Varios estudios mundiales llevados a cabo en Estados Unidos y Europa reflejan que la tasa de mortalidad por COVID-19 se ve elevada por la contaminación del aire. Así, las poblaciones en zonas de altos niveles de contaminación atmosférica están potencialmente expuestos a sufrir peores efectos al contraer esta enfermedad.
La contaminación del aire supone un grave problema para la salud y es un vector considerable hacia el desarrollo de afecciones cardiovasculares y pulmonares.
Como efecto del confinamiento en buena parte del mundo, se han reducido de manera notable los datos de contaminación del aire. Esta situación está siendo aprovechada por algunos gobiernos para aplicar medidas que, a largo plazo, puedan beneficiar a los ciudadanos en cuanto a la calidad del aire que respiran. Por otra parte, otros han flexibilizado las normas respecto a la lucha contra el cambio climático.
El Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, Center for Research of Energy and Clear Air) ha compilado las recientes investigaciones científicas que sugieren que la contaminación empeora los efectos y aumenta el riesgo de contraer el COVID-19.
Como resultado de esta situación de mejora de la calidad del aire y la implantación de políticas favorables a continuar con esta tendencia o, por el contrario, de relajación en los límites de contaminación, el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, Center for Research of Energy and Clear Air), ha hecho una recopilación de las investigaciones científicas que plantea que la exposición a la contaminación del aire hace a las personas más vulnerables frente al COVID-19.
Por ello, el CREA ha pedido a los líderes mundiales que trabajen codo con codo para la consecución de un cambio sistemático a largo plazo, preparando desde ya medidas para reducir la contaminación del aire como consecuencia de las emisiones de gases nocivos.
Efectos de la contaminación del aire
El informe del CREA indica como millones de personas con patologías previas o enfermedades crónicas derivadas de la exposición a la contaminación del aire son más vulnerables al COVID-19.
En un análisis de datos de ocho estudios llevados a cabo con pacientes chinos, los resultados arrojaron que las afecciones severas de pacientes con coronavirus fueron 2,4 mayores en pacientes con hipertensión. Del mismo modo, fueron 2,5 veces superiores entre los afectados por enfermedades respiratorias y 3,4 entre quienes sufrían de enfermedades cardiovasculares.
La contaminación del aire no es un concepto abstracto, es un fenómeno real que actualmente es responsable a nivel mundial del 18% de las enfermedades derivadas de la diabetes, del 14% del los casos de cáncer de pulmón, del 34% de casos de enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC), del 11% de las enfermedades cardiovasculares y del 7% de los infartos.
Su influencia en las pandemias tampoco es algo nuevo. En una investigación realizada por Clay se concluyó que la influencia de la contaminación del aire fue un hecho muy negativo en la pandemia conocida como la gripe española de 1918. En este estudio se demuestra como hubo más mortalidad en las ciudades americanas donde se quemaba carbón que en otras donde se hacía menor uso de combustibles fósiles.
En definitiva, la contaminación del aire es un fenómeno que ya atacaba de manera grave a la salud pública antes de la crisis del COVID-19 y ahora se sitúa como aliado de la pandemia. Vistos los efectos actuales y las previsiones de crecimiento en el daño a nuestra salud en los próximos años, se debe trabajar en la reducción de las emisiones de gases contaminantes como algo prioritario en términos de transición energética y medio ambiente.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.