Todos nos hacemos eco, desde hace un tiempo, de los efectos que estamos produciendo en nuestro planeta Tierra, éste, el único que tenemos. Hablamos de contaminación, de gases de efecto invernadero, de desastres naturales, de ciudades en las que no se puede vivir, de economías que sobre-explotan los recursos sin importar sus consecuencias o su extinción, de consumo de energía o de agua sin control, de producción insostenible para una sociedad de consumo irracional y de un largo etcétera que no parece estar muy en línea con la celebración del “Día Internacional del Medio Ambiente”.
Además, en muchas ocasiones pensamos que es cosa sólo de las grandes compañías y gobiernos. ¿Quién tiene la culpa? Quizás los gobiernos por no remediarlo. Puede que las energéticas y petroleras. En ese saco, también están las empresas que fabrican herbicidas, fungicidas, pesticidas y más. Incluso, las que producen plásticos y no buscan alternativas que sean menos dañinas. Los fabricantes de vehículos, las farmacéuticas…. y así hasta no acabar nunca.
Nuestra huella
Sin embargo, y teniendo en cuenta lo anterior, ¿qué aportamos nosotros?, ¿no tenemos ninguna culpa? Nuestras pequeñas acciones también son determinantes y podrían ayudar. Nuestra “huella” debería ser mucho más ecológica.
Estamos sobre-explotando el planeta y, muchas veces, de forma innecesaria. Y nos preguntamos, ¿quién nos ha dado ese derecho?, ¿por qué vamos a acelerar procesos que lleven a nuestros sucesores a no poder vivir como nosotros?, ¿desde cuándo nos importa poco que ellos no puedan disfrutar de las plantas que vemos, esas que necesitan ser polinizadas, o de las especies de animales?, ¿o que tengan que vivir en lugares donde la devastación de los desastres naturales cambie la fisonomía del entorno natural?, ¿por qué no consideramos que plantas y animales son seres vivos, como nosotros, que tiene derecho a vivir y a sobrevivir?
Y aún más, ¿por qué llevamos siglos luchando por una economía igualitaria y parece que cada vez hay más personas vulnerables?, ¿de verdad el ser humano no recapacita?, ¿o quizás es que pasamos por la vida sin responsabilizarnos de lo que hacemos y sin asumir las consecuencias de ello?
Soluciones
Sin embargo, no debemos ser pesimistas y ahondar en lo terrible del problema, asumiendo que no hay solución. Esa sería la salida más fácil y cómoda.
Sí hay solución y ése es el primer principio que tenemos que asumir. Cualquier acción, por pequeña que sea, puede contribuir a dar la vuelta a estas circunstancias.
Conservar el planeta, tal y como lo conocemos, no sólo es una responsabilidad y una obligación de todos, sino que se ha convertido en una prioridad. Los retos a los que nos enfrentamos puede que nos superen, pero necesitamos proteger lo que tenemos y recuperar lo que estamos degradando.
Y sí, también es cierto que para alcanzar la sostenibilidad debemos tratar el medio ambiente, el clima, la economía y la sociedad como un todo.
Día Internacional del Medio Ambiente. En contexto
El tema de este año, en el Día del Medio Ambiente, es la contaminación del aire. Con motivo de este día, la Agencia Europea del Medio Ambiente y la propia ONU ha explicado diversas cuestiones que están en relación con el grave problema.
- La contaminación del aire afecta especialmente a los más vulnerables. Los datos son escalofriantes. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, el 90 % de los habitantes del planeta respira aire contaminado. Y más del 90% de las muertes relacionadas con la calidad del aire tiene lugar en países pobres y marginados, en regiones como el Mediterráneo oriental, Europa y las Américas. La contaminación produce muertes por enfermedades como la apoplejía, el cáncer pulmonar y otras infecciones y dolencias pulmonares y cardíacas.
- La contaminación, en todo caso, afecta a todo el planeta y es necesario el compromiso de todos para conseguir un mundo libre de contaminación atmosférica.
- Todos tenemos derecho a un ambiente saludable, a vivir en un entorno saludable, al agua limpia, el saneamiento adecuado, alimentos saludables y producidos de forma sostenible, a una biodiversidad saludable y un clima seguro.
- Hay medidas que se pueden tomar, dice la ONU, y que tienen un doble impacto. La contaminación del aire no puede desvincularse de las emisiones de carbono de los automóviles, la industria, los aviones, etc. Todo ello interactúa con el cambio climático. La reducción de carbono contribuirá a mejorar la calidad del aire. Y una forma de hacerlo es a través de la economía circular, que podría reducir hasta un 99% los desechos de algunos sectores industriales y un 99% de sus emisiones de gases de efecto invernadero, ayudando así a proteger el medio ambiente.
Más medidas para la mejora del Medio Ambiente
- Cuidar los océanos y los bosques es vital. Los océanos son los mayores productores de oxígeno. Ayudan a regular el clima mundial y constituyen la fuente principal del agua que sustenta toda la vida en el planeta. Y, además, actúan como un importante sumidero de dióxido de carbono, lo que reduce considerablemente los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
- En cuanto a los bosques, su protección y mejora es una de las formas más rentables de luchar contra el calentamiento global. En la última sesión del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques se concluyó que si se cumplieran todas las medidas previstas, los árboles podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en alrededor de 15 gigatoneladas de CO2 al año para 2050, lo que podría ser suficiente para limitar el calentamiento por debajo de los 2° C, el objetivo establecido por la comunidad internacional en 2015. Hoy en día, los combustibles fósiles emiten 36 gigatoneladas cada año.
- Para que los países puedan hacer la transición hacia una “economía verde”, según el Secretario General de la ONU, António Guterres, se requieren tres pasos:
- Terminar con los subsidios para los combustibles fósiles y cambiar hacia energías renovables, vehículos eléctricos y prácticas climáticamente inteligentes
- Poner impuestos al carbono que reflejen el coste real de las emisiones
- Acelerar el cierre plantas generadoras de electricidad basadas en la quema de carbón para 2020 y reemplazar los puestos de trabajo que quedarán vacantes con alternativas más saludables
Nuestras acciones
Más allá de las voces interesadas, económicamente hablando, la mayor parte de los investigadores consideran imprescindible esa última idea expuesta. Es vital, en la lucha contra el cambio climático, no elevar la temperatura del planeta más de 2° de aquí a 2050, y ya hemos elevado 1° respecto a los niveles preindustriales.
Así se recogió en el Acuerdo de París de 2015 y aunque parece que nos lo hemos tomado algo más en serio, no ha sido, ni es, suficientemente en serio.
Quedó claro en aquella cumbre que la implicación de los países es la única manera que tenemos de legar a nuestros sucesores un mundo estable, basado en un planeta más limpio, sociedades más justas y economías prósperas.
Pero, aprovechando el Día Internacional del Medio Ambiente nos preguntamos ¿y nosotros?, ¿qué podemos hacer?
¡Mil cosas, desde luego!
No somos quiénes para dar consejos, pero seguro que todos derrochamos energía y agua. No es menos cierto que fomentamos un consumo de “materia prima, producción y desecho”. Aprender a reciclar mejor, a reutilizar, a no desechar aquello que todavía tiene uso, puede ayudar de forma muy clara. Comprar productos locales también es una forma de reducir las emisiones del transporte, como lo es utilizar el vehículo de combustión sólo cuando sea imprescindible. Caminar por la ciudad es una gran idea, igual que usar transporte público o vehículos compartidos. No asfixiarnos de calor a base de calefacción, lo mismo. La producción de alimentos también requiere una gran cantidad de energía, por lo que no desperdiciar la comida ayudará igualmente.
Asimismo, muy, muy importante, no utilizar plásticos de un solo uso. Es vital para la vida de los océanos y su biodiversidad.
Finalmente, y desde nuestra opinión, sería bueno cambiar nuestra actitud. Para ello: información, no desconocimiento; preocupación, no indiferencia; implicación, no pasividad.
Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela
Estoy totalmente de scuerdo