«Los impactos provocados por el cambio climático y la degradación medioambiental no han pasado desapercibidos para nuestro país. De hecho, han despertado una fuerte preocupación en la ciudadanía (superior a la de la media europea) y han generado cambios en las instituciones públicas y privadas».
Así cambiará la forma en que generamos, almacenamos y consumimos energía para 2050
La reflexión está copiada del borrador del Plan España 2050 presentado por el presidente del Gobierno la semana pasada. En él, se lanzan una serie de objetivos y propuestas para alcanzarlos. Para ver de dónde venimos y hacia dónde vamos, el Ejecutivo ha reflexionado acerca de las consecuencias del cambio climático que ya son evidentes en nuestro país:
- En las últimas cuatro décadas, la temperatura media en España ha aumentado en torno a 1,8ºC, 60 con picos significativos en algunas zonas y años . El verano térmico es ahora cinco semanas más largo,61 el número de días de olas de calor al año se ha duplicado,62 y la temperatura en 2020 ha sido la más alta del registro histórico.
- El calentamiento global ha hecho que el agua superficial del mar Mediterráneo aumente 0,34ºC cada década desde principios de los años ochenta; que nuestros glaciares se hayan reducido en un 90% desde principios del siglo XX; y que los territorios con clima semiárido hayan aumentado su extensión en unos 30.000 km2, esto es, el equivalente a la superficie total de Galicia.
- Asimismo, la Península Ibérica es un lugar cada vez más seco. Aunque las lluvias torrenciales se han vuelto más frecuentes y destructivas, sobre todo en el área del Mediterráneo,68 las precipitaciones medias en el territorio nacional se han reducido y las sequías han aumentado en frecuencia y severidad
- Estas tendencias, unidas a un uso no siempre eficiente y sostenible de los recursos naturales, han provocado una disminución significativa de la cantidad y la calidad de los recursos hídricos disponibles. Muestra de ello es que los ríos españoles llevan hoy menos agua que hace 40 años y que varias de las cuencas hidrográficas con mayor estrés hídrico de Europa se ubican en nuestro país.
Otra anomalía en los ríos es el cambio en el régimen natural de algunos de ellos que, debido a transformaciones como la construcción de embalses, han pasado a tener más caudal en verano que en invierno - En las aguas subterráneas la situación no es mucho mejor. Se estima que el 36% de nuestros acuíferos están en riesgo de sobreexplotación y que más de la mitad presentan un grado de contaminación por nitratos elevado, debido principalmente al uso de fertilizantes sintéticos y estiércoles líquidos en la agricultura.
El uso intensivo de fármacos (para humanos y animales) también supone una fuente importante de contaminación, siendo España uno de los países del mundo con mayor presencia de fármacos detectados en el agua potable. Todo ello hace que un 40% de las masas de agua superficial (ríos, lagos y aguas costeras) y un 45% de las masas de agua subterránea no se encuentren, a día de hoy, en buen estado. - El cambio climático y la sobreexplotación de las masas de agua, los pastos y los bosques también han agravado el problema crónico de la desertificación, un proceso de degradación en las tierras secas que genera efectos como la menor productividad de los suelos o una menor calidad del agua.
A día de hoy, más de dos tercios del territorio español son susceptibles de sufrir desertificación y un 18% presenta un riesgo alto.
- Ha aumentado el riesgo de incendios forestales debido a las mayores temperaturas y a fenómenos como el despoblamiento rural o la gestión inadecuada de los bosques. En la España actual, hay menos incendios que a comienzos de siglo, pero estos son cada vez más devastadores y difíciles de controlar.
Un dato representativo es que los países europeos mediterráneos (Portugal, España, Italia, Grecia y Francia) representan alrededor del 85% del área total quemada en el continente. El aumento de la potencia de los incendios no sólo destruye los recursos naturales, sino que también genera graves impactos en la economía y en la salud de las personas afectadas. - El cambio climático también ha impactado severamente en nuestros mares, provocando un incremento de la temperatura superficial del agua del mar de entre 0,2 y 0,7ºC por cada década, mayor acidificación, alteraciones en el régimen de las tormentas y en el oleaje, y un aumento promedio del nivel del mar de entre 2 y 3 mm/año durante el último siglo. La subida del nivel del mar ha sido especialmente notable en la zona del Estrecho, el archipiélago canario, la costa atlántica y el arco mediterráneo. En este último, se han observado aumentos de hasta 10 mm/ año desde mediados de los años noventa
- Todos estos impactos sobre los ecosistemas terrestres y marinos han dañado severamente la biodiversidad, que en nuestro país es una de las mayores de Europa. El territorio español alberga alrededor de 85.000 especies de animales, hongos y plantas (el 54% de las especies que habitan en el continente), de las que un 10% sufre amenaza de extinción. Además, el cambio climático está modificando el comportamiento de muchas especies silvestres y provocando disrupciones importantes en sus ritmos biológicos.
- El cambio climático y el uso intensivo de recursos también han impactado en nuestra salud. La ciencia ha demostrado que una de cada cuatro muertes en el mundo está relacionada con el medio ambiente. En España, el calor produjo un exceso de mortalidad de 13.000 personas en la primera década del siglo XXI, al tiempo que incrementó la difusión de virus transmitidos por vectores como los mosquitos o las garrapatas, y de enfermedades gastrointestinales causadas por problemas en la calidad del agua y los alimentos.
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre energía y acerca de cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas.