El último informe sobre ozono llevado a cabo por Ecologistas en Acción ha determinado que la contaminación por este gas ha caído un 41% en 2020 como consecuencia de las restricciones de movilidad impuestas a causa de la pandemia del COVID-19. No obstante, casi 36 millones de personas han seguido respirando aire contaminado por ozono durante el verano de 2020 en nuestro país. Vamos a destacar algunas de las conclusiones más interesantes del informe.
Es común escuchar que España no tiene mucho que ver con algunas otras zonas de la Unión Europea. Será por nuestra forma de ser, nuestra cultura, nuestras costumbres etc. Pero si que hay un factor que todos compartimos: respiramos aire contaminado.
Según las últimas estimaciones globales de la AEMA (Agencia Europea de Medio Ambiente) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) la repercusión sanitaria de la contaminación atmosférica es una situación realmente alarmante. En 2016 cuantifican hasta 500.000 muertes prematuras en los países europeos como causa de la mala calidad del aire, 412.000 por exposición a partículas inferiores a 2,5 micras de diámetro (PM2.5), 71.000 por exposición a dióxido de nitrógeno (NO2) y 15.100 por exposición a ozono troposférico.
El ozono es un contaminante muy complejo, que no tiene una fuente humana directa sino que se forma en la superficie terrestre en presencia de radiación solar por la combinación de otros contaminantes denominados precursores, emitidos por el transporte (en especial los vehículos diésel), las centrales termoeléctricas, ciertas actividades industriales o la ganadería intensiva.
En España, rondaríamos las 30.000 víctimas mortales al año, de las que 24.100 serían por partículas PM2.5, 7.700 por NO2 y 1.500 por ozono. Hace apenas 10 años, los fallecimientos prematuros no eran mayores de 16.000.
Los seres humanos no somos los únicos en sufrir los efectos de los altos niveles de ozono, también la vegetación se ve afectada. En un informe de 2014, AEMA destaca a Italia y España como los dos países europeos con mayores daños sobre la agricultura, afectando en nuestro país a 122.000 kilómetros cuadrados, dos terceras partes de la superficie cultivada.
Principales conclusiones del informe
Para Ecologistas en Acción, la pandemia del COVID-19 ha puesto sobre la mesa la evidencia de que la reducción estructural del transporte y la descarbonización de la industria son las mejores armas para mejorar la calidad del aire, tanto en ciudades como en zonas rurales. En el caso del ozono, la reducción de emisiones de precursosres es realmente efectiva.
El ozono es un contaminante muy complejo, que no tiene una fuente humana directa sino que se forma en la superficie terrestre en presencia de radiación solar por la combinación de otros contaminantes denominados precursores, emitidos por el transporte (en especial los vehículos diésel), las centrales termoeléctricas, ciertas actividades industriales o la ganadería intensiva. Se trata por tanto de un contaminante secundario que en verano afecta a las áreas suburbanas y rurales influenciadas por la contaminación urbana e industrial.
Desde Ecologistas en Acción reclaman al Ministerio para la Transición Ecológica que agilice el Plan Nacional de Ozono comprometido hace años y anunciado por la Ministra en septiembre, al que remiten muchas comunidades para justificar su inactividad. Según la organización, el vigente Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica no tiene el detalle ni los mecanismos suficientes para que las autoridades regionales adopten medidas efectivas para reducir los niveles de ozono.
Fuente: Ecologistas en Acción
Te puede interesar
Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.