Los confinamientos, las restricciones de movilidad y otras medidas para frenar la expansión del coronavirus han traído consigo ciudades menos contaminadas. Esta, que podría ser la única lectura positiva de la pandemia, lleva a los expertos a plantearse si es este un cambio que ha llegado para quedarse.
Transport&Environment (T&E) ha publicado una reflexión sobre las consecuencias de las medidas planteadas por las principales ciudades europeas para frenar la expansión del coronavirus. Los confinamientos, las restricciones de movilidad, el temor a utilizar el transporte público han hecho que en los meses las principales capitales del mundo registren niveles de contaminación no vistos desde hace décadas.
Esta que, como decimos, podría ser la única lectura positiva de la pandemia, lleva a los expertos a plantearse si no debería ser una cambio que se asiente en el tiempo.
«En 2020 hemos enfrentado una crisis mundial sin precedentes que ha afectado a la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana: nuestro trabajo, nuestras economías y nuestra salud», arranca la reflexión que firma Barbara Stoll. «La pandemia también ha tenido un impacto profundo en nuestras expectativas en torno a los viajes, y hemos aprendido, quizás por las malas, que en muchos casos, no necesitamos compartir un espacio físico para trabajar juntos y hacer las cosas», prosigue.
Ciudades menos contaminadas
«Las restricciones en toda Europa han permitido a los habitantes de las ciudades por primera vez ver, oler y experimentar un aire más limpio. También apreciar una vida más lenta y local con menos ruido y congestión», continúa Stoll.
Para citar algunos ejemplos, la consultora explica cómo los ciudadanos de Milán (Italia) han podido ver los picos de Los Alpes desde sus casas como hacía más de cuatro décadas que no lo hacían.
En España no hemos sido ajenos a esta situación. Un informe de la asociación Ecologistas en Acción en base a las mediciones oficiales realizadas en 26 ciudades, afirma que la reducción drástica del tráfico ha provocado una mejora sin precedentes de la calidad del aire en las ciudades españolas, muy por debajo de los límites legales y las recomendaciones de la OMS. Pero en la estela de la consultora de T&E, la asociación española teme que estas mejoras puedan revertirse rápidamente con la vuelta a la actividad económica habitual.
Los ciudadanos valoran lo que se ha conseguido
«Una gran mayoría de los residentes de 21 ciudades europeas apoyan las medidas para dar más espacio público a los peatones, ciclistas y el transporte público, así como para prohibir los coches sucios en el centro de las ciudades», afirma la organización europea.
Capitales como Milán, Bruselas o París han sumado kilómetros a sus espacios reservados al uso de bicicletas. Pero también hay datos que llevan a pensar que el cambio no será definitivo. Estos son los que más preocupan:
- los ciudadanos europeos se muestran preocupados por la seguridad que ofrece el transporte público frente a los contagios
- para reducir el impacto económico, algunas capitales europeas han levantado las restricciones de las Zonas de Bajas Emisiones
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre energía y acerca de cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas.