En nuestro artículo del Club de Expertos de hoy, Pedro González, nuevo director de AEGE, habla sobre la situación actual y riesgos futuros para la industria electrointensiva y repasa las medidas que algunos países europeos han adoptad para mitigar el impacto del precio de la electricidad en los consumidores.
Finaliza 2022 con el mayor nivel de precios eléctricos desde la creación del mercado mayorista en 1998. Las perspectivas para 2023 no son mejores que las de este año, por lo que la situación no invita al optimismo. Mientras tanto, la industria electrointensiva se encuentra atrapada por estos niveles de precios y la competitividad comienza a erosionarse de forma alarmante.
Las grandes magnitudes macroeconómicas, como el crecimiento económico, la inflación o el empleo, anticipan un año lleno de incertidumbres y corremos el riesgo de que esto se traduzca en una parálisis de la actividad industrial, con el consiguiente impacto negativo en los territorios en los que se encuentran asentadas las instalaciones.
Si nos asomamos al exterior, vemos como el debate en Europa se concentra en cómo resolver el problema energético y en buscar soluciones para reducir el impacto que tiene el precio del gas natural en el precio final de la electricidad. Pero llegar a acuerdos está siendo complejo y está llevando a que los países busquen sus propias recetas para mitigar el impacto del precio eléctrico en los consumidores.
Las medidas adoptadas por países europeos
Italia
acaba de aprobar un mecanismo por el que se suministrará energía renovable a los grandes consumidores con un descuento del 25% sobre el precio del mercado. Ciertamente su precio esperado es alto, pero esto indica la voluntad de aliviar la presión de precios con el uso de energía renovable, ajena a los vaivenes del gas natural. Por su parte, Francia utiliza una fórmula que, para 2023, se traduce en un descuento del 90% con respecto al precio esperado del mercado para una parte significativa del consumo industrial a partir de su generación nuclear. Alemania exime del pago de los cargos y los peajes a sus industrias y basa su estrategia en el uso de contratos de largo plazo a precios estables, alejados de la volatilidad del mercado. La receta, por tanto, parece ser energía no emisora y precios estables a largo plazo.
En nuestro país se han aplicado medidas como la excepción ibérica, la revisión fiscal a la baja, la reducción del 80% de los peajes a los consumidores electrointensivos o la reducción de los cargos; medidas positivas todas ellas a las que se les debe dar continuidad en 2023. No obstante, la pregunta que nos hacemos ahora es si hay hueco para nuevas iniciativas en este entorno tan complejo.
Desde nuestra perspectiva, el debate que se abre sobre el diseño del mercado resulta fundamental. El principio sobre el que se asienta esta revisión es el de desacoplar el precio del gas natural del precio del mercado eléctrico y continuar avanzando en la descarbonización. Esto tiene sentido en la medida en que, aproximadamente, el 70% de la energía no usa combustibles fósiles y, por tanto, no está expuesta a la volatilidad de los mismos. Es decir, se pueden buscar medidas para cubrir un porcentaje del suministro a través de contratos de largo plazo con la generación renovable, respetando su rentabilidad exigida, a precios estables, predecibles y asequibles, lo que demandan nuestras industrias.
Si otros países optan por soluciones similares, quizás merezca la pena explorar esta vía.
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Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense. Redactor en energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es.