El camino hacia el cumplimiento de los objetivos energéticos de renovables para 2030 pasa por la biomasa. Además de ser una tecnología gestionable, la biomasa reactiva las economías locales y es una importante fuente de empleo de zonas rurales. Desde el sector, reclaman una mayor ambición por parte de la administración y subastas específicas para esta tecnología.
Es de sobra conocido el gran papel que jugarán la eólica y la fotovoltaica en la transición energética y en la consecución de los objetivos renovables de 2030. Pero hay que prestar atención a la biomasa, una tecnología que minimiza las emisiones de CO2, es gestionable, respetuosa con el entorno medioambiental y genera empleo de calidad en zonas rurales. Además, en hibridación con otras tecnologías como la termosolar, se puede convertir esta última en una tecnología gestionable, así como aumentar las horas de producción.
Biollano, la planta de biomasa de nueva generación que ENCE tiene en Puertollano (Ciudad Real) es uno de los casos de éxito a los que hay que prestar atención para conocer en profundidad las bondades de esta tecnología de generación térmica y eléctrica. La compañía invirtió en su construcción 100 millones de euros y su localización es una antigua central de carbón de Elcogás, de la que actualmente utiliza parte del equipamiento. Con una capacidad de 50 MW, esta planta, inaugurada el pasado 14 de enero, tiene una capacidad anual de producción de 325.000 MWh, utilizando 238.000 toneladas orujillo, el sarmiento y arranque de vid, restos forestales y agrícolas leñosos y poda de olivo.
Impacto muy positivo en el empleo rural
Hablando de biomasa, no solo hay que destacar que es una tecnología de generación limpia que reutiliza los subproductos de la producción agrícola, sino que es una gran fuente generadora de empleo en zonas rurales, lo que tiene un impacto muy positivo en las poblaciones colindantes a las centrales. Y no solo cerca de ellas, ya que en el caso de Biollano y otras plantas, gran parte del equipamiento es fabricado por empresas españolas.
Durante la construcción de Biollano han trabajado un máximo de 500 personas. Actualmente, son alrededor de 50 las personas que diariamente trabajan en la planta y más 1.000 los que se benefician del empleo indirecto generado por su actividad.
Jordi Aguiló, presidente de APPA Biomasa, señaló ayer en estas instalaciones la necesidad de «llevar a cabo subastas específicas para las centrales de biomasa, dado su capacidad para aportar electricidad gestionable y firmeza al futuro mix eléctrico renovable”.
Mayor ambición por parte de las Administraciones
Para APPA Biomasa, la última versión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, en el que se ha reducido levemente la aportación de esta tecnología a los objetivos renovables de 2030; o el límite de 6.500 horas a la operación retribuida de las centrales de biomasa, son ejemplos de la falta de ambición de la Administración para con esta tecnología.
Aguiló insistió en la necesidad de un marco regulatorio favorable: “Es necesario que se apueste de forma decidida por la biomasa, como una de las tecnologías con mayor impacto socioeconómico en el medio rural. Los beneficios de la biomasa van mucho más allá de la independencia energética o la lucha contra el cambio climático. La biomasa es fundamental para que la Transición Ecológica sea también una Transición Justa para las regiones”.
La biomasa debería jugar un importante papel en el cumplimiento de los objetivos renovables eléctricos, cifrados por el PNIEC en el 74%. Para 2030, el plan establece un 42% de renovables, en el que la electricidad supone menos del 25% del total. Por ello, durante la próxima década, la integración de renovables en los usos térmicos y de transporte será uno de los grandes retos energéticos que habrá que superar.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.