Las promesas del demócrata Joe Biden, durante la campaña en EEUU, con respecto al clima, auguran una serie de cambios que pueden influir en todo el planeta. Si Biden llevara a cabos sus promesas electorales, la energía, la movilidad y el transporte, la eficiencia energética y la recuperación verde serían una realidad.
El que los demócratas ocupen la Casa Blanca puede provocar cambios para la economía de muy diversos sectores. Quizás, uno de los que se verá más influido será el de la tecnología, por una mayor y posible limitación de acceso a datos privados; por los impuestos a las grandes tecnológicas; puede que por más acciones en políticas de competencia, de aplicación de la legislación antimonopolio y de seguridad cibernética.
Pero todos esperamos que el gran beneficiado sea el clima. Las políticas de Trump no han favorecido la lucha contra el cambio climático, lo sabemos. A cambio, han surgido legislaciones medioambientales en diferentes estados de EEUU, así como en numerosas ciudades. Y no sólo con respecto a la movilidad, sino a cuestiones como la eficiencia energética. Son muchos los estados en los que las cosas están cambiando. De ahí, los nuevos informes del American Council for an Energy-Efficient Economy sobre las mejoras en: Massachusetts; California; Rhode Island; Vermont; Nueva York; Maryland; Hawái y Nueva Jersey.
Pero va a haber más cambios, en principio, con el acceso de Biden a la presidencia de EEUU. Durante la campaña, el demócrata ha hablado de cambio climático y de neutralidad en 2050. Además, ha hecho numerosas referencias a temas tales como: energía eólica marina, almacenamiento de energía; captura y almacenamiento de carbono, etc. Asimismo, considerando que la movilidad es una causa importante de las emisiones en el país, resulta lógico el apoyo expresado a los vehículos eléctricos, a la infraestructura y al hidrógeno.
Plan de Biden
Durante la campaña, Biden propuso destinar 2 millones de dólares para energía limpia e infraestructuras. Eso incluyen los 1,7 millones de dólares en gastos en energía a lo largo de una década.
Otra cuestión importante es la posible limitación del fracking. Biden no acabará con esta práctica, pero sí va a limitar los nuevos arrendamientos de tierras federales para la extracción de petróleo o gas.
En cuanto a la movilidad y el transporte, también dejó claro durante la campaña su apoyo a: una red ferroviaria con energía limpia; a los vehículos eléctricos; al desarrollo de infraestructuras para éstos. Eso sí que podría crear un cambio importante, porque llevaría a una menor demanda de hidrocarburos.
Entre sus objetivos:
- Reducir a la mitad la huella de carbono del parque nacional de edificios para el año 2035. Asimismo, hacer inversiones drásticas en eficiencia energética en los edificios existentes, incluyendo la realización de cuatro millones de acondicionamientos.
- Una generación eléctrica 100% libre de emisiones en 2035. Ampliar los créditos fiscales para la energía limpia y la eficiencia. Además, instalar millones de paneles solares y miles de turbinas eólicas en tierra y mar.
- Recuperar las normas ambientales derogadas o anuladas por Trump.
- Plantear la reincorporación de EEUU a los Acuerdos de París. Los demócratas están convencidos que el precio humano y económico de no hacer nada para luchar contra el cambio climático es inasumible. Asimismo, EEUU enviaría una señal importante a otros países si volviera a unirse a los Acuerdos de París. Eso también llevaría a Biden a volver a dar ayudas para el Fondo Verde del Clima, que Trump retiró. Esas ayudas se destinan a los países menos desarrollados para que afronten las consecuencias del calentamiento global y reduzcan también sus emisiones.
- Conseguir una recuperación de la crisis, provocada por el coronavirus, basada en la transición a energías limpias y creación de empleo. Una decisión muy en línea con la planteada por la Unión Europea.
La evolución por sí misma
Además de todo lo comentado, otros datos apuntan a que la línea de una energía limpia es la que ha cobrado impulso. Y lo está haciendo por sí misma, y a pesar de las políticas de protección de Trump.
Los precios bajos de las renovables han forzado el cierre de varias centrales de carbón, poco rentables, en los últimos años. Para ser más concretos, han sido 35.000 MW entre 2013 y 2016; 42.000 MW entre el 2017 y el 2020.
La mala cotización del Big Oil, ahondado por la pandemia, contrasta con el incremento del índice S&P Global Clean-Energy. La industria petrolera no lo está pasando bien, pero las empresas de energía eólica y solar suben con fuerza. Además, el bajo coste de instalación y mantenimiento de las granjas solares y eólicas, en comparación con otras instalaciones, ayuda a que la tendencia continúe.
Y a eso hay que añadir la volatilidad de los precios del petróleo, que sigue un declive constante. Eso no ayuda a los inversores y, por tanto, a la cotización en bolsa del Big Oil.
Todo ello nos ayuda a pensar que el futuro trae cambios. Sería muy importante ver que Europa, EEUU y China trabajan por evitar el cambio climático. Entre los tres acumulan más del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel global, nos llenaría de esperanza para pensar en un futuro mejor.
Pero habrá que ver quién tiene la mayoría del Senado en EEUU para saber si Biden va a poder lograr sacar adelante las políticas climáticas.
FUENTES: Bloomberg; El Mundo Ecológico; El País.
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Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia. Lleva varias décadas trabajando para medios de comunicación de diferentes sectores. Además, es escritora y ha publicado libros de temática tan diversa como: guías de viaje, un libro sobre el vehículo eléctrico o una novela