apelar a esa sombra del cambio sobre lo establecido que se cierne actualmente sobre nuestra civilización, es el mejor momento para poner de manifiesto el valor de las renovables como grandes aliadas en la reconstrucción de la economía mundial.
Las ventajas de las formas de generación verdes tienen efectos notablemente positivos y ampliamente conocidos como son la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, por tanto, su contribución a mitigar la contaminación atmosférica. Desde el punto de vista socioeconómico, en los últimos años se ha podido observar de forma global la creación de políticas destinadas a crear marcos regulatorios más favorables para este tipo de energías. Gracias a este buen despliegue, el uso de renovables se ha generalizado y se han comprobado de manera fehaciente cuáles son sus puntos fuertes.
Una de las fortalezas de las que presumen las energías renovables es su capacidad de generación de empleo. Según datos de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), en 2017, el sector daba empleo a 10,3 millones de personas en todo el mundo.
Renovables para salir de la crisis económia
Red Eléctrica de España (REE) informó en su “Avance del Informe del Sistema Eléctrico Español 2019” que el año pasado había supuesto un gran avance en el camino hacia la descarbonización de la actividad productiva. Por primera vez, las energías verdes superaron en potencia instalada al resto de tecnologías de generación en la Península Ibérica, alcanzando una cifra de 55.195 megavatios (MW), algo más de la mitad de los 104 gigavatios (GW) totales. Del total de potencia instalada renovable, el 47% son eólicos y el 16% son fotovoltaicos. El 37% corresponde a otras formas de generación verdes. En concreto, solo en 2019 entraron en funcionamiento 6.539 MW renovables, una cifra que supuso un aumento del 13,4% respecto a la potencia renovable que se instaló en 2018.
Como consecuencia de esta notable deriva hacia formas de generación alternativas, las renovables batieron récords de electricidad generada durante el año pasado. De los 247.002 gigavatios-hora (GWh) de electricidad que se generaron en la Península Ibérica durante el año pasado, el 39% corrió a cargo de las tecnologías de generación renovables. Mucho tuvo que ver con esta gran aportación la energía eólica, que capitaneó la producción limpia suministrando el 21,5% de la cuota renovable. Esta tendencia al alza ha continuado predominando en 2020, que según datos de REE, ha cerrado con un 44,95% de cuota de renovables sobre el total del mix energético en el primer trimestre..
Por su parte, frente al 14,1% registrado en 2018, el carbón tan solo aportó el 4,3% del total de la electricidad generada, suponiendo su participación más baja de la que Red Eléctrica de España tiene registro.
Eólica y fotovoltaica: nuestros mejores caballos de batalla
El sector de la energía fotovoltaica, que en los tres primeros meses de 2020 logró generar 2.354 GWh de energía limpia, tiene unas grandes perspectivas de futuro a medio y largo plazo y llama la atención de los inversores públicos y privados dada su alta rentabilidad y su capacidad de contribución al cumplimiento de los objetivos climáticos internacionales. Además, España cuenta con un formidable sector fotovoltaico, que alberga en sus filas algunas de las mejores empresas fabricantes de componentes fotovoltaicos del mundo.
Con 8.623 MW de potencia instalada registrados a final de 2019 (8.928 MW en enero de 2020), esta tecnología de generación de energía fue la que más creció en España con un aumento del 93,2% en comparación con 2018
En términos socioeconómicos, emplea en nuestro país a 29.000 personas y realiza una contribución anual de 5.000 millones de euros al PIB.
Por su parte, la eólica es la segunda tecnología de generación de energía del sistema eléctrico peninsular y produjo 54.212 GWh en 2019, representando el 21,6% del total en el mix de generación. España cree decididamente en el poder del viento y cuenta con 1.203 parques eólicos repartidos en 807 municipios, dando empleo a alrededor de 24.000 personas. GWEC (Global Wind Energy Council) prevé que en 2030 la eólica empleará a cerca de 4 millones de personas en todo el mundo de forma directa e indirecta, unas cuatro veces más que los 1,2 millones de empleos que ya había generado en 2018.
Rumbo 2050
Tras la crisis del coronavirus, los gobiernos revisan las opciones que tienen para llevar a cabo la reactivación de la economía. A este ya de por sí complicado reto, se suma hacerlo de forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
En este sentido, IRENA publicó recientemente el informe “Perspectivas mundiales de las energías renovables: transformación energética de aquí a 2050”, en el que plantea un ambicioso escenario para ese año en el que se reduciría cerca del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Del mismo modo, también encontramos un crecimiento del PIB del 2,4% a mitad de siglo respecto a las cifras actuales, lo que significaría un aumento acumulado de 98 mil millones de dólares estadounidenses.
Respecto a la rentabilidad de las inversiones en renovables, IRENA prevé que en 2050 se conseguirá un retorno de inversión de entre 3 y 8 dólares por cada dólar invertido en este sector.
Es momento de dejar de hablar en futuro y ponerse manos a la obra, ya que nuestro porvenir y el del planeta dependen de las acciones que llevemos a cabo hoy para tratar de mitigar la mayor amenaza que se cierne sobre nosotros: el cambio climático.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.